Capítulo IV

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VALENTINE;;
Muchas miradas se posaron en nosotros y mis padres mantenían una sonrisa de oreja a oreja.

- Bueno hijo mio, ¿Quien es la dama afortunada? -

Nervioso respondí: - Padre, la doncella que tomare como prometida... Esta frente a usted -

Confundido observo su alrededor y al ver el rostro de Charlotte, su cara cambio por completo.

- Si padre... La doncella que tomare como esposa es aquella que conocí a mis once años de edad, la cual hice mi sirvienta personal, Charlotte Bell. - Dije con firmeza.

Todos me miraron sorprendidos, el aura se volvió incómoda y el silencio sepulcral.

CHARLOTTE;;
Mi corazón empezó a latir muy rápido, la noticia me erizo la piel y empece a sentirme pesada. La presión en el pecho se hizo más fuerte ante la mirada de su Majestad, el cual me miraba horrorizado. No pude con tanto estrés en mi pecho y sali corriendo del lugar.

- ¡Charlotte! -
Valentine y Edwin fueron detrás de mi.

Corrí hasta el abierto campo de flores y caí al suelo agitada, sin poder respirar y con el corazón a mil, escuche las voces en eco de Valentine. Al levantar la mirada me encontré con sus ojos, de los cuales brotaban preocupación.

- Perdoname pequeña - Valentine me abrazo fuertemente hasta que mi corazón dejó de agitarse.

- Dime la verdad... ¿Que planeas al decir tal cosa frente a su Majestad? - Pregunte más calmada.

- Pequeña quiero que hagamos un trato... -
- Quiero que te cases conmigo... Y cuando me vuelva Rey... Quiero que nos divorciemos- Siguió.
- Pequeña, te prometo que si aceptas esto, te daré todas las riquezas que una dama merece, joyas, hermosos vestidos, una cama cómoda y un campo de flores solo para ti - Sugirió Valentine.

Interrumpió Edwin: - Charlotte, ¿entiendes que si aceptas este trató, no podrás comprometerte nunca más...?

Respondi: - Joven Edwin... Nadie pediria la mano de una simple sirvienta como yo -

Valentine exclamó: - ¿Entonces... Aceptas pequeña? -

Por mi cabeza pasaron mil pensamientos, pero la voz de mi madre resonó más fuerte en mi cabeza:

- Mi niña... te prometo que viviremos en un castillo muy grande... Tendras miles de vestidos... Tu cama va ser más grande que la mía... Y te prometo que estare a tu lado siempre... -

Volví a la realidad y con los ojos cristalinos dije:
- Aceptó... Pero prometeme también... Que no me vas abandonar -

Valentine sonrió de oreja a oreja y me dio un fuerte abrazó, su abrazo era cálido y apacible, mi corazón ya no latia de nervios, latia al ritmo del suyo.

- Lo prometo pequeña - Empezó a Sollozar.

Nos incorporamos de nuevo y con la frente en alto nos dirigimos a aquel salón de nuevo. Allí estaba su Majestad, observando el paisaje desde el balcón del Castillo. Al vernos, una sonrisa tímida floreció de su rostro y se dirigió hacia nosotros.

- Padre, mi prometida y yo pedimos su solemne bendición para nuestro matrimonio - Valentine y yo hicimos una reverencia ante el.

- Hijo mio... Yo siempre cumplo mis promesas, no quería esto para ti... Pero tienen mi bendición -

Su majestad se acercó a la multitud y tomo una Copa con vino. Alzó su copa y exclamó:
- Por mi heredero, el príncipe Valentine... Por su prometida, Charlotte Bell... Y por un matrimonio próspero y largo... ¡Salud! -

¡Salud!

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora