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Los minutos seguían avanzando sin cesar, y Yang necesitaba despejar su mente. Anhelaba encontrar algo que lo entretuviera y le brindara una sensación de bienestar. JiaBao notó claramente el comportamiento inusual de su amigo, quien se mostraba más desorientado y juguetón de lo habitual.

YangYang se quedó con los brazos cruzados, mirando al suelo, mientras esperaba a que JiaBao terminara de atar la cuerda que los sujetaría a ambos en caso de que el vuelo se saliera de control.

Aunque todo parecía estar en orden, el menor se sentía intranquilo. Su cuerpo sudaba y algo lo inquietaba. Era como si hubiera algo detrás de él, persiguiéndolo y observándolo. Sus manos se movían de un lado a otro, buscando algo de relajación.

— Ya estamos listos —interrumpió Bao con una hermosa sonrisa, lo cual reconfortó a su amigo— Pero antes, ¡activemos buenas energías!

¿Buenas energías? ¿Qué era eso? ¿Cómo se activaban? Antes de que Ren pudiera preguntar, las patas peludas del oso de peluche lo atacaron con cosquillas, provocando risas desenfrenadas en el pequeño, casi haciéndole brotar lágrimas de alegría. El humano suplicó que se detuviera.

— Bien, ya fue suficiente ¿Te sientes mejor ahora? —asintió Yang con la cabeza— ¡Muy bien! Me alegra que te sientas mejor, ShuYang, ahora podemos volar

— ¡Vamos a volar! —exclamó con entusiasmo al dar un salto—

— Y vamos a volar muy, muy alto —respondió el mayor con la misma emoción—

Y cuando menos lo esperaron, ambos dejaron de sentir el suelo bajo sus pies. Una brillante sonrisa iluminó el rostro del niño, acompañada de una extraña sensación de cosquilleo en el estómago.

Ambos reían mientras observaban el paisaje.

— ¿Así es como se siente volar como una abeja, no crees, ShuYang?

— Sí, sí, sí. ¡Esto es maravilloso! —gritó con alegría. Yang estaba encantado de finalmente poder volar—

— Se siente como estar en un sueño, ¿verdad?

El niño castaño no dejaba de moverse de un lado a otro, deseoso de ver todo lo que pudiera. Aunque la cuerda que lo sujetaba al pie le permitía mantenerse en su lugar, JiaBao se veía algo preocupado por la inquietud de ShuYang.

— ShuYang, quédate quieto. No te muevas tanto...

— ¡Eso nunca!

El niño estaba demasiado feliz por haber logrado lo que tanto deseaba desde hacía varios días. ¿Por qué detenerse ahora?

— ShuYang, no creo que sea bueno que te muevas tanto... — advirtió JiaBao—

El niño ignoró las palabras de su amigo y continuó moviéndose de un lado a otro. Yang estaba demasiado ocupado jugando a volar como para prestar atención a la parálisis de JiaBao.

Sin embargo, un sonido de cristales rompiéndose lo detuvo. Algo frágil se rompió cerca de ellos, pero no había nada a su alrededor. ¿Qué podría haber sido?

— ¿Fue eso un rayo? — preguntó de manera algo ingenua, a pesar de que el cielo estaba despejado—

— Te dije que debías quedarte quieto... — explicó JiaBao, pero el niño humano no entendió sus palabras— Pero éso no importa, no hay porque preocuparse, seguiremos jugando juntos —añadió con una sonrisa tranquilizadora—

Las extrañas cosquillas en el estómago volvieron a aparecer, ShuYang forzó una risa y giró para mirar a su alrededor. El cielo despejado, las flores coloridas como siempre, los pájaros cantando, la casa con sus vivos colores, la música de la radio, el sol brillando. Todo se veía igual ¿Por qué tenía la necesidad de preocuparse? ¿Por qué sentía que todo cambió cuando está todo exactamente igual que antes?

— Nos vamos a divertir mucho — dijo Bao con una voz ligeramente extraña—

Un leve tirón en su pie captó su atención. La cuerda se había desatado...

El aire ascendía cada vez más, subiendo cada vez más alto. HanYu ni siquiera dió el intento de atraparlo, a medida que se alejaban de la tierra, la falta de aire se hacía más intensa...

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Una vez más, ShuYang se encontraba sumido en la oscuridad, aunque esta vez había un débil resplandor desprendiendo de la TV que permitía distinguir los contornos. Sus ojos no lograban enfocar con claridad, pero alcanzaron a vislumbrar el rostro del adulto de gran afición hacia los anfibios, que se encontraba frente a él, y como era habitual, el hombre parecía estar enfadado.

Se encontraba prácticamente encima de él, asfixiándolo con el repugnante olor a cigarrillo y manos. Parecía estar gritándole, pero las palabras se mezclaban y todo se veía borroso.

El hombre apretó con más fuerza el cuello del niño y estampó su cabeza nuevamente contra el suelo. El pequeño era incapaz de moverse, su frágil y huesudo cuerpo dejaba en evidencia su vulnerabilidad.

La mirada perdida del niño se desvió hacia la luz de la televisión y se encontró con la mirada especial y conocida, su mejor amigo, un osito de felpa desgastado. Sin embargo, algo más llamó su atención, un jarrón roto en el otro extremo de la habitación.

Con su mano, cubierta de aquél polvo negro y sucio que desprendía los viejos cigarrillos usados, la extendió en dirección al peluche, deseoso de seguir jugando y vivir otra aventura.

Mientras sus dedos se acercaban al juguete roto, en ese instante, un crujido proveniente de su cuello detuvo el tiempo para ShuYang.

Las luces se apagaron de repente en el campo visual del menor.

Ya no sentía el frío al que se había acostumbrado, aferrado a él.

El mundo se detuvo.

Cuando su cuerpo dejó de moverse por completo, el adulto se levantó y se limpió la mugre con su remera favorita de rana, listo para encender otro cigarrillo.

— Ese mocoso... —murmuró en voz baja, llenando el cuarto con sus palabras. En pocos segundos, la única puerta del lugar se abrió y se cerró, dejando el lugar completamente desolado—

Sin embargo, el espectáculo aún no había terminado. La música infantil seguía sonando en el antiguo aparato y, entre tanto blanco y gris, apareció un rostro conocido. La misma melodía comenzó de nuevo, dando la presentación de aquellos cinco lindos y alegres animales.

𝗚𝗔𝗥𝗗𝗘𝗡 𝗢𝗙 𝗗𝗥𝗘𝗔𝗠     RSYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora