Voluptas

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IV

Cassian

La observé dormir profundamente. Daba el aspecto de ser un ángel en el descanso eterno. Su belleza era inigualable, de eso nunca tuve dudas.

Recordé cómo nuestro ritual se completó. El deseo que me causó desde el primer momento en que la ví. Sabía que para ella era normal, beber la sangre de un demonio aumentaría su lujuria a niveles exorbitantes. Sin embargo, yo no debía de sentirme de esa manera. Odette siempre causó en mí este sentimiento de posesión y lascivia.

Empecé a observar desde hace unos años. Siempre había vigilado su crecimiento, debía asegurarme de conocer a mi enemigo de la mejor manera posible. Pero comencé realmente a prestar atención cuándo la fecha de nuestra boda se acercaba. Su belleza había florecido de una manera inesperada.

Nunca permití que me viera, hasta hace dos días; cuándo decidí envenenarla para que no pudiera faltar a su palabra. Sabía que su padre se valdría de cualquier marramucia para anular el compromiso; pero con la vida de Odette pendiendo de mi mano no se atrevería a realizar cualquier jugada.

Odette parecía una jóven pura, nunca mostró desobediencia ni rebeldía a pesar de haber presenciado la naturaleza déspota de su padre. Era más un reflejo de su madre: tímida, recatada y obediente. Sin embargo sí que poseía algo de su inmundo padre; su porte de condesa.

Su cuerpo comenzó a  moverse dando señales de querer despertar, y salí de la habitación para que no pudiera verme.

El palacio real nos acogió para nuestra boda; el rey Thomas había exigido que se llevase a cabo la ceremonia en sus dominios. Lo consideraba familia, para mí era realmente un hermano. Y a pesar de que está boda era más un asunto del reino (y que los señores de ambos reinos asistirán para verificar que la boda se realizará), sabía que lo hacía como un gesto de aprecio hacía mí.

Los pasillos se encontraban agitados, todos se apresuraban para la boda que se llevaría a cabo mañana. Normalmente, todo era mucho más tranquilo durante otras épocas. El rey quería que fuera algo especial, a mí me daba completamente igual.

En cuánto esté hecho, no me interesa el resto.

Me apresuré a la biblioteca, sabía que lo encontraría ahí. El rey pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo, era su pasión. No por nada me necesitó para ganar la guerra.

-Ya sabía que vendríais -dijo con una sonrisa-. Al parecer el ritual fué realmente grato para ambos. Nunca había leído sobre tomar la sangre directamente de la piel.

Rió mientras me miraba con complicidad.

-La jóven condesa es hermosa, ¿Acaso hay algún problema en disfrutar de mi futura esposa?

-Lo que hagais o dejeis de hacer con ella no es mi problema -se acercó a mí palmeando mi hombro-. Pero tened cuidado, hermano. Aunque ella sea inocente ahora; continúa siendo una Frades. Ambos sabemos cuáles son vuestras intenciones y de lo que ellos son capaces. No creo que su reacción cuándo se entere de vuestros planes sea una muy buena.

-No le temo a mi futura esposa -expresé-. Es débil como toda su estirpe. En cuánto sea el momento, la dejaré libre para que haga lo que le plazca.

El rey se sentó en uno de los sillones frente a la mesa. Su apariencia seguía intacta desde que se coronó. Tenía la tez pálida, el cabello encrespado y un eterno aspecto de jóven.

-Vuestra boda será mañana -declaró-. Quiero que sepáis que Olivia está prohibida de entrar a la ceremonia; ella podría representar un problema.

Olivia era mi amante desde que el rey me otorgó el ducado. Núnca se habían llevado bien, Olivia sentía celos de Thomas por nuestra cercanía. Y a Thomas le desagrada al punto de prohibirle la entrada al palacio.

-Estoy de acuerdo -concordé-. Sin embargo, deseo pasar la noche en mi propio palacio. Sabéis que no me siento cómodo aquí con tanta gente conspirando.

El rey rió con fuerzas, y yo le sonreí de vuelta. Nada había cambiado entre nosotros.

-Vuestra paranoia no conoce límites Cassian. Pero esta vez me inclino más a pensar que deseáis tomar a vuestra futura esposa en un ambiente más íntimo.

-Sabéis que no puedo hacerla mía, Thomas. Pero hablemos ahora de lo que nos interesa, ¿habéis encontrado a la mujer de la que os he hablado?

-Mis hombres la ubicaron en tierras lejanas más allá de Azurvet -dijo mientras servía vino para ambos-. Confío en que será traída aquí pronto. En este momento, concentraos en vuestro matrimonio. Cuándo sea el momento; tomaréis lo que es vuestro. Sabéis que siempre tendréis mi apoyo.

Brindamos. Y sabía que así era, Thomas y yo teníamos los mismos intereses en el fondo.

Destruir al conde de Frades.


Al salir de la biblioteca, me dirigí a las caballerizas. Mi caballo Amaranto me aguardaba.

Amaranto es un caballo no-muerto que encontré en los bosques demoníacos cuándo aún era muy joven. Él tuvo una vida de caballo noble, sirvió a un caballero en su vida mortal y murió a su servicio. Su alma se encontraba vagando, no estaba listo para ir al paraíso. Así que decidí que podría continuar cabalgando junto a mí hasta que él decidiera que era su momento. Hasta la fecha ha sido mi compañero más leal.

Monté a Amaranto, y partimos hacía la espesura de los bosques alrededor del palacio. Específicamente a la cascada verde; lugar que solía frecuentar cuándo visitaba a Thomas.

El paisaje me otorgaba calma, el sonido del agua cayendo en la cascada. Era uno de mis lugares predilectos. El sol comenzaba a esconderse y dejé a Amaranto mientras me deshacía de mi ropa.

Entré al agua, y simplemente me quedé allí. Reflexionando sobre todo.

La boda.
El plan.
Mi futura esposa.

Mi cabeza rondaba entre un pensamiento y otro. Los hice a un lado, no estoy aquí para eso. Dentro de unas horas comenzará un verdadero infierno. Podía disfrutar la calidez del agua durante unos minutos.

Observé el bosque alrededor, había escuchado un ruido.

Y entonces la ví.

Me miraba mientras se apoyaba en un árbol, tenía un vestido amarillo pegado a su silueta; cómo si hubiera salido del agua hace un momento. Su cabello estaba empapado, y sus senos se erguían cómo queriendo romper la tela de su vestido. Su mirada era tímida, ella también me estudiaba.

Mi mente se nubló en un segundo y comencé a salir del agua en su dirección, ella era magnética. ¿Cómo supo de este lugar?

Escuché una risa muy familiar y salí de mi hechizo en un instante. Era Serax.

-Me sorprende que hasta un demonio de vuestro nivel pueda caer en un hechizo tan simple -dijo mientras reía sombriamente-. Ella es hermosa, ¿No es así?

-Ya os había dicho que me ahorreis vuestros hechizos de bufón -le dediqué una mirada seria, aunque sabía que el demonio frente a mi no le temía ni al propio luzbel-.

-Sabéis Cassian que puedo ver el futuro, el pasado y el presente. Y el vuestro es sumamente curioso. Os casaréis con la hija de vuestro enemigo, que resulta ser tan hermosa como pura.

Serax comenzó a acercarse a Amaranto, mientras acariciaba su pelaje. Serax tenía un aspecto sombrío, se encontraba en la tierra hace más tiempo que luzbel. Sin embargo, su sonrisa que infringía terror no era más que una apariencia. Serax era sólo un mensajero, un vidente que disfrutaba de las historias que se cruzaban en su camino.

-Y os encontraréis con muchas sorpresas -sonrió-. Sabéis que el amor y el odio son sentimientos igual de poderosos. El placer puro movió a Luzbel a hacer la guerra con su creador, con todo lo que él debía seguir. Sólo porque él se regocijó en el caos. Y tú Cassian, encontraréis mucho placer en Odette.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2023 ⏰

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El beso PaganoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora