Desheredado, ojo.

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Lan WangJi había sido sentenciado por su grave falta y después de los latigazos, los ancianos dijeron que ya no era digno de confianza, así que le quitaron todos sus derechos degradándolo a sirviente, mientras tanto lo mandaron a reclusión por el tiempo en que las heridas en su espalda se demoraban en sanar y después de eso sería convocado nuevamente para continuar con la otra parte de su castigo.

Lan WangJi escapa de los recovecos después de enterarse de la muerte de su amada Wei Ying, para luego regresar con un niño envuelto en harapos, el cual le quitaron de los brazos a penas ingreso a Gusu. Lan QiRen le lanzo el hechizo del silencio y su hermano el de la inmovilidad, privándolo así del derecho a protestar o de que hiciera cualquier otra cosa.

- tu situación es precaria y aun así te atreves a desobedecer, ¿actuar con rebeldía? - le reclama su hermano con decepción y furioso.

- te has convertido en la mayor vergüenza de Gusu Lan - le grita su tío - por tu imprudencia tienes prohibido regresar a tu residencia, te iras directo a las celdas hasta que tus heridas se cierren... ¡eres el peor error de Gusu Lan!

- ¡da ge...! - exclama Jin Guang Yao, con su típica voz suave, de apariencia amable y preocupada, apareciendo por detrás de Ze WuJun - entrégame al niño, yo me encargare de que el ultimo sobreviviente de los Wen tenga un final sin dolor - Lan WangJi entro en desesperación al escuchar el destino de su hijo. Lucho por gritar para que no lo hicieran, pero sus labios sellados ni siquiera un poco se despegaron para pronunciar palabras. Su rostro se llenó de angustia al ver como el Jin toma al niño de un brazo en lo que el resto del cuerpecito cuelga.

- es lo correcto, mientras hayan sobrevivientes Wen, las sectas estaremos en peligro - dice Lan QiRen – ese niño es una amenaza y aun así lo trajiste a Gusu Lan ¿has pensado en las consecuencias de haberlo traído a nuestras tierras?, llévese rápido a ese engendro de aquí - el segundo jade quería decirle que el niño no era un Wen, sino de que era su hijo y de su amada Wei Ying, pero le era frustrante el no poder hacer nada.

- hay que hacerlo - dice el primer jade - al traerlo a Gusu nos pusiste en peligro a todos, no lo podemos dejar aquí ¿acaso quieres meternos en problemas, es que no piensas? - y ahí, en medio del salón de los castigos, Guang Yao desenfundo su espada y sin que le temblara la mano y mirando a Lan WangJi directo a los ojos, de un movimiento le corto la cabeza a una inocente criatura que nada tenía que ver con los problemas de los adultos. No estando conforme, el Jin incinera el cuerpo del pequeño - y con esto, nos aseguramos de que los Wen no reencarnen.

Lan WangJi no solo perdió al amor de su vida, también vio como su hijo había sido asesinado frente a sus ojos, sintiéndose impotente. Su corazón se desgarro, dolió, su alma se partió en mil pedazos y con ello sus ganas de vivir. Sus lágrimas hablaron por él, mostrando su profundo pesar y su corazón desgarrado clama por piedad, una que no se le concederá. Nadie estuvo dispuesto a escucharlo y su hermano, la única persona en la que confiaba y podía apoyar, lo traicionó y dio la espalda. Todo su ser duele, ya no hay fe. La muerte es su mejor aliada y ni siquiera eso le van a permitir. Pero, se lo merece, se lo merece porque fue el peor hombre que pudo existir ya que no supo proteger a su amada, rompió la promesa de ayudarla y darle seguridad. Rompió la promesa a su hijo de llevarlo a Gusu Lan para conocer a su tío y tío abuelo, de casarse con su madre y ser una familia llena de felicidad. Ahora, todo eso es un sueño roto que jamás se podrá cumplir. Lan WangJi, no será feliz por el resto que le quede de vida y lo único que puede hacer por ahora, es llorar con amargura.

Lan WangJi fue llevado a las frías cuevas donde lo arrojaron dentro de una celda, la cual será su hogar a partir de ese momento. El jade estaba tirado sobre el congelado suelo rocoso, todo le daba lo mismo, y, lentamente se fue apagando la vida de sus ojos, pero aun así los ancianos no le permitirían morir. Durante dos años estuvo solo, su hermano no lo fue a visitar y menos su tío. Sus alimentos diarios se le daban una vez al día y consistían en una pequeña porción de sopa, un vaso de agua y una fruta. Cuando el curandero de los Lan anuncio que las heridas de Lan WangJi cerraron por completo, al segundo año de encierro, fue llevado a la sala de castigo nuevamente para continuar con la sentencia que había quedado pendiente.

Libre de culpa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora