Entré a la sala de clases con mucho nerviosismo, era mi primer trabajo, y que me costó demasiado conseguir. Lamentablemente no hay mucho trabajo para una profesora de matemáticas recién egresada de la universidad con 24 años. Menos con la educación y los jóvenes cómo están ahora, ellos solo piensan en divertirse, sexo y ser famosos. Recuerdo que yo nunca fui así, recuerdo que a mí siempre me gustó aprender, tal vez por eso me volví profesora, para alimentar esas mentes con sed de conocimiento.
En cuanto entré a la sala, pude notar las risas y el desorden, papeles en el suelo, gritos por todos lados; la cabeza me retumbó en un segundo. Miré a todas las niñas del salón, quienes parecían inmunes a mi presencia ahí. Excepto una. Ella me miró con detención, siguiendo todos mis movimientos, sus ojos se encontraban vacíos, no parecían tener expresión alguna.
— Ya cállense.— escuché decir a una chica de pelo corto, quien parecía tener mucho dominio de sus compañeras, quienes obedecieron de inmediato, para formarse tras sus escritorios y ofrecerme una pequeña reverencia.
—Buenos días.— las saludé imitando su saludo, tratando de controlar mi nerviosismo con respiraciones profundas.
—Tomen asiento.— dije de inmediato, observando cada uno de sus movimientos, viendo cómo unas chicas murmuraban, otras se burlaban y otras se mantenían en silencio.
Al parecer mi presencia aún me ayuda para controlar ciertas situaciones. Anoté mi nombre en la pizarra, y me senté en mi escritorio, no suelo dar mucha información respecto a mi cuando trabajo, no soy como esas profesoras que hablan de sus hijos, estudios o viajes, así que solo tomé la lista de las alumnas en mis manos.
No era un grupo muy grande, estás escuelas privadas no aceptan más de 20 estudiantes por curso, lo cual es muy ventajoso para mí, ya me volvería loca con el bullicio de 40.
—Digan presente cuando las nombre.—les indiqué, ellas asintieron. Comencé a leer nombre tras nombre, tratando de practicar la pronunciación de aquellas palabras en mi mente, pues no hay nada más difícil o vergonzoso que no saber cómo se llaman tus alumnos.
—Profesora.— escuché de pronto, así que solo alcé la vista. Una chica se mantenía con la mano alzada, así que la apunté para que pudiera hablar.—¿Acaso no se va a presentar como el resto de los maestros?
—Sana, no seas intrusa.— interrumpió antes de que pudiera abrir la boca, la misma chica que antes les había ordenado guardar silencio.
—Jihyo es solo una pregunta para que la conozcamos mejor.—respondió molesta la aludida.
—No hay problema...— respondí mirando a la famosa Jihyo para que me diera su nombre.
—Park Jihyo.— me contestó la chica.
—Muchas gracias Jihyo, no hay problema con un poco de curiosidad, cierto señorita..
—Minatozaki Sana.— respondió la joven.
—Está bien, ¿qué es lo que quieren saber?— respondí sin darle mucha importancia.
—¿Qué edad tiene?— me preguntó de inmediato Sana .
—Tengo 24 años.— respondí, viendo cómo empezaban a comentar entre ellas mi edad.
—Wow, es muy joven.— murmuraron entre ellas.
—¿A qué edad entró a la universidad?— me preguntó una chica de piel muy pálida.
—A los 17 años, señorita...
—Dahyun.— dijo ofreciéndome una tierna sonrisa.—¿Es superdotada?— me preguntó otra chica, causando la risa de sus compañeras, lo cual me contagió un poco.
—Nayeon por Dios, eres tan tonta.— se burló una chica.
—Cállate tú Jeongyeong.
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QUIET | MICHAENG [+18]
FanfictionReservada, fría y llena de secretos. Así es como sus compañeras de clases describen a Chaeyoung. Y al parecer nadie puede librarse de su encanto misterioso, ni siquiera una joven profesora. Ustedes saben que muchas veces, las más silenciosas son las...