Después de que sus vecinos se retiraron, Jeongin tomó la rápida decisión de no cenar y en su lugar encerrarse en su habitación antes de que su padre se acordará de lo sucedido en el comedor. Escucho varios llamados por parte de su madre para comer pero no atendió a ninguno de estos, no quería lidiar con más problemas por esta noche.
Cerró con seguro la puerta de su alcoba y se tiró a su cama quedando boca abajo, su mente inevitablemente viajo nuevamente a su nuevo vecino, recordó sus ojos marrones, su largo pelo rojo claramente teñido y la forma tan desinteresada de comportarse. Era todo lo opuesto a Jeongin, incluso su vestimenta lucía rebelde al llevar un pantalón negro y una camiseta del mismo color, sin mangas que se ceñia a su torso a la perfección. ¿Era posible que una persona se viera tan etérea y perfecta?
Jeongin movió su cabeza contra el colchón para darse un golpe de realidad, no podía seguir pensando así de un hombre, eso estaba completamente mal.
Tenía que retener esos pensamientos cuanto antes, no quería volver a ser un ser ilógico. No quería volver a ser ese tipo de persona que va por el camino del mal, el camino del pecado.
Sacudió su cabeza como si con esa acción pudiera disipar sus pensamientos sobre aquel joven, decidió leer un libro para distraerse un poco y lograr que el sueño le llegué más rápido. Se levantó de su cama y se acercó a su estantería para buscar un libro de su interés, aunque no había más que libros de categoría religiosa y varios románticos que con suerte había conseguido en navidad.
Mientras buscaba, un punto rojo se cruzó por su rango visual, haciendo que llevará su mirada a la ventana que daba a la calle. Sus ojos dieron con el chico en el que pensaba y trataba de olvidar.
Este estaba sentado en el pórtico de la casa de enfrente mientras fumaba un cigarrillo, de vez en cuando miraba a los lados como si esperará la llegada de alguien.
¿Podía fumar?
Jeongin se acercó más a la ventana con curiosidad logrando instantáneamente que el chico captará su movimiento, cosa que dejó al más joven petrificado y sin idea de que hacer.
Los ojos del pelirrojo se entrecerraron como si estuviera enfocando su vista, después de un momento las esquinas de sus labios se levantaron mostrando una sonrisa ladina al mismo tiempo que soltaba el humo del cigarrillo, Jeongin se mantuvo quieto como si con eso se volviera invisible pero sus ojos no se despegaban de los del contrario, Hyunjin levantó la mano en la que aún tenía el cigarrillo entre sus dedos y la movió de lado a lado en forma de saludo.
Jeongin finalmente tomó control de su cuerpo y se tiró al piso para salir del campo visual del chico y también porque tenía la estúpida idea de que si se escondía era como si nada hubiera pasado, lo que más bien lo hizo ver patético y sentirse como tal. Sintió su corazón latir con rapidez y instintivamente llevó su mano a su pecho como si con esa acción pudiera calmarlo.
No quería volver a levantarse, estaba tan avergonzado de no haber devuelto el saludo y en su lugar haberse escondido como un tonto. ¿Por qué rayos hizo eso? El chico pensará que es un rarito.
Suspiró con resignación y sin más opciones gateo por el suelo hasta llegar al interruptor de la luz y así apagarla para volver a ponerse de pie, la oscuridad le dió el valor de volver a asomarse y observar lo que hacía el pelirrojo.
Al mirar se encontró con Hyunjin hablando con otro chico, este parecía ser más bajo que él y también parecía tener una vestimenta similar a la de Hyunjin. Paso poco tiempo antes de que el pelirrojo rodeará los hombros del otro con su brazo y los dos caminarán calle abajo desapareciendo de su vista.
Jeongin pensó en que se estaba comportando como un acosador, y volvió a lo que hacía antes de cruzar miradas con el mayor. Se llevó cualquier libro y se recostó en su cama para leerlo tranquilamente, aunque no podía sacarse a cierto pelirrojo de la cabeza.
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Gentle Sinner - Hyunin
Fanfictie"No hay inocencia más dulce que nuestro gentil pecado" Para Jeongin no existe el infierno, porque no hay peor lugar que el mundo donde vive. Para Hyunjin, ninguno de esos lugares existía. Hasta que conoció el paraíso al estar junto a Yang Jeongin.