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Cuando estaba en tercer grado, Ying Zheng tenía un interesante amigo en uno de los hogares temporales en donde estuvo

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Cuando estaba en tercer grado, Ying Zheng tenía un interesante amigo en uno de los hogares temporales en donde estuvo.

Un pequeño rubio de mejillas regordetas y energía desbordante. Era varios años menor que él, pero si algo lo caracterizaba era que siempre estaba en dónde quería, y nadie podía decirle que no. Su personalidad libre y rebelde habían captado su atención, y no pasó mucho antes de que se hicieran buenos amigos.

En ese tiempo, tenían un juego que el otro chico disfrutaba de realizar: adivinar las vidas pasadas de los demás.

Incluso después de varios años, seguía recordando con cariño esos momentos.

La primera vez que vio a Chun Yan, pensó que era una reina, la madre de un gran rey. No podía pensar en ella como otra cosa. Irradiaba esa cegadora luz que aumentaba el aura imponente que la rodeaba.

Cuando conoció a Hades fue diferente. Por su rostro tranquilo y sonrisa sincera, no le hubiera extrañado que cualquier chica se perdiera en su mirada. Pero las chicas eran tontas, y preferían a tipos simples como Lucifer que lo único bueno que tenían era dinero de sus padres y un cuerpo para presumir. Ying Zheng era incapaz de entenderlas. Hades era talentoso en tantos campos, en la pintura, el deporte, las artes... y siempre era agradable y cuidaba de todos, en especial de su hermano. 

Sin embargo, aun sin comprender del todo eso, había algo que podía afirmar con claridad: la profesora de Literatura debía de haber sido una política en su vida pasada. De lo contrario, no existía explicación a cómo cada palabra que salía de su boca tenía la capacidad de dormirlo en unos segundos.

—Joven Zheng, no se moleste en despertar y prestar atención a la clase. Solo quería informarle que lo estaré esperando el próximo año que repita curso después de que repruebe.

A Ying se le heló la sangre.

Como si lo que escuchara fuera su decreto de muerte, se levantó de su asiento sobresaltado, ante la furiosa mirada de la maestra y las risas de sus compañeros. Para su clase, no era más que un día usual en el que su querido compañero aportaba de su humor característico, pero lo cierto era que a diferencia de otros días, esta vez sus palabras no le habían causado gracia.

—¡Pero tengo siete de promedio en el primer parcial! —intentó alegar, histérico—. ¡Solo necesito pasar el examen! ¡Tengo hasta acabar el semestre para recuperarme!

La mujer se acomodó los lentes rojos que no combinaban en lo absoluto con su cabello horriblemente teñido y sonrió.

—En eso tienes razón, no puedo reprobarte si pasas el examen —asintió con una tétrica sonrisa—. O así sería si pusiera examen. Para este parcial haremos exposiciones en parejas. La calificación será en grupo, así que si alguien no tiene equipo, automáticamente tiene cero de calificación final. 

—¡Pero somos 16 en la clase! —se quejó—. ¡Así que no puedo quedarme sin pareja como usted!

La profesora apretó con fuerza los dientes y habló:

𝑌𝑜𝑢 𝐵𝑒𝑙𝑜𝑛𝑔 𝑊𝑖𝑡ℎ 𝑀𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora