⁰² "Googleando."
Me desperté con el sonido de la cocina.
¿Eso son cucharas?
Poco a poco, fui cayendo en cuenta de dónde me encontraba.
A mi alrededor las paredes se alzaban de un color gris neutro que le daba al sitio un aire de modernidad agradable, pero la ausencia de cualquier cuadro familiar o toque personalizado en la estancia le quitaba cualquier sensación de calidez o de hogar acogedor.
Era el depa de Christopher, y yo estaba en una habitación.
Entonces la idea de oír ruidos en la cocina cobró menos sentido.
El lugar se componía únicamente por la cama matrimonial en la que estaba acostada, dos simples mesitas de noche ubicadas en sus laterales, una puerta que suponía que sería el clóset y a unos pasos de la cama, un escritorio pulcramente blanco. Como todo lo que había visto, no había ni una pizca de esencia hogareña en el lugar. Eso sí, era un cuarto muy espacioso y costoso.
Fruncí el ceño mirando la enorme ventana a mi costado izquierdo, y pude notar más allá de las cortinas la concurrida ciudad.
Con el despertar llegan los recuerdos, los dolores y el malestar general.
La despedida de mi tía, el tren a Londres porque ya tenía dieciocho años, la estación escalofriante, mi teléfono descargado, Christopher sin aparecerse, el diluvio, la horrible caminata bajo el torrencial frío, Derek y sus cuidados, y... El deportivo que casi me arrolló.
Me invadieron unas estúpidas ganas de llorar. ¿Qué clase de persona hacía eso? ¿Era un monstruo sin humanidad?
Otra vez surgió la posibilidad de morir como mi familia.
Sin darme cuenta había comenzado a llorar.
Intenté concentrarme en el presente, inspiré profundamente y me relajé. Ya había pasado, solo fue una casualidad y ahora todo estaba bien.
Una vez más calmada, recordé algo que debía hacer.
Me incorporé sobre la cama, e inmediatamente un quejido bajo abandonó mis labios, siendo más consciente que nunca de la pesadez en mi cabeza.
¡Rayos! El resfriado.
Me levanté ignorando las nulas ganas de moverme y con parsimonia llegué hasta el escritorio.
En serio estaba mal, me dolían, punzaban o acalambraban hasta las pestañas.
Tomé mi teléfono que reposaba sobre la superficie blanca cargando. Lo desenchufé y desbloqueé yendo a por mi objetivo.
La puerta de la habitación se abrió de golpe a mis espaldas haciéndome brincar del susto, chillando al instante del dolor.
Puse mi mano derecha en mi frente para calmar las pulsaciones en protesta de mi cabeza.
Odiaba enfermarme.
-¿Qué haces levantada? -Me reprochó mi primo desde la puerta.
-Buenos días a ti también, Chris -dije sarcástica.
Christopher era mi primo por parte paterna, hijo de tía Alisson y era casi como un hermano para mí. Era bastante alto, cerca de metro ochenta de músculos promedio, de tez blanca, y su cabello espeso era de un color castaño oscuro. Opuesto al mío y el de tía Alisson que lo teníamos cobrizo.
Sin lugar a dudas, tenía un primo muy guapo. Y él lo sabía.
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Inevitable Colisión [+18]
Romance"¿Quién dice que los monstruos no se enamoran?" Todo comienza con una casi atropellada Alex, un letrero ofensivo y un labial color rojo que simbolizará cada fantasía apasionada de Ezequiel desde el día en que lo vea decorando los labios provocadores...