"Por un lado no quiero perder las esperanzas, por el otro. No quiero perder el tiempo"
— William Shakespeare
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Hürrem rozaba sus cabellos con una sonrisa burlona. Suleyman la había llamado nuevamente, ahora que era sultana. Tenía el mismo poder que cualquier consorte, pero ella no quería eso. Ella quería tener todo el poder que las demás poseían debido a sus hijos.
Lo que ella no sabía, es que en realidad. No estaba de el todo en el corazón de el sultán, algo trágico.
Llevaba un vestido naranja y como mangas largas de un color cremoso.
Sus cabellos rizados le hacían favor a su belleza externa, mientras más atrás criadas la seguían y una de estas llevaba a su heredero. "Mehmed" .
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Özlem sonreía en grande. El sultán le había obsequiado unos aposentos más grandes y espaciosos, vestidos y un sueldo mas grande.
Pero después de todo, la joven era ingenua. No era una arpia como las demás, perdonaba y cuidaba a los que la lastimaban.
— Mira Özlem, este vestido es precioso y quedará increíble con tu bien cuidado figura. Pero, estás más delgada de lo normal, ¿te sientes bien?— preguntó su amiga Alicent, — Sí, si, es solo un mareo pero, no he desayunado. Lo haré después— Alicent asintió mientras se levantaba, — Veras hoy a el sultán Suleyman— Özlem alzó una ceja, — Sí, yo y más criadas guardaremos tus cosas y tu pasarás tu noche nupcial a su lado, después de todo. No haz tenido un hijo y no estás en cinta — la recién nombrada asintió dándole la razón a la pelicastaña.
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— ¿Me ha llamado mi sultán?— preguntó Hurrem, por lo que el hombre asintió, — Sí, Mi pequeño 𝐌𝐞𝐡𝐦𝐞𝐝 — caminó hacia el príncipe, dándole una leve sonrisa de labios cerrados a Hurrem.
Suleyman se sentó en su cama mientras sostenía a su primogénito.
— Mi sultán — entró un agha mientras hacía una reverencia , — ¿Que sucede?— preguntó Suleyman. — Özlem hatun está aquí — Hurrem miro a Suleyman, el cual sonrió levemente y alzó la mano, en sesión a que la joven podría ingresar.
La dama de cabellos rizados y penetrantes ojos verdes entró a los aposentos, observando solo a el sultán. Antes de notar que había otra mujer.
Su sonrisa no se desvaneció de el todo, quizá, era porque el sultán no había tocado a Hurrem en lo que ella llegaba, y eso era un logro.
— Hurrem — llamó y está lo miró. — Ve a descansar, me quedaré con 𝐌𝐞𝐡𝐦𝐞𝐝 — ella asintió y su sonrisa se borro por completo, antes de darle una mala mirada a Özlem quien observaba cada movimiento de la recién nombrada
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YA ME DECIDÍ FINALEMNTE.
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