cuti romero

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—Lautaro, estás en pedo, no vas a manejar.
Le explicaba por tercera vez a mi novio, que había estado tomando cualquier cosa con el Kun y Lo Celso.

—Te juro... que 'toy joya.
Sus palabras se mezclaban al hablar de tanto alcohol que había en su sangre, había estado tomando toda la noche y no quería parar. Hacía ya una hora que me quería ir, pero no iba a dejar que me lleve en ese estado y yo también estaba en pedo como para manejar.

La música continuaba, y esta vez era Enzo quien estaba a cargo; ponía cumbia, regguetón viejo y a veces cuarteto gracias a Paulo y Cristian.

Estos dos últimos cordobeses eran los del auto, por ende estaban "sobrios" (El ex Belgrano había tomado un poco de fernet, pero nada que no se pueda disimular)

—Milena, cortala. Dios... Cuti, ¿no la llevás a casa? está insoportable.

Pidió Lautaro haciéndose el sobrado adelante de los amigos, provocando una clara expresión de enojo en mi cara. Me hervía la sangre cuando se hacía el canchero dejándome mal, siempre decía que era una loca y si se lo echaba en cara, una dramática de mierda.

Andate a la bosta, forro de mierda. Me voy caminando
Murmuré y agarré mi cartera con la idea de irme sola.

—Bue, bue. No le hables así, no te hizo nada.—Saltó el Cuti a bajarle los humos—Te llevo, preciosa. No hay drama.

Susurró su última oración para que solo nosotros dos pudiéramos escucharla; no pude evitar sonreírle, su acento de Córdoba Capital me podía completamente, sus labios gruesos y su guiño en el ojo lo hacían el hombre mas atractivo del país, pero yo, boluda, nunca me animé a hablarle de esa manera porque no notaba esa intención en él. Cristian es muy amigo de mi novio y era una forra si lo cagaba con él, por más que me lo haya cruzado en Córdoba un par de veces nunca tuvimos nada a pesar de las ganas que nos teníamos.

—¿Alguien más pinchó? —le preguntó Cristian a Dybala, quien negó con la cabeza suponiendo que no, porque estaban todos pasándola bien.—Vamo' entonce'

El morocho cordobés agarró las llaves de su auto blanco y antes de subirse abrió la puerta de la quinta para que salgamos.

Ambos nos subimos a su auto, metió las llaves y arrancó este mismo luego de bajar el volumen de la radio. El auto se llenó de su perfume tan exquisito, tenía olor a Cristian.

Se notaba una inquietud en Cuti, yo lo miraba y notaba que estaba queriendo decir algo pero no encontraba las palabras justas.

—Lautaro es un pelotudo. —soltó de la nada después de un silencio— Tiene tremenda mina y no la aprovecha, culia'.

—¿Tremenda mina? — pregunté haciendome la inocente mirando su perfil, las ganas que le tenía se me notaban.

Asintió con la cabeza mientras manejaba con su mano tensa.

—No sabés lo que te haría yo si fuese el Toro. — soltó luego de unos segundo en voz baja pero perfectamente audible, tomando el volante con una sola mano y la otra en su pierna.

De repente, bajó su mano que estaba firme en el volante para llevarla a mi muslo, y ahí acariciarlo de arriba a abajo.

Su mano grande y fuerte se deslizaba desde el borde de mi vestido hasta mi muslo, su mandíbula estaba marcada y esbozaba una pequeña sonrisa con una pizca de ego: sabía que me tenía a sus pies.

Mentiría si dijese que no me moría por gritar su nombre, mientras me insultaba con su acento cordobés y me besaba con sus labios carnosos.

Se me hacía agua a la boca.

—¿Y qué me harías?— contesté mientras miraba sus ojos oscuros y sonreía, siguiéndole el juego.

—Mirá que si me dejás freno el auto acá mismo. —Contestó mirándome de reojo para luego volver a dirigir su vista al frente.

Segundos después de emitir esa oración que hizo que mi tanga se empape de fluidos; el jugador del Tottenham dobló a la derecha de la ruta y frenó el auto.

—De esta no te salvas, Maitena. Te voy a hacer mierda y te vas a ir a lo de tu novio con las piernitas temblando.

Exclamó segundos antes de atacar mi boca con pasión. Sus labios gruesos eran perfectos. Metió su lengua para unirla junto a la mía en un beso desesperado, mientras me agarraba de la cintura con una mano y con la otra jugaba con mi mentón.

Al separarnos, desabroché los botones de su camisa blanca, dejando ver sus abdominales marcados. Mordí mi labio inferior tocando aquellos hasta que Cristian se cansó y bajó los breteles de mi vestido y sacandolo hacia arriba, el cordobés sonrió al notar mi conjunto de lencería negro.

Na', que trola que sos. — susurró mojándome aún mas.

Desabroché mi corpiño y Cuti lo tiró en el asiento de atrás, entonces manoseó, besó y mordió mis tetas haciéndome suspirar.

—¿Estás mojada, negrita? —dijo después de tocar la tela de mi tanga— ¿Yo te mojo o te moja el cornudo de tu novio?

—Vos, vos.. —Jadeé mientras Cristian seguía tocando.

Corrió la tela a un lado y luego de tocar un poco, deslizó dos de sus dedos en mi interior y empezó a hacer un vaivén con sus dedos.

Evité gemir, pero jadeba sólo por sus dedos.

—Andá para atrás. —ordenó sacando sus dedos de mi interior — Y en cuatro.

Fui gateando y moviendo mi culo en círculos para provocar al cordobés, y recibí una nalgada a mitad de camino que me hizo chillar.

Pegame, Cuti. — Exclamé con total excitación.

El morocho sonrió y volvió a pegarme en la misma nalga, me transmitía tanto dolor que me encantaba.

Me refregó su miembro haciendo que lo desee más adentro mío, hasta me hizo pedirlo en voz alta. Finalmente, el cordobés escupió en mi culo y empezó la joda.






 Finalmente, el cordobés escupió en mi culo y empezó la joda

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este hombre es real???

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