Capítulo 6. Entrenamientos

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El primer día de entrenamiento Finnick insistió en que practicase con algún arma, pero yo desobedecí

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El primer día de entrenamiento Finnick insistió en que practicase con algún arma, pero yo desobedecí. Al menos ese día no quería hacer nada que tuviera que ver con matar, que al final era para eso por lo que estaba entrenando.

Como era de esperarse, el centro de entrenamientos era un ambiente lleno de hostilidad y sombrío. Un par estaba vomitando y sobrellevando la sobriedad, otros se fueron por la supervivencia y la mayoría estaba practicando alguna táctica de combate, por supuesto.

Solo quise dedicarme a observar a la competencia y pensar en qué demonios haría esas semanas.

Finnick estaba con un tridente atacando a unos hologramas y Johanna estaba desquitando su rabia con el hacha, como no conocía a nadie más supuse que me tocaba comenzar sola. Aún no hablaba con nadie que no fueran ellos dos, después del desfile me había ido directo a mi habitación, derrotada.

Me quedé observando un rato a Finnick, era increíble todo lo que podía hacer cuando tenía esa arma en las manos, se movía como si estuviera pegada a su cuerpo, como si estuviera perfectamente consciente de cada movimiento que ejecutaba.

Yo por mi parte no tenía ni idea de qué demonios hacía.

Me pilló mirándole y se detuvo unos segundos, me hizo un gesto con la cabeza indicándome algo en cierta dirección.

Lo seguí y me di cuenta que me señalaba el puesto de armas y ahí la vi, en lo más alto de éste se encontraba una katana; relucía expectante a que alguien la tomara.

Se me erizó la piel y juré que me uniría a quienes estaban vomitando en la entrada.

Lo miré una última vez, me estaba pidiendo que me uniera a su entrenamiento.

Negué suavemente con la cabeza, por suerte él pareció comprender de inmediato, por más decepcionado que pareciese.

Como necesitaba pensar y analizar bien la situación, me puse a hacer unos anzuelos, algo en lo que era buena y que no era realmente necesario para sobrevivir, pero quería pensar y observar cuáles eran los movimientos del resto.

No me costó identificar quiénes disfrutaban matar y quiénes no tenían más remedio que hacerlo; ya sabía con quien tenía que tener más cuidado y quiénes parecían inofensivos.

Una mirada curiosa a mi trabajo me distrajo de mis cálculos.

—Es hermoso.

Me di cuenta de quien era y me sorprendí, era como tener a una celebridad al frente mío; admirando algo que había hecho con mis manos.

—Gracias.— le sonreí, no quise decir que ni siquiera había estado pendiente a lo que hacía por estar intentando descifrar a mis compañeros.

Se acercó un poco más a mí.

—Quería decirte que fue muy valiente lo que hiciste.— siguió hablando.— Por esa anciana.

Me sorprendí con sus palabras ¿Ella diciéndome valiente?

GOLDEN; Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora