𝓒𝓪𝓼𝓽𝓲𝓰𝓸 𝓸 𝓫𝓮𝓷𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷

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Era una noche tranquila, dos hermanos se encontraban sentados en la sala disfrutando de una película. karaku y Urogi veían una película romántica que a su parecer era muy interesante, hasta ahora todo normal pero de pronto pasó una escena sexual. La manera en como se veía en la pantalla hizo que ambos hermanos se calentaran, voltearon a verse y sonrieron. De los cuatro hermanos eran los más traviesos.

Apagaron la televisión y se fueron al cuarto agarrados de las manos.
Urogi empujo hacía la cama a su hermano, sonrisas pícaras se daban. Así que se coloco encima de su regazo, besos juguetones intercambiaban, movía sus caderas rozando su trasero con el miembro ya despierto creando una fricción sumamente deliciosa, los gemidos salían de ambos. Karaku recorría aquel delgado cuerpo, esos movimientos de cadera que el otro hace solo lo ponen más cachondo.

Mientras en otro lugar de la casa hantengu se podía observar a sekido leyendo un libro, se veía tan concentrado, el mayor se sentía tranquilo nada perturbaba su paz, pero de repente empezó a escuchar gemidos trató de ignorarlos pero cada vez más se escuchan cerca y muy alto.

Pero que mrd pensó.

Cerró su libro y dejó sus lentes en la mesita de anoche, los sonidos se escuchaban muy cerca así que decidió averiguar de donde provienen.
Salió de su cuarto, se fue guiando por el ruido hasta llegar a la habitación de karaku, se escuchan gemidos y quejidos quiere creer que el otro solo está viendo porno o algo por el estilo pero se escuchan muy fuertes como para ser de un vídeo.

Como dicen por ahí la curiosidad mato al gato, giró la perilla de la puerta y lo que vio lo dejo en shock. Los gemidos provenían de sus dos hermanos, sintió que se le bajo la presión... no podía creer lo que veía, los otros dos no se habían percatado de su presencia, Urogi seguía brincando encima de la polla de su hermano karaku, gemían de placer pues el otro penetraba su punto dulce pero cuando volteo hacía la puerta vio a sekido. Paro de inmediato, eso desconcertó a karaku , así volteo para ver quien había interrumpido y vio parado a su mayor.

Sekido aparte de estar en shock sentía punzadas en su parte baja, tuvo una erección por ver la escena de sexo de sus dos hermanos, se siente enfermo.

-Oe sekido, quieres unirte -llamó Urogi sacando su lengua por diversión pero al no recibir respuesta, saco el miembro del otro y agarró una sabana para cubrirse aunque no le importaba ni le daba vergüenza que lo viera desnudo ha estado en peores situaciones, camino hasta donde estaba su hermano mayor como vio que este no reaccionaba lo agarro de su muñeca jalando lo hacía la habitación, tenía un plan exquisito... karaku entendió la intención del otro. Intercambiaron miradas, esta vez cerró la puerta de atrás con seguro. Empujó a su mayor a la cama.

Sekido aún en shock no se habían dado cuenta que estaba acostado en la cama, reaccionó cuando lo acariciaron - Pero que mrd- fue interrumpido por unos labios, abrió bastante los ojos al ver que karaku lo estaba besando, quería empujarlo pero alguien más le agarro de las manos, miro de reojos y vio a Urogi. Este solo lo veía con lujuria, esa mirada le daba escalofríos.

Urogi sonrió pícaramente, prosiguió a desabrocharle rápidamente los botones de su camisa, casi rompiéndolos. Mientras que karaku lo seguía besando, guió sus manos hacía los pantalones desabrochando con prisa y de paso bajar sus bóxer.

-vaya seki~ con que eres un traviesillo- lame a lo largo de su cuello al igual que al mismo tiempo pellizca los botoncitos rosados -te pone duro ver a tus hermanos follar- el mayor solo da quejidos suaves, le está gustando la sensación... trata de reprimir los vergonzosos ruidos que quieren salir de su boca.

Se separan por la falta de aire, ya podía respirar bien, karaku sonreía y acaricia esos labios apetitosos, ya quiere tenerlos en otro lado. Se acerco de repente al otro- Tus labios saben a cereza querido- lame sus labios- que tal si avanzamos, juramos que sentirás placer- sekido estaba en su mundo, pensando por lo que pasaba y escuchaba, no entendía ni un carajo-
Solo veía como estos dos empezaban a intercambiar de lugar, de pronto se siente atemorizado, toda su piel se pone chinita por lo que vaya a suceder. Gimió al sentir como succionaba su cuello, Urogi seguía apretando sus pezones pero a la vez los estiraba cosa que le causaba escalofríos. Todo su cuello lo sentía mojado no quiere ni imaginar si este le deja marca.

𝕺𝖓𝖊𝕾𝖍𝖔𝖙'𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora