CHONGYUN

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Los diversos festivales que cautivan el corazón de la ciudad de Liyue florecen durante la actual época del año. A raíz de estas celebraciones, uno de mis más antiguos pasatiempos se trenza junto con la diversión y agitación del ambiente.

Y ese era contar dinero.

Mi relación con esta época del año era una especie de amor-odio. Odiaba el trabajo que debía de realizar, pero la recompensa era tan tentadora que me cegaba tanto el orgullo, como la pereza.

Me había pasado las últimas siete horas en un puesto de cortas dimensiones, con una ventilación que combinaba el frío viento del otoño, con el calor de la muchedumbre. A mi alrededor veía al gentío recorrer a rimero las calles de la zona comercial del festival. Los turistas se embriagaban los oídos de historias para nada verificables, las cuales se vendían excelentemente junto con un artículo procedente de su tan distinguido relato.

—¿Morax era un coleccionista de los cubiertos? Es increíble la cantidad de cucharillas y tenedores que han pasado por sus manos, ¡Y todas del mismo diseño! —El comerciante de la tienda de enfrente se volteó a mirarme, para su suerte, los turistas a los que estaba estafando no lo hicieron, —¿Habrá sido un fanático de esa precisa colección? Si es así, me pregunto quién los habrá forjado. Debió ser un increíble fabricante, ya que el mismísimo Lord Geo tenía un repertorio de sus ilustres tenedores, ¿no cree?

El comerciante me dirigió una mirada cargada de odio. Por otra parte, los turistas que hacía dos segundos no prestaban ni pizca de atención a mis palabras se vieron horrorizados entre ellos.

—No le presten atención, estimados clientes. Su voz desata la envidia y clama el dinero. Solo busca despojar los clientes de otros ya que nadie busca las baratijas de su tienda, carentes de historia y cultura —Sentenció el comerciante duramente. Vaya, se nota que tus productos son un fraude cuando tienes un don para vender con las palabras. —No como en nuestro negocio, el cual valora más la experiencia de encontrar fragmentos representantes de lo que fue, es y será nuestra preciada Liyue.

Blah, blah, blah. A ver como se te queda la cara cuando descubran que lo que llamas "representaciones de Liyue", no son nada más que una farsa comercial.

Agitando un poco el dedo índice inicié una pequeña corriente de viento, proveniente del oeste. Agitando con un poco más de brusquedad cree un ventarrón causante de que las damas se sostengan sus faldas y los caballeros sus sombreros. Con un poco más de potencia, la tapa de una de las cajas depositadas en la fachada del puesto frente al mío voló por los aires, dejando a la vista una colección inmensa de los mismos artículos que se vendían en el puesto.

Cuando el ventarrón se detuvo, los turistas se fijaron en la caja destapada, dándose cuenta de la estafa en la que estaban por caer. Con esa exposición, es mi momento de brillar.

—¡Por los Siete, pero qué descaro! —exclamé. Salí de mi puesto para juntarme con los turistas, —¡Intentar estafar de esta manera a la gente es una vergüenza! Y llama a sus productos representantes de la historia y cultura de Liyue, oh, pero que vergüenza —Me acerqué al gentío, señalando mi puesto con ambas manos. —En nuestro negocio no tenemos piezas tan extraordinarias, pero si buenos souvenirs, que llevará a sus hogares el recuerdo de su visita a los distinguidos festivales de Liyue.

Con eso una multitud se avecinó a mi puesto, vaciando sus bolsillos en bonitos recuerdos como llaveros o pequeñas vasijas con diseños típicos de la región.

Al irse, los turistas fueron interceptados por el estafador de antes, quién intentaba que se queden y le compren algo. El hombre, desesperado por vender algo de la mercancía barata que guardaba, salió casi corriendo detrás de ellos. Sin embargo, tal parece que no pudo llegar más lejos, pues volvió a las zancadas hasta mi puesto con una expresión de cólera en su rostro.

Gᴇɴsʜɪɴ Iᴍᴘᴀᴄᴛ'ʳᵉᵃᶜᵗⁱᵒⁿˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora