IV

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E̸̜̊n̸̖̈́ S̷̍h̴i̷n̸̠ǵ̴̻e̷k̵̪i̶̡͘ N̵̪o̶̤ K̸̙y̶̮o̴j̷̙̃ȋ̵n̵̂
̵͑A̸͝u̸t̷͆o̷̧r̸̛̥.̸̆

El caos reinaba en las calles, una sinfonía discordante de metal, carne y gritos. Los soldados, con sus uniformes desgarrados y rostros ensangrentados, luchaban contra los titanes que avanzaban inexorablemente. Las cuchillas de sus espadas brillaban con la luz mortecina del sol, y sus corazones latían al ritmo frenético de la batalla.

Los tejados de las casas se desmoronaban bajo el peso de los gigantes. Las tejas volaban como hojas secas, y las vigas crujían como huesos quebradizos. Los cables, antes invisibles en la penumbra, ahora se retorcían como serpientes metálicas, buscando anclarse en las paredes para permitir el desplazamiento de sus portadores. Los soldados saltaban de un edificio a otro, sus botas resbalando en las superficies resquebrajadas.

El hombre que había gritado a los niños corría hacia ellos, su voz desgarrada por el miedo y la urgencia. "¡Niños! ¿Qué demonios hacen? ¡Muévanse de ahí!" Pero los pequeños parecían petrificados, sus ojos fijos en el titán que se acercaba.

Levent y Levani habían despertado en un callejón desconocido, los gritos de gente huyendo inundando sus sentidos y el olor a sangre fue reconocido. Lo último que recordaban era caer por la ventana, siendo absorbidos por una intensa luz que les dio un sentimiento de pereza hasta quedar dormidos.

El titán, de piel grisácea y ojos sin vida, extendió su mano hacia los infantes. Sus dedos eran como columnas de piedra, y sus uñas, afiladas como cuchillas. El hombre se lanzó hacia adelante, tomando a los niños en medio de una maniobra que los alejo justo a tiempo. La criatura pasó rozando su espalda, y el aire vibró con su presencia.

Pero, mientras el hombre se disponía a dar una vuelta por una esquina, uno de los cables quedó atrapado entre los escombros y otro ser emergió de entre las sombras. Era diferente de los demás, más pequeño pero igual de letal. Saltó desde el hueco de dos edificios, sus garras aferrándose al borde del tejado. Su boca se abrió en una sonrisa grotesca, revelando dientes puntiagudos.

"¡Ahh!" El grito desgarrador del hombre resonó en el aire justo después de empujar a los niños por la ventana del edificio en que colgaba. El titán lo atrapó con una mano, su mandíbula abriéndose como un abismo hambriento. Los compañeros del soldado, aterrados, abandonaron la lucha y corrieron en dirección opuesta. El hombre luchó por liberarse, pero sus esfuerzos fueron en vano. El titán lo mordió con una ferocidad insaciable, perdiendo una pierna y parte de su brazo izquierdo.

Aquel hombre quedó estático, sus ojos verdes llenos de terror. El mundo se desmoronaba a su alrededor, y la ciudad ardía en llamas. Los titanes avanzaban, implacables, y los soldados caían uno tras otro.

¡!

El aire vibró con un estruendo ensordecedor. Los titanes, antes imparables, cayeron como marionetas rotas. Sus cuerpos gigantes se desplomaron, y el suelo tembló bajo su peso. Los niños, imperturbables, permanecieron en sus posiciones sobre los tejados, las manos metidas en los bolsillos.

Los titanes, que habían sido una amenaza inminente, ahora eran montones de carne humeante. Algo desconocido había atacado sus nucas, haciendo que explotaran desde adentro. El humo se elevaba en espirales, y los niños observaban con curiosidad. No parecían sorprendidos ni asustados; más bien, estaban acostumbrados a la extrañeza de su mundo.

El soldado, herido y jadeante, se apoyó en una pared cercana luego de ser liberado del agarre del titán evaporándose. Su uniforme estaba manchado de sangre, y su visión se nublaba. Al ver a los niños, no pudo evitar compararlos con el capitán de la Legión de Reconocimiento. Tenían la misma mirada decidida, la misma postura erguida. Eran jóvenes, pero sus ojos reflejaban una antigua sabiduría.

El soldado intentó hablar, pero su voz salió como un susurro ronco. "¿Quiénes... son ustedes?" preguntó, antes de perder la consciencia. El mundo se desvaneció en sombras, y los niños pronto le miraron.

"Levani." Llamó su gemelo, quien solo respondió un corto "lo se." Antes de inclinarse y caer por el tejado.

Una vez en el suelo, Levani junto con Levent, se acuclillaron ante el hombre y esparcieron sus partículas por su cuerpo. Las hemorragias pronto se cerraron, e inmediatamente convocaron a sus fantasmas, subiéndolo en uno de ellos haciendo uso de sus partículas.

"Estamos a mano." Fue lo que dijo Levent tan pronto como vio a la pantera alejarse con el individuo envuelto en un manto invisible.

Posteriormente se dispusieron a escanear su alrededor en busca de algo que indique dónde, o cómo llegaron. Sintiendo confusión al ver los grandes muros por donde ahora mismo entraban un sinnúmero de criaturas grotescas.

"Levent." Su gemelo llamó al notar algo. "¿Esto no te recuerda a...

"¡Cuidado!" Un par de brazos los sujetaron justo antes de que un titán les encajara sus dientes en medio de un salto.

Levent y Levani se sujetaron por inercia al ropaje de la mujer que les salvó. Su cabellera rojiza danzando en el aire mientras ejercía una maniobra que los alejó del titán que pronto empezó a seguirlos.

"Tsk." Chasqueó la lengua mientras se internaba entre dos edificios estrechos, provocando que el titán a sus espaldas quedase atrapado entre ambas columnas.

Levent abrió los ojos cuando reconoció el rostro de la mujer, su expresión ilegible mientras esquivaba titanes en dirección a la zona de evacuación. Pronto, esta les dirigió la palabra: "tranquilos, no tengan miedo. ¿Si? Yo los llevaré a un lugar se...

Sus palabras se atoraron en su garganta cuando vio el rostro del infante a su derecha, abriendo los ojos cual platos en cuanto lo asoció con su hermano jurado, sus mismos gestos, los mismos rasgos y cabellera, pero con los ojos de quien hasta ahora considero su hermana y benefactora.

Apenas pudo esquivar un muro justo antes de estamparse contra el. Ambos niños reafirmando su agarre mientras está se sorprendía al descubrir que el otro niño era idéntico a su hermano, solo que con una expresión más fría e indiferente.

"Levent. Creo que la rompiste." Una socarrona sonrisa se asomó por los labios de Levani.

Levent solo rodó los ojos mientras atacaba: "tal vez la asustó tu horrenda cara."

El gesto de su gemelo fue indignante, los orbes tornándose oscuros: "¡Tenemos la misma!"

"Claro que no, yo soy más bello."

"Gemelos idénticos. ¿No te dice nada?"

Ambos gemelos se habían enfrascado en una pequeña discusión sin tomar en cuenta la masacre que ocurría a su alrededor, soldados cayendo, y titanes destruyendo todo a su paso mientras sus rostros parecían más preocupados por desafiar al otro.

En Shingeki no Kyojin: LEVI X READERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora