sixteen, thanks god

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El concepto racional de tiempo se desvaneció. Al menos, para ellos, una hora dejó de ser un conjunto de sesenta minutos. Todo lo que quedaba era un largo espacio indefinido, infinito. El tiempo seguía corriendo, pero no de la misma manera, cuando volvieron a encontrarse. Naturalmente, cualquier cosa que quisieran explicar o discutir no era tan urgente o relevante para reemplazar la necesidad que emanaba como un veneno de sus cuerpos.

Para el momento en el que Jaehyun regresó al edificio, se encontró con Johnny todavía encogido al pie de la escalera. Tenía los ojos perdidos, carentes de emoción, rojos por las lágrimas. Jaehyun pensó en que nunca había visto a una persona tan físicamente destruida, nunca había tenido frente a sí una mirada tan desolada. Johnny no se dio cuenta de que su vecino había llegado sino hasta que sintió una mano tirando de la suya, arrastrándole fuera de su posición. El mundo a su alrededor le mareaba, el suelo se sentía inestable cuando trataba de poner un pie delante del otro. De no ser por la mano de Jaehyun sujetando su antebrazo, habría terminado tendido de largo a largo.

Entraron en el apartamento de Jaehyun. Estaba oscuro, aunque no lo suficiente para que fuera necesario encender las luces. La iluminación natural le daba un aspecto azulado a la sala, los objetos parecían replicas de hielo de lo que era en realidad. El efecto aplicaba para ellos también; dos intentos de personas, con hielo en lugar de carne, frialdad pura en lugar de corazones.

Se quedaron un momento parados en medio de la estancia, pensando muy poco, esperando. El primer tirón era siempre el más complicado.

—Te ves horrible —Jaehyun, con la característica media sonrisa sardónica bailando en sus labios y convirtiéndole en un lobo hambriento, miró de reojo a su presa. Johnny no se inmutó, no tenía las mínimas fuerzas para replicar algo inteligente.

Se movieron en un silencioso acuerdo, deshaciéndose de los elementos innecesarios como las prendas de ropa y las imágenes de las personas que residían en sus memorias, hasta quedar uno sobre el otro en el mueble más largo. Johnny pasó el dorso de su mano por la mejilla de Jaehyun en cuanto le tuvo bien acomodado encima de su regazo. El gesto, llevado a cabo con cierta rudeza, bastó para desmantelar la capa de maquillaje.

—Tú no te ves mucho mejor —se le ocurrió soltar antes de que sus dedos alcanzaran la nuca de Jaehyun y jalaran de él hacía abajo, empezando un beso agridulce y desesperanzado.

El tiempo no era el único concepto del que habían perdido noción. Con cada movimiento, cada toque, cada exhalación, cada gemido descontrolado, sus auto conceptos iban evaporándose y desapareciendo. Era un proceso lento, ligado estrechamente al acto de entregarse al otro, creyendo que el placer podría borrar la inmensa soledad. La boca de Johnny recorrió el cuello de Jaehyun, llegó hasta la clavícula y bajó un poco más hasta los pezones. Jaehyun suspiró, mordiéndose el labio inferior, y su cabeza cayó hacia atrás con un escalofrío.

"Tal vez haya una respuesta a mis problemas si llegamos al final de esto." Eso era lo que pensaban mientras Jaehyun se apoyaba con ambas manos en el pecho de Johnny y abría las piernas, y Johnny dirigía su miembro a la entrada de Jaehyun reteniendo un gruñido en su garganta. Las sensaciones eran familiares, casi reconfortantes. Sabían encontrar los puntos sensibles y las maniobras adecuadas para que sus jadeos se volvieran un coro descoordinado. Las embestidas de Johnny se encontraban con las caderas de Jaehyun, que parecían moverse por su cuenta y crear un ritmo contrario. No era sexo común, estaban buscando una manera de redimirse, usando el deseo y la lujuria como excusa. 

Esto es lo que habían estado haciendo, una y otra vez, esperando el mismo resultado- uno que parecía posible solo cuando estaban así de cerca. Anhelaban tanto encontrar un sentimiento verdadero que llenase el vacío, que estaban dispuestos a quitarse las mascaras y dejarse ver por quienes eran en realidad. No había nada cubriendo sus rostros, los rostros reales que solían ocultar del mundo exterior. Los padres de mierda, las noches de alcohol y cigarrillos apagados en los muslos, los ojos llenos de repulsión de una chica que se da cuenta de la gran broma que le ha estado jugando la persona de la que se enamoró, el miedo al despertarse a mitad de la noche y no poder moverse al sentir las mismas manos que le pagaron la comida tocando su cuerpo, el impulso de estrellar el auto en medio de la carretera para ver cuántas personas irían a visitarlo al hospital, los vasos de whisky reflejando una cara miserable-

bad boys in the way of heaven || johnjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora