El transcurso del camino ninguno dijo nada. Al parecer es callado también. Cuando llegué, Ieiri se encontraba afuera, ella se acercó a mí apenas me vio salir del auto.
—Tardaste mucho. —la preocupación estuvo en su voz.
—Lo siento. —fue lo único que dije.
Ella le agradeció al chico por traerme, y yo entré con la caja de Kikufukus. Fui directamente a mi habitación, me asomé a la ventana. Miré mi reloj, aún es temprano. Quizás se aparezca a las doce como anoche. Tengo que recordar decirle que sea más temprano o estaré sin ganas de nada mañana por la mañana.
Dejé la caja de Kikufukus sobre la mesa. Y me metí a bañar, algo que no pensé muy bien, ya que el agua estaba más fría que lo normal. Me puse un pantalón de lana y dos suéteres por el frío que seguía en mi cuerpo. Aún temblando, fui a la ventana. Ya son más de las doce. ¿Por qué tarda? Hice lo posible para no quedarme dormida, cogí una hoja y la doblé, formando un barco. Luego me asomé a la ventana. Hacía algo como dibujar o más barcos de papel y después iba a la ventana, sucesivamente.
Hasta que no pude más y me senté en el suelo. Dejé caer mi espalda en el borde de la cama. Estiré mis piernas sobre el suelo, viendo aquellos barcos de papel que se movían por el viento que entraba por la ventana. No se oyó más que grillos de afuera, y mi respiración. El esfuerzo que hacía para mantenerme despierta estaba llegando a su fin, mis párpados se sentían pesados. Mi cuerpo cayó al suelo. Me dio tanta flojera levantarme. Cerré los ojos, sin importar el frío del suelo.
De repente la imagen de él sentado en la acera volvió a mí, y me sentí culpable por dejarlo.
Abrí los ojos.
No te duermas. No te duermas.
Entonces oí a alguien comer.
Me incorporé y lo vi, metiéndose otro kikufuku a la boca. Masticaba como si fuera el último postre del mundo, lo hacía con tanto cuidado que hasta aquellas lágrimas en sus ojos volvieron a aparecer. Tenía las mejillas llenas, y una expresión de felicidad.
Luego se dio cuenta de mi presencia. Y se atragantó.
Miré mi reloj, eran casi las dos de la madrugada. Tenía sueño y sabía que me iba a poner de mal humor. A pesar de eso, me levanté y le pasé una servilleta que saqué de un cajón, de lo más tranquila. Su cuerpo se quedó quieto. Y pude apreciar un poco más de aquellos ojos en la oscuridad. Parecían faroles. Él pestañeó un par de veces.
—¿Qué te hizo ese chico? —me miró sorprendido.
¿Acaso es la primera vez que soy amable con él? Hmm...
—Buenas noches. —Solo dije eso, y fui a mi cama. Me tiré como muñeca de trapo sobre ella y me cubrí con las sábanas hasta hacerme bolita.
***
A la mañana siguiente desperté tarde, encontré una nota de Ieiri en la cocina, decía que hoy llegaría tarde y que hay comida en el horno. Desde la ventana de la cocina miré afuera, el clima parece salido de un cuento de hadas, soleado. Iba a aprovechar en salir y dibujar, como debí de hacerlo desde que llegué. Me siento inspirada. Guardé algunos panes de camote, colores, y mi libreta en mi cartera. Usé un overol esta vez, y un polo de manga larga debajo. Amarré los cordones de mis tenis, viendo la casa de al lado.
¿Estará? Mejor lo llamaré. Me adentré a su jardín y subí los dos escalones con cuidado, para llegar a su puerta. Por la ventana vi que los muebles estaban cubiertos por una tela blanca. Y.. aún hay cuadros colgando de su pared. Quise ver más pero presentía que ese chico aparecería de la nada. Así que toqué y esperé a que él saliera. Pero la única voz que oí, fue otra.
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Lo azul de sus ojos || Satoru Gojo
Fanfiction¿Sabías que los fallecidos van a distintos mundos? Es por la forma diferente de sus muertes. Por ejemplo: si fue por una enfermedad, un accidente o.... si ellos mismos se quitaron la vida. Blue es una joven de diecisiete años que tuvo que presencia...