En el momento en que le propuso salir en una cita, Maddie notó que Leo había visto el mensaje, pero no le respondió inmediatamente.
—¡Vaya! Creo que dejé sin palabras a ese chico, como para que no me conteste —pensó en voz alta mientras miraba con detenimiento el chat.
Conforme pasaron los minutos, Maddie comenzó a sentirse desesperada por no obtener una respuesta. En ese punto, resopló su frustración ante el hecho de que Leo era demasiado descortés por dejarla en visto e inmediatamente se culpó por generar falsas expectativas de alguien como él.
—¡Ash! ¿Acaso herí su orgullo al invitarlo a salir? ¡Es muy absurdo que se comporte tan digno por algo así! Definitivamente, soy una tonta por pensar que un sujeto así sería diferente a otros hombres. ¡Realmente están cortados con la misma tijera! —se quejó, mientras se disponía a realizar su rutina facial.
Quince minutos después, Leo siguió sin responder. Esto provocó que Maddie se enfadara más y del coraje arrojó el teléfono a un lado.
—¡Definitivamente, soy una tonta! —se regañó a sí misma—. Los hombres vírgenes son los más estúpidos, ¡no! Todos lo son.
Luego de vociferar en contra del género masculino, Maddie se acostó en la cama, cerró los ojos y, sin darse cuenta, se durmió profundamente, sin imaginar que diez minutos después llegó la respuesta que tanto había esperado.
A pesar de su frustración, esa noche soñó que Leo llamó a la puerta. Cuando le abrió, notó que su expresión era de deseo y, sin darle tiempo de hablar, él la tomó entre sus brazos para darle un beso francés apasionado. En ese momento, Maddie sintió que todo era tan real, que hasta podía sentir el cálido cuerpo del atrevido muchacho acercarse con el suyo, que solo el contacto la hizo estremecer.
Al sentir la energía salvaje, Maddie comenzó a dejarse llevar por los avances del chico pelirrojo. Estaba tan excitada, que no podía apartar sus labios de la boca juguetona del ardiente hombre y, mientras se besaban, llegaron hasta al sofá, donde se acomodaron para continuar con el acto. En ese momento, sintió que las manos de Leo la acariciaban de una manera que jamás había sentido y, que a pesar de tener la ropa puesta, él lograba excitarla tanto al punto de hacerla gemir de placer.
Después de esto, el chico pelirrojo comenzó a besar su cuello y a meter sus manos debajo de la blusa, hasta llegar a sus senos, los cuales masajeó como si fueran masillas antiestrés. Este contacto emocionó tanto a Maddie, que sorprendentemente le provocó un orgasmo tan intenso y la hizo estremecerse de una forma que jamás había imaginado. Inmediatamente de sentir las contracciones en su vagina y el placer recorriendo su cuerpo, despertó.
Era de día y estaba bastante agitada por ese sueño. Cuando recuperó la consciencia, sintió un dolor bastante familiar en su zona íntima y de inmediato acudió al baño, lo cual era señal de que su vejiga estaba llena. Luego de orinar, se dirigió pesadamente a la cama para buscar su teléfono móvil y revisar las notificaciones. Para su sorpresa, vio que Leo le había enviado un mensaje aceptando su invitación.
Esto la emocionó demasiado, que al instante olvidó el disgusto de la noche anterior e inmediatamente escribió el texto de respuesta proponiéndole que a las 5 de la tarde estaría libre y lo vería en una cafetería que estaba cerca de su oficina. Posteriormente, dejó el teléfono y comenzó a vestirse para salir a la oficina, ya que se le había hecho tarde.
A las 8:30 de la mañana volvió a revisar el móvil, pero se desilusionó al ver que "su chico virgen" no contestaba. Entonces pensó que quizá él se había desvelado, por lo que aún estaba durmiendo. Con esto en mente, mejor guardó el artefacto en su bolsa y salió de su casa rumbo a la parada de autobuses.
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Leo, mi chico zanahoria
RomanceMientras algunos hombres son expertos en ligar, Leo es todo lo contrario. Debido a las constantes burlas y rechazo por el color de su cabello, nunca ha tenido novia ni ningún tipo de contacto con las mujeres. Un día conoce a Maddie, una chica atrevi...