0.4 Vencedor

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Tratado del diablo. Sentencia mortal. Letal diversión, que se acaba con un ganador.

Steve se enderezó violento cuando su tortuoso sueño lo trajo de vuelta a la realidad. Tenía su piel pálida y sudorosa, el corazón latía horrorizado y su cuerpo temblaba. Las sábanas estaban hechas un lío y la oscuridad lo acechaba con perversión. Tomó aire a bocanadas y quitó la transpiración de su rostro con ambas manos. Trató de aliviarse buscando a su novio que dormía a su izquierda, pero no estaba ahí. Eso provocó que Steve se angustiara todavía más. Los traumáticos recuerdos congelaban su sangre y le oprimían el pecho. Quería echarse a llorar y soltarlo todo, pero la catarsis estaba bloqueada. ¿Cómo no habría de estarlo? Su personalidad temeraria y pétrea había sido una gran amiga contra esos días oscuros. Pero los traumas no sanaban y su fuerza no era inagotable. La salud mental de Steve estaba en una cuerda floja.

Estrechó sus rodillas y se apretó a sí mismo. Todas las noches eran así de infernales, despertarse atormentado por las memorias de sus juegos. Sí, esos juegos. Los que destruyeron a Steve en ese entonces y lo estaban haciendo ahora. Aún venían a él los pensamientos y emociones que sintió cuando fue cosechado. Jamás olvidaría a su compañera de distrito, la tributo femenino; Peggy Carter. Y luego venía todo lo demás. El desfile de tributos, los entrenamientos, las calificaciones y esa letal arena.

Steve no había sido un tributo profesional, pero era un guerrero y humilde, eso le bastó para sobrevivir al baño de sangre. Consiguió recursos en el banquete, Peggy eventualmente lo abandonó y murió poco después por la ley del más fuerte. Mató en defensa propia a otros tributos y finalmente llegó la escena que todo el Capitolio repetía una y otra vez de sus juegos. El escándalo que convirtió esa transmisión en un show inigualable. Esa escena había sido la misma que no le permitía dormir en paz. Steve Rogers, tributo masculino del Distrito 2 mutilándole la cara a otro competidor con un escudo.

Lágrimas se acumularon en sus ojos. ¿Cómo podría haber sido de otra manera? Quería vivir más que todos y se prometió a sí mismo: encontraré una manera y volveré a casa. Así fue, tomar la vida de ese muchacho prolongó su vida, pero ahora estaba preguntándose si habría valido la pena. No tenía familia ni amigos a quienes volver a ver y probablemente nadie lo extrañaría. ¿Y si volvía al pasado y se dejaba matar por los mutos? ¿Estaría en un lugar mejor ahora? Nadie podía asegurarlo, pero sí estaba seguro de una cosa.

Clark no permitiría que Steve siguiese pensando que la vida de otro tributo tenía más valor.

Clark apareció con dos tazas de líquido caliente en sus manos. Cruzó el marco de la puerta y se sentó en el borde de la cama junto a Steve. Vestía únicamente shorts oscuros y debido a cómo sostenía las tazas, seguía temeroso. Ojeras ligeras se cernían sobre sus ojos, el rostro embotado y su cabello revuelto.

Aun así, Clark no había perdido nada de su físico.

- ¿No puedes dormir? – Steve le preguntó. –

- Nunca consigo dormir más de las dos de la madrugada. Y sabía que te despertarías, por eso creí que un poco de chocolate caliente nos vendría bien. –

- Son las mismas pesadillas de siempre. –

- Sí, lo sé. – Clark le acarició el muslo y contempló el suelo alfombrado. – Esa maldita metrópoli como arena, los rayos cayendo sobre nosotros, los derrumbamientos... -

- Ya estamos a salvo - Steve se preocupó de su abstracción. – Es lo que importa. –

- Claro que sí, amor. Yo me repito eso al menos 20 veces al día. – Clark lo miró a los ojos. Veía el miedo en su mirada, la culpa por haber matado a otra persona aún cuando fuera para sobrevivir. Había tensión en sus musculosos brazos. Clark no se daba cuenta, pero cuando estaba nervioso se ponía a hacer fuerza sin razón. –

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2023 ⏰

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Eros [SuperCap] [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora