018

140 16 1
                                    

Si hacemos bien las cuentas hace poco más de una semana que Ten había salido de licencia. Se aburría mucho en casa sin ver a sus niños trabajar, correr y a veces bailar por todo el salón de clases, mentiría si dijera que no los extrañaba aunque sea sólo una semana. 

Desde hace días había cumplido los ocho meses, varias cosas se le habían complicado, como: caminar mucho, estar parado un tiempo determinado, dormir con comodidad, comer bien -a veces se llenaba muy rápido, otras lo devolvía todo-, claro está que Taeyong ha estado ahí para ayudar a su pobre novio embarazado. 

Lo que más desea Ten ahora es tener a sus amados bebés entre sus bazos para poder mimarlos y llenarlos de besos, además de que tenerlos ahí dentro era algo doloroso, cuando se movían se sentía extraño. Toda la piel se le estiraba y él sólo suspiraba profundamente para no gemir de dolor.

Hace tres días fueron a la consulta con el doctor, hicieron todo el proceso de siempre y vieron a los bebés, a Ten le dieron otra ecografía impresa en 4D de sus bebés -una que pronto estaría en la pared de habitación de éstos-. Como el parto se realizaría por medio de la cesárea, les dieron una fecha fija del nacimiento. Sería el 10 de diciembre. Para Ten y Taeyong estaba bien, la primera Navidad de los niños sería catorce días después del nacimiento de los niños. Excelente.

Ten cocinaba la cena en la cocina, estaba haciendo un poco de ensalada de frutas con yogurt, el doctor le exigió a Ten que éste último mes se cuidará, comiera más sano y ligero.

Ten, sentadito frente al televisor de pantalla plana viendo unos programas en el canal de niños, era algo entretenido pero no entendía por que en esas caricaturas los animales hablaban, el pensaba que estaba mal ya que sólo confundía a los niños haciéndoles creer que los animales tenían la capacidad de hablar. Como pudo había cruzado sus piernas quedando en posición de indio con un plato de uvas sobre el vientre abultado. Las uvas eran de las muy pocas cosas sanas que en verdad le gustaban y más si estas no tenían semillas. 

El programa proseguía, la protagonista era una cerdita que con su familia iban de visita a casa de sus abuelos y ellos ahí tenían unas gallinas, raro pero entretenido. Las uvas estaban por acabarse y él no quería pararse a buscar más.

—¡Taeyong! —gritó— ¡Se me están acabando las uvas, amor! 

—¡Espera un momento que estoy preparando la cena! —gritó de vuelta. 

—¡No tardes! 

Siguió comiendo las pocas uvas que sobraban y se dio cuenta de que seguía el mismo programa pero con diferente episodio, se dispuso a segur viendo y esperar a su novio. 

Ya estaba en la mejor parte cuando sintió algo, fue raro e incomodo, sus pequeños bebés comenzaron a patear -más bien patalear, según Ten-, se removió incómodo en el sillón, las piernas se le comenzaron a entumir y algo golpeó en la parte baja de su vientre, ahogó un gemido y tocó la parte afectada. 

—¡Taeyong...! 

—¡Espera, Tennie, ya casi! —interrumpió. 

—¡... Ven rápido que me he orinado por el culo! —siguió hablando— ¡Ayúdame, idiota!

Un dolor agudo se expandió por todo su cuerpo y tuvo miedo por sus hijos. 

—¡Taeyong, duele! —chilló. 

Cuando se dio cuenta ya estaba en la parte trasera del auto de Taeyong, recostado, respirando profundamente y sudando como nunca en su vida. Su novio le hablaba desde su puesto de conductor, diciéndole que se tranquilizara y respirara profundamente, cosa que ya estaba haciendo. 

—¡No me digas que hacer, maldito idiota! —gritó gimiendo de dolor, los mellizos estaban como locos dentro de él. 

Taeyong suspiró algo divertido por la actitud de su novio, y preocupado, esperaba que esto no sea nada malo y no afectará a ninguno de sus tres bebés. 

Baby's for Ten || TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora