Intercambio de mensajes

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—¡Qué pen... soy! ¿Cómo pude darle "rechazar" a la solicitud? —gritó histérico Leo, mientras se daba golpes contra la mesa—. ¡Por pen... me pasan estas cosas! Ahora pensará que no quiero ser su amigo...

Leo estaba tan decepcionado consigo mismo por apretar el botón equivocado. Su desidia lo había hecho perder la única oportunidad de entablar una relación con una chica linda y posiblemente no tendría otra oportunidad de conocer a alguien así. Enojado, cerró su computadora portátil y se arrojó a la cama.

Estaba tan frustrado con su "fatal" error, que no podía pensar con claridad y lo único que pensaba era en desaparecer de este mundo. Luego de darle vueltas al asunto, consideró la idea de dejar a un lado el orgullo para hablarle y decirle que había rechazado por error la solicitud de amistad, pero dudó en hacerlo, por temor a que ella piense que mal de él.

Mientras hundía la cara en la almohada para ahogar su grito de furia, escuchó el ringtone de mensaje, lo cual hizo que de inmediato brincara para tomar su teléfono móvil. Al leer la notificación, sus ojos se abrieron como enormes platos y casi se quedó sin aliento.

"Hola, soy Maddie, te mandé una solicitud de amistad...", decía el texto.

Leo estaba tan sorprendido por el repentino mensaje, pero dudó en responder, ya que no tenía idea de qué contestarle a esa chica. Frustrado por su falta de iniciativa, apagó la pantalla del móvil y respiró profundo para ordenar sus ideas antes de abrir la aplicación de mensajería.

«¡Rayos! Si le digo que rechacé su solicitud por accidente, pensará que soy un estúpido. No puedo verme así de patán. ¡Dios! ¿Qué hago?», pensó mientras daba vueltas por la habitación.

No pasó mucho tiempo cuando llegó otro mensaje. Esto incrementó más su ansiedad, que inmediatamente corrió a ver lo que decía la notificación sin ir directamente al mensaje, pero su intento fracasó, porque abrió sin querer la aplicación.

—¡Qué pen...! Si lo veo y no contesto rápido, pensará que la dejé en visto —meditó en voz alta, mientras evitaba mirar el teléfono móvil.

A pesar de esto, su curiosidad era más grande que su temor a ser rechazado, así que se dispuso a leer lo que decía el nuevo mensaje.

"Si sientes que esto es muy muy apresurado, podemos comenzar a hablar por aquí, ¿qué opinas?", rezaba el texto.

Esto último hizo que Leo suspirara de alivio, ya que por lo menos había ganado tiempo para poder arreglar su error virtual. Ante esta oportunidad, el chico pelirrojo decidió contestar el mensaje con un simple "Hola", puesto que fue lo único que se le ocurrió en ese momento.

—¡Uf! —suspiró y luego tomó asiento para pensar cuál sería su siguiente mensaje. Estaba tan nervioso, que le dolía la cabeza ante el hecho de pensar qué escribiría sin que el texto mostrara que él estaba desesperado ni que había cometido el grave error de rechazar su solicitud de amistad.

Después de reflexionar un poco, añadió el siguiente texto: "Ah, no te preocupes, ahora reviso si me llegó la notificación".

Tras esto, se sintió agotado por la serie de emociones que había sufrido en tan poco tiempo, que apagó la pantalla y se recostó en la cama para tomar aliento. No pasó mucho rato, cuando otra vez volvió a sonar el teléfono. De inmediato, Leo se levantó para tomar el dispositivo e instintivamente abrió la aplicación para ver el nuevo mensaje.

"¡Genial! Aunque siento que podríamos hablar mejor por aquí, ¿qué opinas?", leyó Leo casi en voz alta.

Esta situación provocó que el ingenuo corazón del pelirrojo latiera aceleradamente y todo su cuerpo temblara de la emoción. Era la primera vez que una linda chica tenía ganas de chatear con él, que no tenía idea de qué hacer en este caso. En ese momento, recordó que en sus años escolares sus compañeras solo le hablaban para tareas de equipo o proyectos, por lo que los mensajes eran tan escuetos y sin emoción. Pero ahora todo era distinto, una persona del sexo opuesto realmente quería entablar una relación cercana con él.

"Me parece bien", contestó Leo sin meditar. Estaba tan emocionado por lo que estaba ocurriendo, que sentía que sus miedos se iban disipando poco a poco.

Al mismo tiempo, al otro lado de la ciudad, Maddie se encontraba acostada en la cama con su bata de baño y una toalla en la cabeza, mientras contestaba los mensajes de Leo: "Genial, me agradó conocerte, espero que pronto podamos vernos".

Con este mensaje, Maddie sonrió de satisfacción ante el hecho de poder acercarse a ese chico lindo, ya que estaba dispuesta a hacer todo lo posible con tal de romper la armadura que él usaba para bloquearla. En realidad, ella presumía ser una mujer de retos, por lo que cuando lo conoció, supo que conquistarlo no iba a ser tan fácil como esperaba, a pesar de su amplia experiencia en enamorar a los hombres. En ese punto, estaba segura de que el tímido chico era alguien demasiado interesante que sus anteriores conquistas.

Fue así que, después de enviar su último mensaje, Maddie se sorprendió que Leo no le respondiera rápidamente. Pasado un rato, la coqueta joven sintió un poco de inquietud por no obtener respuesta. Tras abrir varias veces la aplicación para verificar que no estuviera fallando, solo podía ver que el mensaje había llegado, pero él aún no lo había visto.

—¿Será que le falla la señal? —meditó ansiosa.

Conforme pasaban los minutos, su decepción hacia el chico pelirrojo incrementaba. En realidad, estaba acostumbrada a que los chicos sean los que le hablaran más seguido y ella siempre los ignorara, pero ahora los papeles se habían invertido y esto le chocaba bastante.

Al no recibir respuesta, respiró profundo y se levantó de la cama, irritada por la falta de interés de Leo.

—¡Uf! ¡Qué hombre! ¿Acaso se está haciendo "el interesante" a propósito? —pensó en voz alta.

Sin embargo, justo en ese momento, Leo estaba vuelto loco por el mensaje que Maddie le había enviado, al grado de caminar como un animal enjaulado por toda la habitación.

—Necesito idear una respuesta que no muestre mi desesperación por volver a verla de nuevo. No quiero que ella note que soy un virgen, sin experiencia en las relaciones humanas —murmuró afligido.

Tras meditarlo mucho, tomó el teléfono decidido y escribió: "Igualmente me dio gusto conocerte, hoy fue un día electrizante, je. Espero que se pueda repetir la ocasión".

Al terminar, colocó el dispositivo en su escritorio y se alejó de él como si fuera una bomba. Después de esto, se recostó en la cama con la intención de esperar a que Maddie respondiera. Pasaron 10 minutos, pero ella seguía sin contestar, lo que provocó que Leo comience a sentir ansiedad. A pesar de eso, hizo un esfuerzo enorme por no tocar el teléfono y tratar de mantener la calma.

Luego de media hora, Maddie al fin respondió.

"Ja, ja, ja, tienes razón, casi nos electrocutamos hoy. Por cierto, ¿por qué tardaste tanto en contestarme? ¿Tienes miedo de que tu novia te descubra?".

En esta ocasión Maddie fue directa con esta pregunta. Aunque sospechaba que Leo no tenía novia, quería confirmar si podía hacerlo suyo. Esta vez no esperó mucho y la respuesta la dejó atónita.

"¿Por qué? ¿Te gustaría ocupar su lugar?".

Leo, mi chico zanahoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora