capítulo 6

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 ¡¡Eh, putita, ¿cuánto me cobras por dejarme meter mi polla en tu culo?!!

Tom apretó más fuerte la mano de su hermanito, quien devolvía la mirada al hombre que le gritaba, fuera de una ferretería, con una cerveza en la mano. Siempre que pasaban frente a ella, había muchos hombres bebiendo, y eran la razón por la que Tom no quería que Bill saliera solo, y tampoco, que salieran sin estar tomados de la mano, por si había alguna razón por la que correr, y no dejarlo detrás.

- ¿Qué, mocoso?- Bill abrió los labios, sorprendido de que se estuviera dirigiendo a él. Sintió que el corazón se le ponía a correr como loco. - ¿apoco no sabías que tu hermano es una puta?

Tom sabía que haber aceptado un trabajo tan descarado haría correr los rumores muy rápido en la colonia. Siempre lo veían regresar a casa en la madrugada, con chupetones en el cuello, y también, con notoriamente más dinero, y es que siendo todos de baja economía, se daban cuenta rápidamente cuando alguno de ellos empezaba a tener más dinero. Al principio pensaban que Tom simplemente había obtenido un trabajo, pero por su corta edad, asumieron correctamente lo que había sucedido, y es que había encontrado de la prostitución, un ingreso económico seguro.

Y sí, se avergonzaba de ello, pero sólo era cuestión de apretar el paso e ignorarlos. Y eso hizo.

- Ven, mi amor... – Jaló un poquito a Bill, quien devolvió la mirada a su hermano y asintió, dando un par de pasitos detrás de él, hasta que sintió que una mano ajena le daba unos golpecitos en la cabeza.

- ¿Y si mejor me dejas estrenar a ese niñito tan bonito? – Al escuchar la voz del hombre tan cerca de su oído, sus alarmas se encendieron y tuvo que mirar a su espalda y notar que el hombre alargaba la mano para tocar a Bill. Pero Tom lo jaló fuerte contra su cuerpo y gritó:

- ¡¡Lárgate de aquí, imbécil!! – El hombre le abrió los ojos, fingiendo sorpresa. Pero, aunque Tom era el hermano mayor, junto a ese hombre se veía diminuto; con su cuerpo flaquito, su estatura promedio. Aún tenía una carita andrógina, ni un solo vello en la cara; unas pestañas largas.

Incluso su voz era más aguda de lo que a él mismo le gustaría.

- Oh, deja que el niñito me la chupe un rato... ven... – Atrapó la muñeca del niño y lo jaló, logrando que Bill soltara la mano de su hermano, y, por el movimiento brusco, tuviera que caminar hacia donde el hombre lo llevó, apenas unos pasos lejos de Tom.

- ¡No! – Gritó, asustado. Tom cogió a Bill de la barriga, alzándolo contra su pecho y dándole la vuelta para que el hombre, entre risas burlonas, dejara resbalar su mano por la de Bill.

- ¡¡NO TOQUES A MI HERMANO!! ¡¡Hijo de puta!! – Su gritó salió a todo pulmón, y su desespero fue tal, que sus lágrimas también se presentaron ante sus ojos. El hombre se rio fuerte, mientras negaba y veía a Tom caminar a zancadas lejos de allí, hasta dar la vuelta por la esquina y desaparecer de su vista.

Tom bajó a Bill de sus brazos y caminaron de la mano hasta la parada de autobuses, los dos a pasos largos y en completo silencio, hasta que tomaron asiento en espera de su ruta. Fue allí que los labios del niño se encorvaron perfectamente hacia abajo, y sus ojos dejaron caer lágrimas gordas, una detrás de la otra, mientras su garganta se apretaba tanto que, en contra de su voluntad, un pequeño gruñido se escapó de sus labios, y el haberse escuchado ser ruidoso, le hizo darse permiso de serlo aún más.

Sé que fue por qué me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora