Capitulo VI

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Se relajo tanto que se quedó dormido.

Esa fue la conclusión a la que llegó Faraón. El hombre de porte serio y mirada dura estaba de pie aun lado de su rehén que apoyaba la cabeza sobre sus brazos recargados en el frío mármol del suelo.

¿Era posible tener una piel tan blanca, delicada y simplemente bonita en una persona como Seto Kaiba?

Cuando se le ocurrió la brillante idea de secuestrarlo pensó que iba a tener que drogarlo, atarlo y encerrarlo para que no le causará problemas. Sin embargo ahora estaba seguro de que iba a causar muchos problemas estando quieto.

Su cabello castaño estaba humedo y caía con gracia sobre su cuello. No quería despertar a Seto, pero era hora del almuerzo y su madre iba a enfadarse si no estaban en la mesa.

¿Por qué no mando a otro?

Se reprochó a si mismo su jodida terquedad, si no hubiese estado celoso de que alguien viniera a despertar a Seto no estaría en este problema.

El problema de darse cuenta, que Seto le gustaba.

¿Cómo podía gustarle alguien que acababa de conocer?

¿Alguien tan descarado y sarcástico que creí conocer?

¿Por qué creía que Seto era Seth?

"Tan solo despierta a este tipo y llévalo al comedor" - se dijo a si mismo. Ya harto de mirarlo y aguantarse las ganas de entrar con al agua él también.

- Seto - llamo inclinándose para moverlo un poco.

Seto dió un gruñido molesto y abrió los ojos - mhm ¿Que quieres?

- Te arrugaras si sigues ahí - su voz suave y baja resonó en la amplia habitación - tienes que salir.

- mhm - Seto frunció los labios, debía estar soñando algo lindo, se tallo los ojos, enderezó la espalda y lo miro.

Lo miro por un par de segundos suficientes para que Faraón le sonriera y viera como poco a poco un intenso rubor cubría la cara de Seto antes de que todo Egipto lo oyera gritar - ¿QUE DEMONIOS HACES AQUI?

Marik y Bakura levantaron la vista desde el comedor hacía el techo, allá arriba debía pasar algo interesante.

Tan interesante que al respetado Faraón le estaban lanzando cualquier cosa que hubiera en el cuarto de baño a la cabeza mientras le gritaban insultos en japonés.

- ¿QUIEN TE MANDA A ENTRAR CUANDO ME ESTOY BAÑANDO? JODIDO PERVERTIDO.

- ¿ME LLAMASTE PERVERTIDO? OYE, VINE A LLAMARTE PARA EL ALMUERZO, YO QUE CULPA TENGO DE QUE ESTES . . .

- LARGO DE AQUI, VUELVE CUANDO ME VISTA - Seto se puso una toalla a la cintura, salió del agua tan rápido que el pobre secuestrador apenas pudo saber que lo estaban empujando fuera del baño

- YA, YA , ESTA BIEN - lo empujaron fuera del cuarto de baño que estaba dividido de la habitación por una cortina gruesa de seda azul con detalles dorados la cual ondeo de forma violenta a falta de golpe para azotar - ¿Al menos tienes ropa limpia? - grito desde el otro lado.

- Si, si. Tu chica "como sea que se llame" se tomó la molestia - le respondieron desde dentro.

- ¿Te refieres a Ishizu? - se sentó en la cama con los brazos cruzados a espera de que Seto saliera del baño.

Cuando lo hizo venía vestido de blanco. No el blanco puro, ostentoso y feo que llevaba hace unos horas. No.

Este era un blanco limpio, liso, suave y armonioso. No lo hacía ver cómo un maniquí más pálido que un muerto, resaltaba sus ojos, esos ojos audaces que estaban mirando a Faraón como si fuera un imbécil.

El secuestro (prideshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora