six for the unholy

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No se molestó en encender el aire acondicionado. Dejó que su visitante se pusiera cómodo y entró a su cuarto. No oyó los pasos de Jaehyun mientras se quitaba la chaqueta deportiva negra que traía y la tiraba al cesto, supuso que el chico se habría sentado en algún sitio.

Era un acontecimiento de lo más inusual, por no mencionar que, en su mayoría, Jaehyun había sido el causante de la presente situación. Le estaba dando algo de tiempo para reconsiderar en donde se estaba metiendo. Decir que tenía una vaga idea de porque Jaehyun estaba actuando así era una mentira banal, pero no necesitaba ser un experto para comprender que la desesperación lleva a la gente a cometer locuras a niveles extremos. Tal vez él no era el único que había tenido un día de mierda. Quién sabe.

El único beneficio era que ganaría algo de dinero extra, eso nunca estaba de más. Johnny tenía una mentalidad de tiburón insaciable. Tomaría las oportunidades a la primera que se le presentaran, sin cuestionar mucho los métodos implicados.

Se lavo la cara, se cambio la camisa a una franela blanca y se puso un gorrito de lana para cubrirse la greña oscurecida y medio despeinada. Rebusco en la cajita de madera que tenía oculta debajo del colchón, saco un par de billetes, y finalmente regreso a la sala de estar. El visitante, como dedujo, estaba sentando en el pequeño sofá que tenía frente al televisor, estaba jugando con el encendedor y tenía la mirada perdida. No se inmutó cuando apareció, siguió mirando a la pared sumido en un silencio aturdido.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó y camino a la cocina sin esperar respuesta. Abrió el refri, encontrándose con el típico panorama; envases que contenían sobras que se comería "luego", algunos postres que le habían regalado, varias botellas de agua y latas de cerveza. Tomo dos latas y un pedazo de tarta de fresa guardada en una caja plástica transparente—. No tengo mucho para ofrecerte, pero es mejor que nada.

Puso la comida en la mesita en el centro de la sala, al alcance de Jaehyun. Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, abrió su cerveza y le dio un reconfortante sorbo. Para ese punto de la vida, aquella bebida era como agua. Incluso mejor.

—Maravilloso.

Jaehyun también destapó su bebida y la probó sin decir nada. Su actitud le recordó a Johnny a un niño que ha hecho algo malo y está esperando que el adulto que lo descubrió empiece a gritarle y regañarle por ello. Evitaba el contacto visual, movía las manos con inquietud, su postura estaba tensa, a la defensiva. Cualquier cosa sería capaz de hacerle explotar de nuevo, aunque no era la opción más ideal. Pensó en una manera de aliviar el ambiente para que el chico sintiera que tenía espacio suficiente y que podía pensar con tranquilidad.

—Bien, escucha —empezó a hablar, dejando la lata a un lado y abriendo la cajita del postre. El olor a la crema dulce era fuerte, lleno el aire del lugar—. Lo que sea que quieras hacer, no te voy a juzgar. Suelo hacer las mierdas más denigrantes y obscenas que te puedas imaginar, casi todos los días —hundió un dedo en la cobertura de la tarta y lo arrastro para acumular un poco en la punta, la cual se llevó a los labios en un gesto sencillo—. No me importa mientras me paguen. Y la confidencialidad es sagrada para mí. Podemos firmar algo si te hace sentir más seguro, pero te juro que yo no estaría menos perjudicado si se me ocurre hablar de estas cosas con otros. Sin presión, ¿entiendes? Puedes pensarlo mientras-

—No quiero —la voz de Jaehyun interrumpió su diálogo, que empezaba a sonar tedioso. Al menos había logrado hacerle hablar. No quiero pensar en esto—. Si lo hago me voy a arrepentir y posiblemente voy a terminar partiéndote la cara.

Johnny asintió con una sonrisa estupefacta.

—Válido. Que sea simple, entonces. ¿Lo has hecho con un hombre antes?

bad boys in the way of heaven || johnjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora