Capítulo III

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A la mañana siguiente al ponerse el brillante sol, el príncipe Valentine se vestía con las telas más caras y finas, Charlotte entró a la habitación con sirvientas detrás de ella, y en sus manos traía envueltas en telas de satin; Joyas preciosas.

VALENTINE;;
- Su Majestad me pidio entregarle esto personalmente príncipe Valentine - Exclamó Charlotte

Sonríe: - Gracias Charlotte, podrias ayudarme -

Ella sostuvo con delicadeza cada joya y lentamente la apoyo en mi cuello.

Me dirigí hacia las demás sirvientas y les órdenes retirarse, y sin refutar me dejaron solo con Charlotte.

- Se le ve contento - Dijo con curiosidad.

Sonreí ante su comentario.
- No suelo recibir ayuda de una hermosa dama -

Tome una de sus manos y con delicadeza besé sus suaves nudillos, mostré una cálida sonrisa en mi rostro y exclame:
- Tu belleza no merece permanecer en las oscuras sombras de las sirvientas -

- Durante años me has dicho lo mismo, y la belleza de la que hablas no me ha liberado, al contrario... Me ha tenido presa en este lugar durante largos años -

Respondí: - Tal vez tu suerte cambie... Algún príncipe cautivado por tu belleza, pedira tu mano -

- Ningún caballero desearía tomarme como esposa príncipe valentine - Exclamó con un tono de tristeza en su voz.

- Prometo que tu vida será diferente, pequeña Charlotte -

Ya en el baile, caballeros y doncellas bailaban al son del vals suave, el príncipe bailo con varias damas, pero la mayoría, para no decir todas... le aburrian, y rápido trataba de escapar de ellas.

Charlotte pasaba casualmente por allí y encontré la oportunidad. Tome su mano y la acerque hacia mi.

- Me concede esta pieza -
Ella dudosa asintió.

Empezamos a bailar alegremente aquella canción.

- Príncipe Valentine no tengo el honor... Visto las ropas más baratas y hacen ruido con sus caras telas - Dijo nerviosa.

- Eso no me impide bailar contigo pequeña - Sonreí.

- Príncipe... ¿Por qué me sigue llamando así? Su Majestad lo dejaba pasar de niños, pero ahora, podría ser descortés - Pregunto.

- ¡Porqué me gusta! Es una bella palabra para una dama tan bella, como tu, pequeña Charlotte -

Deprisa ella soltó mis manos y apenada se dirigió con las demás sirvientas. Yo me acerque a Edwin, el cual estaba acompañado de mis padres que permanecían de pie, admirando la alegre fiesta.

-Y bueno hijo... De todas están doncellas ¿Has elegido a tu prometida?

Perdido en mis pensamientos, un pequeño golpe de mi amigo Edwin, me hizo volver a la realidad. Respondi ansioso:
- Si padre... Ya elegí a mi prometida- Me incorpore y añadí:
- Pero solo hará acto de presencia si me hace una promesa -

Curioso Pregunto: - ¿Cual sería hijo mio?-

- Padre usted me dijo que podría casarme con cualquier dama que estuviera presente esta noche... Prometo que así será, pero quiero que usted prometa que respetara mi decisión y aceptara a mi prometida... sea quien sea -

Contentó: - ¡Lo prometo! -
Al final, para sellar la promesa mi padre y yo nos dimos un fuerte abrazo.

Charlotte al ver esta escena se enternecio, y lentamente se poso al lado de Edwin. Susurro:
-¿Que ocurre joven Edwin? -

Contesto: - El príncipe y su Majestad están sellando una promesa, pronto conoceremos a su prometida.

- ¡Que alegría! - Celebro en silencio

Firme mi padre exclamó:
- Prometo darles a ti hijo mio y a tu prometida, mi bendición -

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora