Capítulo 4- Culpa

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(Este capitulo contiene +18)

[Perdón por no actualizar pero me gusta escribir estos capítulos con detalle y como recompensa por hacerlos esperar el capítulo es mucho más largo de lo habitual].

Hinata miraba con un sonrojo al alvino frente a ella, aquel collar que había sido puesto en su cuello le iso sentir una gran ternura por aquél gesto de parte de su ahora esposo, su esposo... él hombre que le dijo que aquella noche la haría su mujer, se sentía nerviosa.
¿Y si no era capas de satisfacer al alvino? Eso era lo que más temía que su esposo la mirara como una inútil que no servia ni siquiera para satisfacer a su marido, que la viera como un estorbo, tal y como la veía su padre y el resto del clan.
La Hyūga se quedó un momento en blanco pero salió de sus pensamientos al sentir que una mano tomaba su mentón con delicadeza haciendo que sus ojos conectarán con los ojos color celeste del alvino que la miraba con una serenidad imperturbable -Espero que estés preparada mi reina- al terminar de decir aquellas palabras se acercó lentamente a la ojiperla para terminar besándola con una suavidad y ternura casi infinita, la Hyūga que estaba nerviosa se fue relajando a medida que el beso avanzaba dejándose llevar por la calma que le transmitía el Otsutsuki, al separse para poder tomar oxígeno el alvino miró a la peliazul preguntando -Estas lista para esto?- la peliazul dudo unos segundos pero finalmente posó su mirada en el alvino y asintió afirmativamente, al ver esto el chico de ojos celestes sonrió y volvió a besar a la Hyūga con la tranquilidad y serenidad que demostraba sólo a su querida esposa, Hinata al ser besada nuevamente sintió una calides en su corazón, calides que estaba segura que jamás había sentido al estar cerca del rubio Uzumaki.
La ojiperla simplemente se dejaba guiar por su esposo, él cual la recostó en la cama con suma delicadeza, rompiendo el beso se deslizó hacia el cuello de la fémina en el cual depositaba besos cargados de amor y pasión. La joven estaba tan sonrojada que fácilmente se podía comparar con un tomate, el alvino aún besando la pálida tez de su esposa deslizó su mano izquierda a la cintura de su mujer buscando el Obi de la yukata, encontrado el nudo que aprisionaba la prenda al cuerpo de la ojiperla.
Al desatar el Obi se sentía como si estuviera cometiendo un delito, delito el cual estaba dispuesto a cometer. Separándose del cuello de la fémina la miró esperando una señal de asentimiento por parte de su esposa para quitar la tela de la yukata que cubría la suave piel de la chica, continuo al ver como la peliazul asentía con un sonrojo en sus mejillas, se veía tan tierna, sabía que su esposa era virgen y el hecho de que la estuviera desvistiendo para posteriormente hacerla suya le hacia pensar que estaba cometiendo un sacrilegio.
Sin más deslizó la prenda por la piel de la chica quedando fascinado por su bello cuerpo, unos pechos redondos y suaves a simple vista, unas caderas con unas curvas que lo volvían loco y sus muslos suaves. A su parecer su esposa era perfecta.

Hinata estaba sonrojada a más no poder le parecía imposible, el que ella estuviera semidesnuda frente a Toneri y no se hubiera desmayado por la vergüenza. Pero no quería ser la única en esa situación haci que dirigió sus manos hacia los hombros de su esposo esperando un asentimiento que se le fue dado de inmediato, deslizando la yukata azul marino que portaba el alvino, dejo el pecho del alvino al descubierto, viendo sus músculos, se sonrojo al ver como este la veía con un sonrisa embobada. El alvino esta vez sin pedir permiso, tomo a la chica de la cintura y en un rápido movimiento habían cambiado de lugar, ahora el estaba recostado en la cama y la Hyūga estaba sentada en su pelvis.

