Capítulo III

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BaekHyun tomó entre sus manos el teléfono que había estado sonando durante bastante tiempo. Respiró hondo antes de contestar y lo llevó a su oreja esperando la voz del otro lado. Los números desconocidos solían generarle pánico mientras Sarangi estaba en el hospital, pensaba que cualquier llamada podría ser algo horrible y aquella ansiedad que se había comenzado a construir nunca se había ido.

—¡BaekHyun! Soy yo, KyungSoo. —Oyó del otro lado de la línea, frunció el ceño y parpadeó sentándose de nuevo en el sofá; la última vez que había visto a su amigo u oído de él había sido unas semanas después de tener a Sarangi. KyungSoo se había ido a la universidad luego de graduarse, su relación con JongIn había acabado tan pronto tuvo que irse y ellos simplemente no habían mantenido contacto alguno. —¿Qué tal está todo? Estoy en la ciudad unos días así que pensé podríamos vernos y conozco a Sarangi, debe estar bastante grande ya.

La emoción en la voz de KyungSoo no permitió que alguna palabra saliera del menor, estaba aterrado, su corazón latía desbocado y le costaba respirar. La ansiedad por volver a la habitación de su hijo, oler una vez más las sábanas hasta quedarse dormido allí y rogar infinidad de veces por poder tenerlo entre sus brazos sólo unos minutos, había vuelto implacable, presionando su pecho hasta obligarlo a echarse un momento en el sofá. Tomó entre sus manos el control remoto del televisor y lo apagó intentando buscar algo qué decir.

—¿BaekHyun? —Lo llamó el contrario con un tono de duda en su voz. —¿Sí llamé al número correcto?

—Yo...hola. —Susurró aferrándose a las mantas. Abrió su boca y la cerró repetidas veces sin saber qué decirle a su amigo, no sentía alguna conexión especial que le permitiera vomitar todo aquel dolor que tenía encima por lo que se mantuvo callado mientras KyungSoo intentaba comprender cuál era la razón detrás de aquel ambiente incómodo.

El tiempo había pasado para todos, no era un secreto, pero parecía que para los Park en algún punto de su vida todo se había detenido. BaekHyun no sentía que los días pasaran uno tras otro, destrozando su matrimonio y destrozándolo a él; el tiempo no curaba en su mente, o al menos se aferraba a la idea de que nunca lo haría y no había nadie quien pudiese reclamarle tal sensación. Negó acariciando el puente de su nariz y se obligó a responder a la voz que lo llamaba ahora, KyungSoo no sabía lo de Sarangi, no tendría por qué y BaekHyun no quería ser quien se lo dijera porque hacerlo sería recordarse a sí mismo la realidad de su vida en ese instante.

—¿Todo está bien? Siento si llamé en un mal momento. Puedo entender que ChanYeol no te deje en paz si Sarangi ya está a punto de ir a la universidad, me dan celos no tener a nadie. —La suave risa que salió de sus labios había sido la primera en mucho tiempo que era genuina. La situación que su amigo se imaginaba distaba por completo de la real, ChanYeol evitaba mirarlo desde que el menor no toleraba tenerlo cerca, todo él simplemente era intolerable porque el parecido que había adquirido su hijo a su marido era doloroso también. —Oh, vaya por Dios, sí estaban haciéndolo. Me dan asco, pero quiero verlos ¿pueden mañana?

El castaño no supo en qué momento aceptó salir de casa a un lugar diferente al consultorio de psicología al que ChanYeol lo llevaba todos los días pero por un segundo sintió que aquella presión en su pecho se aligeraba un poco. Se acurrucó por quinta vez entre las mantas y suspiró esperando que el alto llegara de nuevo, tal vez, sólo para asegurarse que estaba bien. La lluvia volvió a golpear las ventanas de la casa y supo que el momento de acurrucarse había vuelto, hundió su rostro entre las mantas y con un suspiro se abrazó con ellas sintiéndose más cálido.

ChanYeol había salido aquella tarde directo a la misma tienda cuando vió la licorera completamente vacía. Recorrió con suma paciencia los pasillos de la zona de licores intentando postergar su regreso a casa cuanto podía. Tomó una botella tras otra dejándolas en la canasta que pronto se llenó y caminó con pesadez hacia la registradora para pagar, sin embargo y contra cualquier pronóstico, su cuerpo chocó contra otro haciéndolo tambalear un poco antes de volver a estabilizarse en su lugar. Alzó su mirada y notó aquella tez morena que lo había acompañado durante su época escolar y no pudo evitar quedar pasmado justo como BaekHyun cuando recibió la llamada de KyungSoo.

Sueños de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora