TIMOS pt.1

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Palabras: 857

Los exámenes TIMOS estaban a la vuelta de la esquina. Pero no sería un problema para los cuatro amigos, Lupin, Pettigrew, Black y Potter, los dos últimos a pesar de sus travesuras y maldades eran bastante buenos en sus clases, siempre y cuando tuvieran un ligero interés en ellas.

—¿Cuál es el hechizo que despeja las vías respiratorias? —preguntó Potter al pelinegro de cabello largo.

Sirius tenía su cabeza recargada entre las páginas del libro sobre la mesa, fastidiado de haber pasado las últimas tres horas de su maravillosa tarde, en estudiar.

—Por milésima vez, Anapneo —murmuró el pálido girando su cabeza en dirección a Lupin, quien repasaba en silencio leyendo su libro de Pociones—. ¿Por qué sigues aquí, Remus? Dudo mucho que haya una pregunta en los TIMOS que no sepas...

—Mi querido Sirius, debo leer de nuevo mis notas para mantener el conocimiento fresco —el rubio dejó una suave caricia en la cabeza de Sirius quien le mostró una media sonrisa sin poder ocultar lo fastidiado que estaba—. Además, perderé una semana de estudio por la luna llena, debo repasar todo lo que mi cerebro pueda para estar listo.

—¿De qué color es el rayo de la maldición "Avada kedavra"? —preguntó Pettigrew.

Sirius soltó un mohín.

—¡Por Merlín! ¿No tienen mejores preguntas? —contestó Lupin al escuchar la queja de Black.
—¿Por qué no nos tomamos un descanso? —sugirió Potter viendo que el mal humor de Sirius empezaba a ser contagioso—. Iré a la biblioteca...

—¿De verdad?

—... a buscar a Lily, posiblemente esté estudiando ahí. Tengo que mantener a Snape lejos de ella.

James se revolvió el fleco y con un movimiento de varita dejó todos los libros que tenía en una pila ordenada sobre la mesa.

—Sabía que era demasiado bueno para ser verdad —opinó Pettigrew volviendo la mirada ahora a su libro de Herbología.

—Remus, ¿puedes descansar aunque sea un momento? —preguntó Sirius con sus ojos de perrito abandonado.

—Ya te lo dije, debo estudiar...

—¿Al menos puedo tener un beso? —preguntó Sirius de nuevo, susurrando la última palabra.

Remus bajó el libro y miró a ambos lados, sinceramente nadie les prestaba atención, toda la sala común de Gryffindor estaba concentrada memorizando sus lecciones a diestra y siniestra.

Sirius lo tomó de la corbata y lo atrajo a sus labios dándole un corto beso en ellos sonriendo al terminar.

—¿Quieres ir a practicar DCAO en la sala de menesteres con nosotros? —preguntó Sirius reuniendo los libros al igual que los de James.

—Sí termino de estudiar Herbología e Historia de la Magia, estaré ahí.

El de cabello largo se acercó al alto y le murmuró en el oído:

—Podemos besarnos después de practicar.

Las mejillas del rubio ardían por la atrevida propuesta que le había dado el mayor. Se quedó en su lugar observando cómo sus dos amigos restantes se iban por el cuadro de la torre. Lupin pensaba con frecuencia, desde que Sirius le confesó sus sentimientos, que todo eso era irreal. Se sentía afortunado de tener a Sirius como novio, pero en el fondo tenía miedo de que su actitud fuera demasiado patética para el chico, cuya personalidad fuerte y extrovertida posiblemente se aburriría de ella.

—Vamos Pettigrew, puedes hacerlo mucho mejor. Si practicamos mañana, seguramente tendrás un hechizo decente para el examen.

El bajito sonrió con emoción al ser felicitado por Lily Evans, quien curiosamente se les había unido a la práctica de DCAO junto con Potter después de cenar algo rápido en el Gran comedor.

—Bien, los dejo, fue lindo pasar la tarde contigo Potter —sonrió la muchacha al mencionado quien se sonrojó al instante—. Nos vemos chicos, descansen.

Potter se ofreció a llevarla hasta la puerta del dormitorio de chicas, Pettigrew cansado de tantos errores decidió subir directo al dormitorio. Sirius se disponía a seguirlo cuando vio a una figura rubia y delgada recostada sobre los libros de la mesa donde anteriormente estudiaba.

—¿Remus? —preguntó el pelinegro acercándose al rubio quien tenía puesta la enorme chaqueta de piel de Sirius que había olvidado en su silla cuando salió a la Sala de Menesteres.

—¡Despierto, estoy despierto!

Lupin se levantó de golpe, bastante desorientado. Miró sus notas que yacían arrugadas debajo de él y recordó lo que estaba haciendo con anterioridad.

—Te traje esto para que cenaras algo —dijo Black entregándole dos magdalenas de naranja.

El rubio extendió la mano para tomar los panecillos y notó que tenía puesta la chaqueta de Sirius. Rápidamente se levantó y mientras se quitaba una manga dijo:

—Lo lamento, es que tenía frío y-

—Tranquilo, Remus, puedes usarla cuando quieras —afirmó Sirius mirándole enternecido por su repentino pánico—. ¿Te quedarás hasta tarde estudiando?

Remus asintió, colocándose de nuevo la chaqueta. Sirius se acercó a él y dejó un casto beso en su mejilla.

—Entonces necesitarás esto —Y le entregó una barra de chocolate que también había tomado del gran comedor—. No te quedes dormido aquí, Remus podrías lastimar tu cuello.

—Gracias, Sirius —sonrió muy muy sonrojado el rubio optando por mirar fijamente la barra de chocolate en lugar de los preciosos ojos marrones del bajito—. Prometo subir al dormitorio en cuanto termine.

—Descansa, Remus.

—Igualmente.

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