-T-toneri-kun- susurro la ojiperla con un sonrojo ya que sentía que su intimidad rozaba con un bulto que por la posición en la que se encontraba ya sabía que era.
El ojiceleste la miró con un pequeño sonrojo en sus mejillas, tras observarla unos segundos la beso poniendo una mano en su nuca y la otra en su cintura, la acercó a él haciendo que sus cuerpos sintieran el calor que emanaba del otro. El alvino subió lentamente su mano por la espalda de la fémina hasta llegar al broche del bracier que aprisionaba los pechos de su esposa y no dejaba contemplarlos como el quería, desabrochando el bracier negro que portaba la peliazul, se lo saco tirando lo descuidadamente a un lado de la cama.
Al sentir que ya no tenía su bracier la ojiperla se separo del alvino sonrojada mirando al ojiceleste el cual tenía sus manos posadas en su cadera aferrándola a el con fuerza pero no con la fuerza como para lastimarla, fuerza como para evitar que se fuera. La Hyūga aún sonrojada trató de ocultar sus pechos, cosa que para su mala suerte terminó peor ya que al intentar cubrirlos con sus brazos sus pechos se resaltaron más dejando que sus nervios volvieran, la peliazul miró hacia otro lado por la vergüenza que sentía, pero no miro por más de cinco segundos hacia otro lado cuando sintió que Toneri se sentaba con ella aún en su pelvis. Toneri la miró con un sonrojo notable y tomó los brazos de la peliazul y los aparto de sus pechos y le dijo -No ocultes tus pechos, no tienes porque sentir vergüenza, eres mi esposa, mi reina. Una reina como tú no debe avergonzarse de sí misma- al escuchar estas palabras la ojiperla abrazo al alvino derramado unas pequeñas lágrimas diciéndole -Arigato Toneri-kun, arigato- pronunció la ojiperla, pues Toneri tenía razón, ella no tenía porque avergonzarse frente a su esposo, no ella ya no era débil, ya no.
En cambio el alvino se había sonrojado, ya que con el abrazo que le proporciono su esposa sentía los senos de esta contra su pecho y eso hizo que su "amiguito" despertara completamente y aún peor para el ojiceleste la peliazul estaba sentada en su intimidad y al sentirla contra la suya se movió un poco haciendo que ambos sintieran placer.

Por un momento ambos se quedaron estáticos puesto que esa sensación era nueva para los dos, fue entonces que la primera en hablar fue la ojiperla. -T-toneri-kun...l-lo que s-siento a-ahí a-abajo e-es...!?- pronunció roja la chica.
Toneri simplemente asistió sonrojado, pero lo que que hizo la peliazul le sorprendió, pues está lentamente empezó a mover sus caderas en círculos sobre su miembro. Esto produjo que el alvino se calentara, entonces, en medio de la ola de placer que le proporcionaba su querida reina decidió hacer lo mismo empezando a masagear los pechos de la fémina.
Ambos sumergidos en el placer empezaron a dar leves gemidos, el alvino ya algo impaciente cambio de posición con la ojiperla quedando él arriba de ella, Hinata estaba con sus mejillas ruborizadas mirando expectante a su marido, él cual la beso esta vez con pasión y lujuria, sintiendo su mano bajar por su cuerpo llegando hasta su intimidad quitando su braga húmeda empezando a preparar su entrada ya bastante mojada.

Entonces cuando el alvino decidió que ya había preparado lo suficiente a la peliazul este se separo de ella para poder respirar y de paso ver a su amada reina sonrojada tras estar preparando su entrada. El alvino se sacó completamente la yukata que aún cubría su parte inferior y también se sacó su boxer/calzoncillo dejando su miembro al descubierto haciendo que la fémina se sonroje furiosamente. Esto provocó una leve risita por parte del ojiceleste, volviendo a besar a la ojiperla separando un poco sus labios para preguntarle -estás lista?-
Hinata respondió con un asentimiento positivo a la pregunta de Toneri. Entonces el alvino posiciono su miembro en la entrada de la fémina, introduciendo su miembro con cuidado para que la chica sintiera el menor dolor posible. Hinata estaba recostada observando como su esposo ponía su miembro erecto en su entrada, sintió como su esposo introducía su miembro lento, al principio sintió dolor cosa que Toneri notó quedándose quieto mirando a su esposa la cual espero unos minutos para acostumbrarse. Cuando ya estaba lista movió sus caderas dando a entender al alvino que podía comenzar, este empezó a dar embestidas lentas pero a medida que pasaba el tiempo iba aumentando la velocidad, escuchando encantado los gemidos de su mujer. -H-ha~ T-toneri-kun h-ha~ da-dame m-más~- eran las palabras ahogadas entre gemidos dichas por la ojiperla, que Toneri obedecía con placer embistiendo más rápido a la fémina, ambos perdidos completamente en la lujuria se entregaban el uno al otro.
Cuando estaban ya en el clímax el alvino entre jadeos dijo -H-Hina m-me voy a c-correr- la Hyūga al escuchar esto rápidamente enredo su piernas alrededor de la cintura del alvino evitando que saliera de su intimidad, mirando a su esposo diciéndole -A-aslo~ d-dentro de m-mi~- el alvino con una sonrisa dio la última estocada liberando todo su semen al interior de su esposa, la cual arqueo su espalda por el placer, pero en su mente apareció la imagen de un rubio desnudo encima de ella en vez de su esposo.... esto le iso experimentar una ola de...Culpa?, si, era culpa.
Culpa por pensar en aquel rubio justo cuando acababa de tener relaciones sexuales con Toneri, el cual se recostó a su lado con cansancio y antes de caer en los brazos de Morfeo le dedico una tierna sonrisa al la fémina, por el cansancio la chica se quedó dormida pero lo último que paso por su mente era aquel Uzumaki que aún no estando presente no le permitía amar al Otsutsuki como el se lo merecía....

×Te logré amar×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora