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Adaptación autorizadaTodos los créditos hacia wildsunlover ♡

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Yoo Jeongyeon estaba completamente de acuerdo con lo que sucedería, su primer amor se casaría pronto, ¿Había algo malo en eso?

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Yoo Jeongyeon estaba completamente de acuerdo con lo que sucedería, su primer amor se casaría pronto, ¿Había algo malo en eso?

No, por supuesto que no, y ser la madrina de esa boda no tendría porque afectarla.

El problema es que sí lo hacía y le afectaba más de lo que ella misma podría aceptar.

Ver a su amor de adolescencia, estar enfrente de un juez con el chico de sus sueños, el ex amor de su vida; a punto de decir esas dos palabras "sí, acepto", y no la mal entiendan, Jeongyeon, realmente era una chica que se alegraba por esta unión; por supuesto, pero ¿han sentido esa sensación extraña formada en el pecho, que muchas veces confundimos con egoísmo?

O puede que si sea egoísmo, no lo sé realmente, y Jeongyeon tampoco sabía que era... ¿Nostalgia? ¿Recuerdos? Amor ya no era, pero ¿Qué era eso que se alojaba en su pecho al ver a la chica de ojos miel, que en este momento miraba a ese chico tan hermoso, de cabello rubio y sonrisa amable?

Digamos que no son celos, pero si es esa espinita clavada en el pecho, esa que te hace enterrar un amor, el cuál llevaba muerto desde hace tiempo, pero con la esperanza de volver a salir a la luz, era raro, y lo sabía pero dentro guardaba la esperanza de que todo volviera a ser como antes era, si, Jeongyeon era aferrada, y se sentía tan mal al serlo; más que mal, se sentía egoísta, por ver todo a su alrededor y desear ser ella, la que estuviera en su lugar; estaba con la envidia desprendiendo de sus poros, pero ahí se encontraba.

Así que allí estaba, viendo a su mejor amiga tomar de la mano a su casi esposo, mirándolo los ojos como alguna vez la miró a ella, y dándole un  anillo con un hermoso zafiro en el centro, siendo este el color favorito de él; si, era una enorme piedra la que portaba en su dedo. Los diamantes no eran de su agrado, en cambio, a Jeongyeon si le gustaban los diamantes, por más comunes que fueran, aún siendo la cúspide de una estrategia de mercadotecnia, a Jeongyeon le gustaban los diamantes.

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