Capitulo I

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-Por qué será que el patrón nos mandó a llamar- Preguntaba un albino con el cabello largo, pero atado, al resto de presentes que se encontraban allí.

- ¡No lo sé!, ¡pero estoy seguro que fue por una buena razón! -Respondió un chico con cabello rubio con puntas rojizas y lleno de entusiasmo.

-Aún no sé porque, él no está atado aun. – Hablo un pelinegro que se encontraba en un árbol, este estaba señalando a un azabache que se encontraba al otro extremo de esa fila que formaban esas 7 personas.

-Espera, Obanai, sabes algo acerca del porqué de la reunión. – Pregunto el rubio al pelinegro antes mencionado.

-Por lo que se ese traidor defendió a un demonio. -

-En ese caso, pese a que el patrón aun no llego deberíamos empezar con su castigo. – Afirmo el mismo albino del inicio.

-Pe...pero Uzui-san, no deberíamos hacer nada sin autorización del patrón. – Hablo con un poco de preocupación una peli rosa.

-Dime Kanroji, si un demonio esta frente a ti a punto de asesinar a un inocente, lo detendrías o esperarías una orden para hacer su trabajo. – Otro albino, solo que con un montón de cicatrices, que acababa de llegar trajo la atención de los demás. - ¡Tomioka!, te daré la oportunidad de quitarte al menos ese haori con cuidado. – Grito, antes de acercarse al azabache.

- ¡Shinazugawa! ¡Uzui!, ¡por mucho que necesite un castigo, deberíamos esperar al patrón! -Dijo el rubio, pero sus palabras no fueron suficiente para que ambos albinos lleguen hasta el Azabache.

-Tenguen, Sanemi deténganse. -Se escucho una voz grave, desde detrás de la peli rosa y el rubio.

-Sabes que te respeto Rengoku, pero el hizo algo imperdonable y Himejima tu mejor que nadie sabes las reglas. – Dijo Sanemi señalando al Azabache con el mango de un látigo. Este mismo lo vio con una mirada desinteresada, no tuvo otra opción que desnudar su torso, darse media vuelta y arrodillarse, dejándose atar por el más alto de los dos albinos.

Una chica con ojos morados que había permanecido en silencio no tuvo el valor para seguir mirando así que simplemente cerro lo ojos y sin que nadie se diese cuenta, se puso algo en cada oído para no escuchar lo que iba a pasar.

-Dime Tomioka, cuantos latigazos debe recibir alguien que haya cometido traición. – Volvió a hablar el chico en el árbol.

-...Son... 25. – Respondió el azabache.

Cuando estaba apunto de empezar se escucho a alguien toser detrás del albino.

-Que...esta pasando. -Dijo un pelirrojo, que recién estaba despertando, había sido ignorados por todos debido a lo que estaba sucediendo, pero se despertó completamente al ver lo que esos extraños estaban a punto de hacer. -E...esperen, ¡que está haciendo! -Al terminar de decir eso empezó a toser profusamente debido a que su garganta estaba seca además del golpe en la quijada que había recibido la noche anterior.

- ¿Estas bien? – Pregunto la chica de ojos morados, ya que para su mala suerte aquello no evitaba que el sonido entrase por sus oídos. -Toma, es agua, me entere que recibiste un golpe en la quijada así que toma con cuidado, le puse un analgésico para que te ayude con el dolor. – Dijo ella al acercarle una calabaza.

El chico tomo rápidamente, para tratar de intervenir pero fue inútil, por mucho que dijera que no castiguen a aquel que ayudo a el y a su hermana en dos ocasiones, pero solo logro perjudicar aún más al azabache.

-Espera, así que fue en dos ocasiones, ¿verdad?, entonces Tomioka, sabes lo que significa ¿no? –

-...Si. –

EL PLACER DE LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora