𝙸𝚅

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*ੈ✩‧₊˚ ˚₊✩ *ੈ

Estaba aturdida y no podía pensar con claridad, solo podía oír al doctor Erskine llamarme.
Fue entonces que me di cuenta por primera vez de el cambio, a diferencia de las otras ocasiones ahora veía al doctor desde arriba, no demasiado pero una total diferencia de antes, también me sentía más fuerte, mis brazos y piernas mas grandes de lo que en alguna vez fueron.

El doctor Erskine y Howard Stark me sostenían de ambos brazos para ayudarme.

—Lo logré — fue lo único que pudo salir de mi boca después de lo sucedido.

— Si, si creo que si— me respondió el doctor, pero mirando a Stark — Logró hacerlo —fue el turno de Stark de hablar, esta vez sorprendido por el cambio que había tenido.

Fue entonces cuando el agente Carter llego corriendo hasta detenerse frente nuestro, en donde lo único que podía apreciar fueron sus ojos llenos de asombro que me recorrieron con la mirada. Aun después de un par de segundos el agente parecía impactado con todo.

— ¿Cómo se siente?- me preguntó el agente Carter después de lo que parecieron horas.

— Grande — le respondí aun jadeando por todo el esfuerzo y la adrenalina recorriendo mi cuerpo — SI— Me dijo el de vuelta y sin poder evitarlo llevo su mano a uno de mis brazos ahora tonificados dejando su mano por unos segundos.

—Hmmmm—fue lo único que salio de su boca mientras una de las enfermeras le pasaba una camiseta blanca para taparme de la vista del resto — Si se ve más grande — siguió intentado borrar sus balbuceos nerviosos anteriores.

A mi lado el doctor estaba siendo felicitado y todos estaban asombrados por el nuevo avance fue entonces cuando la cabina superior exploto, haciendo que todo el vidrio cayera sobre nosotros.

— ¡DETENGANLO¡— fue lo único que dijo el doctor Erskine, antes de ser alcanzado por dos balas dirigidas a su pecho, solo pude sostenerlo en mis brazos mientras se escuchaba el sonido de las balas resonar en la pequeña sala.

Mientras miraba como agonizaba el doctor, el señaló mi corazón, acordándome de la promesa que le había hecho.

Puedo asegurar que lo único que podía ver la gente en mis ojos era la determinación, el doctor no merecía esto, tanto esfuerzo y sacrificio que hizo y ni siquiera podría ver su proyecto florecer.

Sin pensarlo demasiado corrí detrás de él espía, mientras salia de la tras-tienda pude apreciar a la misma anciana que nos recibió pero no podía detenerme, lo único que mis ojos podían apreciar era al espía Nazi en un taxi conduciendo a gran velocidad listo para estrellarse frente a él agente Carter, en ese momento salte sobre el agente para evitar que lo hirieran.

— Ya era mio— escuche al agente quejarse pero mi objetivo era aquel taxi —PERDÓN— fue lo único que pude decirle antes de correr detrás del auto.

Entonces corrí, corrí como nunca antes había podido hacerlo ya que el asma no ayudaba a mi horrible condición física, ahora me sentía libre de poder correr y respirar al mismo tiempo sin tener que parar cada cinco segundos a asegurarme de no estar forzando demasiado a mis pulmones enfermos.

A pesar de mi nueva condición física, no sería suficiente como para alcanzar el auto antes de que doblara la calle, entonces tome un atajo.

Tomando velocidad y doblando la calle (y sin poder evitarlo) me estrelle contra un escaparate de una tienda de novias, aun así no me detuve a pesar de sentir el vidrio encajarse en las plantas de mis pies.

— ¡LO SIENTO!— les grité mientras seguía mi camino, ahora con la atención de las personas, solo disculpas salían de mi boca en este momento.

Doblando en un callejón aprecie que al final había una reja de metal de no mas de dos metros de altura que supe fácilmente podría saltar, sorprendiéndome de nuevo.

Capitana América | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora