Los canticos hacían eco en la gran estancia, los aplausos seguían el ritmo de las voces y la melodía que salía del órgano.
El coro harmonizaba una canción alegre, que hablaba sobre la esperanza y la fe en su señor, aún así ninguna de las personas que pertenecían a tal coro mostraba felicidad en su expresión, mantenían su rostro en blanco y miraban al frente, no queriendo tentar a que el pastor los viera cometiendo un error, por mínimo que fuera este.
Las canciones continuaron hasta que el pastor dió por finalizada la misa, despidiéndose y bendiciendo a aquellos que vinieron a escuchar la palabra de Dios, este domingo. Los creyentes aplaudieron al coro, agradecieron al pastor y se levantaron de sus asientos para abandonar la iglesia.
Cuando el lugar estuvo vacío, el hombre apagó su sonrisa amable y se giro para mirar al grupo de jóvenes pertenecientes al coro, que de hecho, ninguno de ellos se había movido de su lugar.
— Buen trabajo chicos, hoy estuvieron casi perfectos. En especial tu Seungmin, tu voz es una bendición para este coro y está iglesia, aún así, sigue practicando —El mencionado solo agradeció dando una reverencia, ni siquiera pareció mirar al pastor— Jeongin, necesitas más práctica, esas notas altas son terribles, pensé que ésta vez te iría bien pero me equivoqué —No se molestó en disimular la decepción en su tono de voz—. Practicaremos en casa...
Jeongin tragó saliva y simplemente asintió, sin alegar o responder a las duras palabras.
— Bueno, pueden irse a casa, que el señor los acompañe de camino. Oh, de hecho, pueden irse todos excepto tu Seungmin. Ven conmigo un momento, necesito comentarte algo en mi oficina—Todos empezaron a moverse para cambiarse la ropa e irse a sus hogares, mientras tanto el castaño acompañó al pastor a su oficina y Jeongin se quedó en su lugar pensativo.
Dejó salir el aire que contuvo sin siquiera notarlo y se despeinó el pelo con desesperación. Sintió una ligera capa de sudor sobre su frente al remover su cabellera azabache.
¿En qué falló hoy?, ¿Por qué?, ¿Por qué siempre él?
Por una vez que se había esforzado porque quería llegar a su casa y estar tranquilo, era suficiente el tener que practicar con el coro casi todo los días, no quería hacerlo en casa. El Pastor nunca estará satisfecho con su trabajo, siempre cometerá el más pequeño error y ese hombre se las arreglaría para recordarle ese error por el resto de la semana.
Salió de sus pensamientos debido a un leve toque en su hombro y al girar se encontró de frente con su mejor amigo. Un castaño que era casi de su misma estatura.
— ¿Estás bien? —Pregunto Seungmin con una expresión preocupada.
— Si... Solo que pensé que hoy había estado perfecto, me esforcé bastante, ¿sabes?
El mayor le regaló una pequeña sonrisa y le dió una palmadita en la espalda como signo de apoyo y cariño.
— Aquí entre nos, lo hiciste perfecto. El pastor es el que tiene muy mal oído, tu voz es hermosa, Innie. —Le dijo eso en un susurro y dejando escapar una pequeña risita al final logrando instantáneamente que Jeongin sonriera.
Jeongin amaba tener un mejor amigo como Seungmin, este siempre intentaba sacarle una sonrisa cuando estaba decaído y siempre lo acompañaba en sus mejores y peores momentos (que casi siempre eran peores.) Además, era un chico muy amable y gracioso, nunca se sentía solo si el castaño se encontraba en la misma habitación que él.
Se conocían desde que eran pequeños, la mamá de Seungmin frecuentaba la iglesia y siempre llevaba a su hijo con ella, así fue como el castaño se unió al coro, primero porque su madre se hizo amiga del Pastor y segundo, porque el Pastor ama la voz del chico incluso desde que estaba pequeño. El hombre siempre estaba orgulloso de Seungmin y de lo bien que cantaba, hasta se podría decir que era su favorito.
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Gentle Sinner - Hyunin
Fiksi Penggemar"No hay inocencia más dulce que nuestro gentil pecado" Para Jeongin no existe el infierno, porque no hay peor lugar que el mundo donde vive. Para Hyunjin, ninguno de esos lugares existía. Hasta que conoció el paraíso al estar junto a Yang Jeongin.