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JiMin sabe muy bien que necesita ayuda profesional, ya que no es normal consumir tanta comida en tan poco tiempo cada vez que sus emociones se disparan, sus mentados atracones lo ponen muy mal. No soporta verse al espejo porque su figura le da asco y luego quiere vomitar todo lo que comió, simplemente se hace el desentendido a pesar de ser consciente del problema que tiene.

Eso inició desde que tenía catorce años, comiendo por mera ansiedad y estrés, pero ahora a sus veintidós años llegó el momento en que está cansado de ser señalado como gordo, ballena o cerdo en todos lados. Han sido ocho largos años soportando críticas y burlas, por lo que finalmente decide aventurarse a bajar de peso, hacer dieta y ejercicio para poder llevar una vida tranquila. Es únicamente por paz que quiere hacerlo, pues JiMin podrá pesar 110 kilos, pero no tiene ningún problema de salud como: diabetes, colesterol, hipertensión ni nada parecido. Es cuestión de pura estabilidad emocional y amor propio, quiere dejar de ser visto por los demás con repulsión y que él mismo se lo tenga.

Así que sí, JiMin busco un profesional y saco una cita, el nutriólogo Min YoonGi, quien era muy reconocido en el área y que tenía muchas personas con resultados positivos. Se arregló, como hacía habitualmente, con un pants negro cómodo y su básica sudadera morada ancha que tanto le gustaba junto a unos tenis blancos. Estaba algo nervioso y se mordía las uñas por inercia, sus regordetes dedos ya estaban maltratados y rojizos de tanto.

La clínica le quedaba cerca, por lo que evitó subir a su automóvil y pensó que ir caminando sería un buen inicio para su proceso. Aunque era inevitable que al hacerlo, percibiera a las personas señalándole por su físico y soltaran comentarios, risitas y mucho más. Cuando logró llegar, ya no tenía la misma seguridad de antes, se imaginaba que el nutriólogo lo regañaría o lo trataría tan mal como cualquier otro haría. Después de todo, JiMin había sido discriminado incluso por su propia familia y tenía miedo de ser rechazado.

¿Qué haría si el profesional le decía que no quería ayudarlo? No pensó en eso antes y en ese momento ya no había marcha atrás porque solamente faltaban dos minutos para su turno y lo único que pudo hacer fue sudar por el pánico. El sitio estaba casi vació, había otro hombre en un asiento para consultar y muy a su diferencia este era extremadamente delgado, al punto de que sus huesos sobresalían. Y además, había dos enfermeras en la recepción, mujeres hermosas y de cuerpos tan curvilíneos que sintió un poco de envidia de ellas.

—No tienes que preocuparte, los doctores aquí son buenas personas, aunque las mujeres no tanto.— comentó repentinamente el chico delgado —Mi nombre es TaeHyung, mi consulta es con el nutriólogo Jeon JungKook ¿Y tú?— preguntó, intentando ayudarlo a distraerlo porque sintió pena por verlo tan ido.

—Park JiMin.— llamó una de las enfermeras en un grito agudo.

JiMin se puso de pie al instante, sintió que sus piernas temblaban y su respiración se tornó algo descontrolada. Se recompuso y observó a TaeHyung, pero no tuvo el valor de responderle, incrédulo de que siquiera le hablara. La enfermera lo miró extrañada y frunció el ceño ante su comportamiento, pensó "Que asqueroso" y se rió por lo bajo de las gordas mejillas rojas que tenía. Empezó a caminar para que la siguiera, lo pesó y le tomó su estatura, anotó la información en una tablita y luego lo llevó hacia el consultorio número dos.

—Doctor Min, le dejó a su próximo paciente.— informó la enfermera, dando un toque a la puerta y dejó el papel en el cubículo que colgaba antes de retirarse.

JiMin quedó confundido, pero pronto no supo ni cómo pensar adecuadamente porque el nutriólogo abrió la puerta y quedó embobado por su belleza natural. Min YoonGi era un hombre de su misma estatura, piel blanca, labios finos y rosáceos, cabello negro azabache, de ojos felinos y color almendra. Llevaba un traje de vestir negro que se ceñía a su perfecto cuerpo y su bata blanca, era impecable y elegante. JiMin no supo en qué momento contuvo la respiración, tampoco pudo salir de su trance hasta que vio al contrario sonreírle extensamente y le mostró la sonrisa más tierna que haya visto nunca.

𝓒𝓾𝓻𝓿𝔂 𝓫𝓸𝓭𝔂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora