Ya han pasado varios años desde el derrumbe de Casita y las cosas han vuelto a la normalidad.
Mirabel había cumplido 18 años y se volvió una joven muy guapa, quién era muy pretendida por muchos hombres y por supuesto, mujeres, desde que confesó que era bisexual, había estado recibiendo un montón de citas de varios pretendientes.
Sin embargo, nadie sabía porque las rechazaba.
Ese era su único secreto.
Luisa se encontraba cargando con el puente del pueblo de nuevo, otra vez moviéndose de lugar, era la enésima vez esta semana.
Cuando miró a un lado, pudo notar a su hermana recibiendo flores de dos pretendientes: una chica y un chico.
Colocó el puente con muchísimo cuidado y miró cautelosamente a su hermana, no le gustaba mucho que Mirabel tuviera demasiados pretendientes.
Estaba enamorada de su propia hermana, por eso tenía celos de sus pretendientes, pero también tenía miedo de que encontrará a alguien indicado y se olvidará de ella.
- Luisa, mi casa se está inclinando, ¿Podrías... - no pudo seguir porque la Madrigal ya lo había hecho - Muchas gracias.
- No hay problema - le respondió Luisa antes de irse.
Luisa se retiró del lugar, encontrándose a su hermana mayor Isabela decorando la plaza con sus flores.
- Muchas gracias, Isabela - le agradecieron las personas.
- De nada - sonrió ella.
Isabela se acercó a su hermana menor Luisa con una sonrisa.
- ¿Cómo ha ido tu día, Luisa? - le pregunto Isabela a su hermana.
- Ya sabes con lo típico de siempre, ¿Y tú?
- Bien, he decorado toda la plaza con las flores - le respondió a su hermana - Por cierto, ¿Has visto a Mirabel?
Luisa asintió y señaló hacía donde estaba su hermana menor, intentando de ocultar sus celos.
Mirabel se encontraba con un chico de su misma edad, por lo visto se trataba de uno de sus pretendientes, él trataba de llamar su atención con flores y dulces. Finalmente, Mirabel se acercó a sus hermanas con una sonrisa incomoda por lo que acababa de pasar.
- ¿Te podemos ayudar en algo, Mira? - preguntó Isa con una sonrisa.
- No hace falta - respondió Mirabel, intentando disimular su incomodidad.
- ¿Seguro? - preguntó Luisa, mirando a su hermana con preocupación.
- Si - le respondió Mirabel de nuevo.
- ¿Él era otro pretendiente?
Mirabel asintió con la cabeza.
- Es muy lindo, pero... Yo tengo sentimientos por otra persona - explico Mirabel.
- Esa persona será muy afortunada de tenerte - dijo Luisa con una sonrisa, aunque en el fondo de moría de celos.
- Eso seguro - dijo ella sonriendo.
Las tres hermanas regresaron a Casita mientras hablaban y reían, al entrar en la casa esta las recibió mientras movía las baldosas del suelo. Cada hermana se retiro a su cuarto para descansar después de sus labores en el pueblo. Mirabel se encontraba cosiendo, mientras tanto Luisa estaba parada en la puerta del cuarto de su hermana mayor, Isabela.
Llamó con cuidado a la puerta, esperó unos segundos hasta que escuchó un "¡Adelante!" por parte de su hermana mayor.
- ¿Te puedo ayudar en algo, Luisa? - preguntó Isabela.
Luisa miró a su hermana mayor con algo de nerviosismo. Era difícil confesar lo que sentía, pero sabía que tenía que hacerlo.
- Isabela, necesito hablar contigo, es algo importante - dijo Luisa en voz baja.
Isabela frunció el ceño, preocupada por la expresión de su hermana. Se acercó aún más a ella y le tomó las manos.
- Claro, Luisa. Siempre estaré aquí para escucharte. ¿Qué pasa?
Luisa tomó una respiración profunda y comenzó a abrir su corazón.
- Me... me he dado cuenta de que siento algo más que amor fraternal por Mirabel. Es un sentimiento que no puedo ignorar, pero también me asusta mucho. No sé qué hacer, Isabela.
Isabela dejó escapar un suspiro y miró a su hermana con ternura.
- Luisa, entiendo que esto puede ser confuso y complicado para ti. Pero recuerda que el amor no tiene reglas, ni géneros, ni límites. Es algo natural que simplemente sucede. Lo importante es que sigas siendo honesta contigo misma y con Mirabel.
Luisa asintió lentamente, absorbiendo las palabras de su hermana mayor. Se sentía aliviada de haber compartido su secreto, y sabía que podía confiar en Isabela.
- Gracias, Isabela. Me ayuda mucho saber que puedo contar contigo.
Isabela sonrió y abrazó a su hermana.
- Siempre estaré aquí para apoyarte, Luisa. Ahora, más que nunca. Juntas encontraremos la forma de manejar esto y asegurarnos de que Mirabel se entere de tus sentimientos.
Luisa correspondió a su abrazó, alzando a Isabela del suelo y casi asfixiándola.
- Luisa... ¿puedes soltarme? - preguntó con dificultad.
- Perdona - respondió mientras la soltaba.
- No te preocupes - le respondió mientras se enderazaba.
En aquel momento entró Camilo a la habitación y les pidió que bajaran al comedor a cenar. Las dos hermanas bajaron y llegaron al comedor, donde ya estaban todos sentados, Isabela se sentó al lado de Dolores mientras que Luisa se sentó al otro lado de Mirabel.
Durante la cena, las hermanas intentaron actuar con normalidad, pero Luisa no podía dejar de mirar a Mirabel de reojo, sintiendo que su corazón latía desbocado cada vez que su hermana menor sonreía o hablaba con alguien más.
Después de la cena, mientras las demás hermanas se retiraban a descansar, Luisa se acercó a Mirabel.
- Mira, necesito hablar contigo - dijo Luisa, nerviosa.
Mirabel asintió, notando la seriedad en la voz de su hermana.
- Claro, ¿de qué quieres hablar?
Luisa buscó un lugar más tranquilo y apartado, y Mirabel la siguió sin cuestionar.
Cuando estuvieron solas, Luisa tomó una respiración profunda y miró a su hermana directamente a los ojos.
- Mirabel, hay algo que necesito decirte. He estado sintiendo algo más que amor fraternal hacia ti, y no puedo callarlo más.
Mirabel quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de su hermana. Finalmente, habló con suavidad.
- Luisa, yo también he empezado a sentir más que un amor fraternal hacía ti - le confesó mientras se sonrojaba un poco y la tomaba de las manos -. No sabía cómo decirte.
- Yo tampoco sabía cómo decirte - le dijo Luisa mientras le acariciaba la mejilla.
Las dos hermanas se abrazaron y lentamente fueron acercando sus rostros hasta que sus labios finalmente se tocaron. El beso de prolongó durante unos minutos hasta que se separaron por la falta de oxígeno.
- Mirabel Madrigal, ¿Quieres ser mi novia? - le preguntó.
- ¡Claro que sí!
Las dos se volvieron a besar, felices de poder ser felices al lado de la otra.
El camino no sería fácil, pero juntas, enfrentarían cualquier desafío que se les presentara.
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One shots (Encanto)
RomanceOne Shots de Encanto. Si queréis alguna pareja en específico dejadlo en los comentarios.