00 - Emus Maximus

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-¿Escuchaste del último hijo de los Leclerc? ¿Charles?.

-Charlotte, obviamente que lo escucué, ¿Crees que vivo en una cueva?.

-Ohhh, Isabel, siempre tan mala onda. Pero, en serio, ese Charles me trae fascinada.

-No eres la única.

-Digo, un lindo y adorable omega, que además, es cambiaformas, ¿no es la cosa más linda y especial que has escuchado?

-A ver si mueves tu culo de la maquina, Rubia estúpida.

Ambas jóvenes miraron al muchacho pálido, el flequillo de su pelo casi blanco tapaba parcialmente sus ojos.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico.

Charlotte rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Isabel, las dos betas se fueron, caminando apresuradas por le pasillo del edificio de la universidad.

Russell por fin pudo pedir su gaseosa de la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas.

En verdad, él había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Charles Leclerc; siendo un joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocido hasta hace unos días, cuando el mundo se enteró que el chico de diecisiete años era un cambiaformas; pasando de ser un muchacho enano a un lobo blanco.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que George tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la estúpida de Charlotte.

Un menos diez por cierto, para ser exactos.

Con su Refresco en la Mano volvió a la biblioteca,lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía,se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven Alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de George,pero no le molestaba en lo absoluto,por otro lado,despertaba al chico cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón,el Rubio dormía con un libro entre las manos, así que cuando despertaba,solo fingía leer.

-Buenas Tardes- Saludó George a la Castaña Tras el largo escritorio.

Él podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba en toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera el interés en hacer uno.

-Hola, George.

A pesar de que la chica sabía su nombre, George nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba en el escritorio.

En su cómodo trono, echó la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y dormir.

Rápidamente, la oscuridad de sus párpados se transformó en la de una calle, las luces públicas apagadas, las casas en total oscuridad e incluso los semáforos sin colores le dijeron del corte de luz.

Se vio caminando por las calles, rumbo hacia su casa, cuando una sensación muy fuerte lo inundó.

Tenía que encontrar algo, urgentemente.

𝗗 𝗘 𝗟 𝗧 𝗔  𝘓𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘴𝘴𝘦𝘭𝘭 ||𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora