KAZUHA

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Había olvidado la ventisca del océano durante la noche, el tambaleo de un barco arrojado en la deriva y la vista del eterno firmamento recubriendo nuestra tierra. La sensación de volver a viajar por altamar me llenaba el corazón de un goce profundo, me sentía como si volviera a tener cinco años y el mundo me pareciera tan grande como para ser plenamente explorado.

El rito de la linterna estaba en su auge, por lo que el cielo se encontraba atestado de linternas iluminadas por una simple llama. En el mar flotaban varias flores, junto con varias linternas que se habían quedado atrapadas en el agua, algunas con su llama extinta y otras que, de alguna manera, aún seguían manteniendo su luz.

A pesar de que eran pasada la medianoche, el cielo se encontraba tan iluminado que no podría decir que allí arriba se encontraba la luna, y no el sol. La escena parecía sacada de un cuento de hadas, con el cielo repleto de linternas y el mar rebosante de flores, conmigo en un barco sobre el agua y con un acompañante capaz de remar aquel barco solo por mí. Por una vez sentía el corazón libre de penas y el cuerpo suelto de dolor.

Sumergí la mano en el agua fría, dejando que el movimiento del barco la guiara. En un momento noté algunas flores chingxin flotando a varios centímetros de nosotros. Con cuidado me recargué sobre el estribor para acercarme a la flor y tomarla entre mis manos, pero mi acompañante sujetó delicadamente mi muñeca y me detuvo.

—Es peligroso, deja que lo haga por ti —habló calmadamente.

Concentrando la mirada en las flores que buscaba, quité la mano del agua y dejé que él se encargara. Con mucha delicadeza creó una pequeña ola de viento en el agua, la cual separó las flores del mar y las llevó hasta sus manos, al tenerlas las sacudió con cuidado sobre el agua para sacarles la humedad y al terminar las extendió para mí con una sonrisa satisfecha.

—Gracias, Kazuha —murmuré tomando las flores entre sus manos.

—Siempre que quieras —respondió.

Sonreí ante su respuesta. Kazuha tenía una habilidad especial para ser detallista sin darse cuenta. De manera natural siempre me ayudaba en lo que necesitara siquiera antes de caer en cuenta de que necesitaba su ayuda.

—¿Hay alguna otra flor que te guste? —preguntó repentinamente, mirando el mar cubierto de flores, como si en lugar de agua hubiese fértiles tierras debajo de ellas.

—Todas son bonitas —respondí dirigiendo mi vista al mismo lugar. Había muchos pétalos de diferentes colores, formas y tamaños.

—¿Debería darte un ramo de cada tipo? —inquirió divertido.

Voltee a verle con aire juguetón, siguiéndole la corriente a su broma.

—¿Sólo un ramo? Necesitarías diez de cada uno para contentarme.

—En ese caso, espera un segundo —comentó tranquilamente.

Tomó los remos del bote y lo dirigió hasta cierto punto del mar, donde estábamos alejado del puerto, pero no cercanos al océano y donde las linternas se dispersaban alrededor, al igual que las flores sobre el mar. Era como el centro del mundo en ese momento.

—Me tomará unos segundos, espero no te moleste —se disculpó mientras se ponía de pie y activaba su visión, preparando el que sería un espectáculo enorme.

...

—Kazuha

—¿Sí?

—¿Qué estamos haciendo?

Con la espalda acostada sobre la madera, la mirada en el cielo y las manos entrelazadas sobre el pecho, a mi alrededor había tantas flores que éste parecía ser un barco fúnebre. No mentiría al decir que el barco pasó de tener únicamente su base sumergida en el agua a estar hundido hasta más de la mitad. Además, en el lado donde se sentaba Kazuha parecía estar más elevado que el mío, que rebosaba de flores.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2023 ⏰

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Gᴇɴsʜɪɴ Iᴍᴘᴀᴄᴛ'ʳᵉᵃᶜᵗⁱᵒⁿˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora