Extra 6

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Haechan y Jaemin Lee, 4 años de edad.

Ambos padres se daban unos besos de buenas noches. Hoy fue un día bastante movido, primero al menor se le había averiado el auto en la mañana haciéndolo llegar tarde al trabajo y recibiendo un regaño de su directora, después Jaemin se peleó con otro niño por que le dijo débil a Haechan. Ten recibió otro regaño por tener un hijo "salvaje". No había sido la gran cosa, una pequeña e inocente bofetada en la mejilla del agresor. Por la tarde, la comida se le quemó a Taeyong, tuvieron que pedir pizza, unas horas después llegó Lucas con Ningning pidiendo que la cuidasen un rato ya que saldría con Jungwoo y volverían en la noche por ella. Habían aceptado. Taeyong se fue al restaurante cerca de las 5 pm dejándole el trabajo de los niños a Ten, habían dibujado, visto películas y comido algunas golosinas. Cuando el coreano llegó tomo una ducha rápida y bajó para ver la última película del día, era la favorita de Haechan, La princesa y el sapo, decía que en realidad le gustaba por el cocodrilo.

Ahora, todos estaban durmiendo, o eso creían ellos cuando escucharon un grito bastante fuerte desde la habitación de los niños.

Haechan.

Ten reconoció su voz en el chillido, y corriendo llego a la habitación. No le gustó nada lo que vio. Su pequeño Haechan tirado en piso llorando con un pequeño charco de sangre alrededor de su carita, Jaemin y Ningning estaban pegados a la pared asustados.

—¡Haechan! —Taeyong gritó, entrando a la habitación y acercándose al niño para levantarlo.

—Pónganse los zapatos y abrigos, vamos al hospital —los otros dos niños asintieron y obedecieron.

En el camino al hospital Haechan sollozaba bajito, no quería llorar, no quería que le doliera, no quería ser débil, quería ser fuerte como sus papás, como Jae, incluso como Nini pero no podía. Su ropita se manchaba de sangre cada vez más cuando intentaba hablar y pedirle perdón a Ten, quien Io sostenía entre sus brazos.

Cuando llegaron, Ten bajó con cuidado pero rápidamente del auto entrando a la puerta de urgencias, lo pusieron en una pequeña camilla y Taeyong fue detrás de los enfermeros, dejando al tailandés con los otros dos niños.

Se sentaron en las bancas azules de la sala de espera. Jaemin se refugió en los brazos de su papá mientras lloraba un poco, Ten trataba de calmarlo pero cada vez que le hablaba lloraba más y más fuerte.

—Tranquilo, amor, Hae estará bien.

—¡No! —gritó— ¡Es mi culpa! ¡Yo lo hice! Perdón papi, yo no quise.

—Sshh, explícame.

Ten lo sentó en su regazo, Jaemin se acomodó mejor y comenzó a hablar. Ningning, también asustada, se abrazó del torso de su tío y él besó su cabello.

—Es q-que nosotros queríamos ju-jugar un rompecabezas y n-no llegábamos a agarrarlo arriba del estante, y yo no puedo por mi brazo, entonces Hae dijo que él po-podría llegar con ayuda de una silla. Agarramos la que usamos para pintar y-y cuando se subió no llegó y-y-y brincó y cayó al suelo. Se golpeó a-aquí —contó el niño con la respiración agitada, apuntando su barbilla y su brazo con el yeso.

—Oh, Jae —negó el tailandés con la cabeza—. Era hora de dormir, nos hubieras llamado a papá o a mi. Hubiéramos ido, pero tranquilo, amor. No es tú culpa y tampoco de Hae. Menos tuya Nini.

La niña suspiró, sintiéndose más tranquila de que su tío no estuviese molesto.

—Por favor, perdóname —rogó el pequeño.

—No hay nada que perdonar, Jaemin. No tuviste la culpa de lo que pasó.

Unos minutos después, Taeyong salió con Haechan en brazos, ya no lloraba. Su barbilla estaba vendada con gasas y cintas especiales.

—Dos puntos —fue lo que dijo Taeyong al llegar a donde estaban Ten con los otros dos niños dormidos—. Lo ha tomado bien, no lloró y tampoco se quejó.

Ten sonrió y agarró la manita de su hijo, Haechan la apretó.

—Hora de irnos.

Despertaron a los niños para que caminan al auto y fueran a casa. Esa noche Haechan durmió con sus padres, había dicho que no quería estar cerca de su hermano y prima porque tenía miedo de que se burlaran de él por ser un niño llorón. Ten le dijo que no iban a burlarse de él, que todo estaba bien y que Jaemin se sentía culpable. Hae se sintió culpable de hacer sentir culpa a su hermano. Taeyong rodó los ojos y acepto a su hijo mayor en su cama.

—Papi... No regañarás a Jae ¿verdad?

—No, amor. Duerme, es tarde —abrazó el pequeño cuerpo de su hijo y besó su frente con mucho cuidado.

Hacía dos semanas Jaemin se quebró el brazo en unos de sus partidos de fútbol. Cayó mal y sobre él otro niño más grande. En unas cuantas semanas más le quitarían el yeso y volvería a la normalidad. Ten negó con la cabeza, sus hijos no eran salvajes, sólo eran niños traviesos con ganas de jugar y descubrir nuevas cosas, ¡por Dios! tenían solo cuatro años, apenas cinco, era normal en ellos. Con ese pensamiento, quedó dormido, sintiendo las leves respiraciones de su bebé Y Taeyong.

Ésta mañana, Ten salió un poco temprano de casa con Haechan acompañándolo. Cuando Jaemin se quebró el brazo le compraron lo que el quiso para hacerlo sentir mejor, pidió unos cuantos juguetes de acción. Ahora era el turno de Hae, dijo que quería ver ropa.

La plaza comercial no estaba muy llena de gente a esta hora, las personas que caminaban ahí eran trabajadores o gente que sólo iba a la sección de restaurantes para tomar y buen desayuno. Entraron a Zara, fue la primera tienda a la que Haechan pidió entrar.

—Mira ésta Hae —dijo Ten, mostrándole una camisa de botones, color verde bajó y un estampado de dinosaurios blancos. Haechan asintió, le había gustando la elección de su papá.

Ten estaba emocionado ¡la tienda estaba en rebaja por cambio de temporada!
Pasaron el tiempo viendo más camisas, pantalones, zapatos hasta que Haechan dijo que iría a ver algo, Ten le dijo que estaba bien pero que no se fuera muy lejos y cualquier cosa que gritara.

Haechan se encaminó a la sección que quería. Pasó la mano por la ropa de niña, sintiendo los diferentes tipos de tela, algunas veces encaje, mezclilla, algodón y más, algunas en tonos pasteles u otras más fuertes, no como en la ropa de niños que casi todo era de telas duras, de colores fuertes y siempre eran pantalones. Suspiró, volteó a todos lados, esperando que nadie lo viera, menos su papá Ten. Metió la mano entre las hombreras y sacó una pequeña blusa con estampado de flores rosas en tipo 3D, las flores eran de otra tela que la blusa haciéndolas resaltar. La sostuvo frente a él, viéndola, se veía linda y bastante cómoda.

Se asustó al sentir unas manos en su espalda, con mucho cuidado volteó y vio a Ten.

—No, bebé —le dijo Ten negando. Haechan estaba horrorizado, su papá le había descubierto viendo ropa de niña, seguro en casa le separaba un regaño fuerte—. No es de tu talla, déjame ver... Eres 5, no 3.

Ten suspiró aliviado. Su padre busco la talla que quería y la midió sobre su cuerpo.

—¿Algo más de aquí, bebé? —preguntó Ten, acariciando su cabello.

El pequeño con mucho temor, tomó una pequeña falda azul marino y la tendió a su padre, Ten miró la talla y asintió.

—Es tarde. Taeyong debe estar desesperado con Jae y Nini —rió Ten.

Fueron a la caja y pagaron todo.

Haechan no sabía que tenían las faldas que le llamaran la atención, sólo se le hacían lindas y las niñas que las usaban lucían cómodas y frescas todo el tiempo. Ningning decía que eran muy buenas y elegantes para las fiesta del té. Haechan quería ser elegante y más en las fiestas del té.

Baby's for Ten || TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora