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Ten.


Hoy, después del trabajo le había hablado por teléfono.

Tenía que decirle a Taeyong, merece saberlo, al fin es su bebé también. No quiero cargar con una gran culpa toda mi vida. Hoy es miércoles y lo invité a comer para hablar con él sobre dicho tema.

Le diría que no se preocupara por mí, que yo y nuestro hijo íbamos a estar bien con él a miles de kilómetros lejos. Eso no sonó muy reconfortante... Pero ya que.

El cuerpo me temblaba de pies a cabeza, tuve miedo de caerme mientras tomaba una ducha caliente. El frío ya se estaba yendo, hoy el sol brillaba, las primeras semanas de abril siempre eran buenas, me gustaba sentirme cálido y fresco a la vez, la primavera llegaría pronto, ésta era de mis épocas favoritas, aparte de navidad.

Salí de la ducha, mi ropa ya estaba tendida en la cama, me pasé aproximadamente dos horas buscando que ponerme, era sólo Taeyong... ¡Qué digo! No sólo es Taeyong.

Es Lee Taeyong, con su cabello perfectamente sedoso, sus ojos oscuros destellantes como el sol en una mañana otoñal, con su sonrisa grande, alegre y contagiosa que demuestra que tan alegre está. Irradiando buena vibra por donde vaya, contando sus chistes horribles, pero te hacen reír por la manera en la que él los cuenta. Sus torpes piernas largas, oh, sus piernas, magníficas, muy bien torneadas y voluminosas. Su voz grave y profunda, con un toque de sensualidad al final de cualquier oración. Sus manos fuertes, que te sostienen, al igual que sus brazo, fornidos, musculosos.

Todo él es simplemente increíble. Todo él me había enamorado, dolía aceptarlo -aunque ya lo hubiese hecho hace unos años atrás-. Dolía porque sé que él no me ve más haya de su mejor amigo, dolía por que el no siente lo mismo.
Se sentía tan bien estar con el, hablar con él, verlo, tenerlo cerca y olerlo. Sentir como si sólo fuéramos nosotros dos...

Cuando terminé de vestirme, volví al baño, tomé la secadora y un peine, me puse a trabajar con mi cabello. Lo dejé igual que siempre. Lacio y con el flequillo sobre mi frente. Después de diez minutos, lavé mis dientes y ahora sí, estaba listo.
Me adentré al restaurante para buscar una mesa, cité a Taeyong aquí cerca de las cuatro, todavía faltaba un poco para eso. Llegué antes, no sabía cómo decirle, hubiese practicado, o tal vez le pude haber mandando la notica por escrito, mejor de lo hubiera dicho una vez que el esté en Londres.

Encontré una mesa un poco alejada de los demás, corrí la silla y me senté en ella. Me quedé ahí, ideando varias posibles opciones para decirle que estaba embarazado. Estaba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta de cuando él entró al establecimiento.

—Ten, ¿Estás bien? —preguntó Taeyong pasando una de sus manos frente a mi para que reaccionara.

—¿Ah? Sí, claro. Estoy perfectamente bien —sonreí nervioso acomodando mi cabello, el cual, no se había movido ni un poco.

—¿De qué querías hablar, bebé? —tomó mi mano que estaba sobre la mesa y sonrió cálidamente, haciéndome sentir tranquilo. Joder, como me fascinaba que me diga esos apodos.

—Yo, Tae... No sé cómo decir esto —apreté su mano con la mía y lo miré con el ceño fruncido tragué saliva duramente. Vamos, Ten, tú puedes.

—¿Estás terminando conmigo? —dramatizó, colocó una mano en su frente y abrió la boca soltando un diminuto "oh". Rió y copié su acción.

—No seas idiota. Y no, no es eso... —suspiré decidido a decirle — Estoy... Emba-arazado —tartamudeé nerviosamente.

Cerré los ojos suspirando, esperaba su respuesta. Al abrir los ojos, él ya estaba sobre mi dándome un abrazo.

—¡Eso es increíble, cariño! ¡Mucha felicidades, Tennie! —besó mi frente con dulzura y volvió sostenerme cerca.

Baby's for Ten || TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora