En medio de la oscuridad de la noche, Nettles fue despertada por una voz familiar que la llamaba suavemente. Parpadeando somnolienta, se encontró con Aemond, quien se encontraba junto a su cama. Aunque aún adormilada, la curiosidad y la confianza en el muchacho la impulsaron a seguirlo sin cuestionar.
Vistiendo aún el vestido amarillo que había elegido para el funeral, Nettles se apresuró a seguir a Aemond a través de los pasillos del castillo de Marcaderiva. La brisa nocturna acariciaba su rostro mientras caminaban en silencio, y un sentimiento de anticipación comenzó a crecer en su interior.
Finalmente, llegaron a un lugar apartado cerca de las rocas que rodeaban el castillo. El brillo de la luna iluminaba débilmente el paisaje, revelando una figura imponente y majestuosa. Nettles contuvo el aliento al darse cuenta de que estaba ante un enorme dragón. Sus escamas brillaban bajo la luz lunar, y su respiración parecía crear un ritmo hipnótico en el aire.
Aemond, con una sonrisa de orgullo en su rostro, miró a Nettles y le dijo con determinación―Este dragón es mío, lo he tomado para mí.
La joven quedó boquiabierta ante la magnificencia del dragón. La luz de la luna se reflejaba en las escamas de Vhagar, el imponente dragón que se erguía ante los ojos de Nettles. Sus escamas eran de un color negro profundo, brillantes y resplandecientes como el ónix pulido. Cada una de ellas parecía ser un escudo indestructible, capaz de resistir cualquier ataque. Sus ojos se dirigieron hacia su mandíbula con sus afilados colmillos, parecía una trampa mortal lista para cerrarse sobre su presa. Sus fauces poderosas podían destrozar cualquier cosa que se interpusiera en su camino, y su aliento de fuego era capaz de convertir en cenizas todo lo que tocara.
―¡Ven! No te quedes allí. Te llevaré a donde tu desees. Donde queramos―Soltó Aemond con una sonrisa en sus labios.
―¡No! Aemond, vayamos a dentro. Nos pueden descubrir―Dijo deteniéndolo del brazo. El muchacho se dio media vuelta y lo observó con los ojos brillosos.
―Nettles, vamos. Nadie nos podrá detener. No tengas miedo.
―No tengo miedo, sólo quiero estar adentro. Por favor.
Aemond asintió finalmente y tiró de la muchacha para adentrarse a la entrada de piedra. Nettles caminaba junto a Aemond hacia la cueva, sin la expectativa de encontrarse con ninguna alma, Sin embargo, la sorpresa se dibujó en su rostro cuando se toparon con Visenya y sus hermanas Baela, Rhaena y dos muchachos más, los cuales eran Jacaerys y Lucerys. No esperaba encontrarse con todos ellos reunidos en ese lugar.
La tensión se hizo evidente de inmediato cuando Rhaena comenzó a reclamar el dragón Vhagar como suyo, argumentando que, por derecho, le correspondía a ella como hija de Lady Laena. Aemond, por su parte, se mostró decidido a no renunciar al dragón, afirmando que lo había domado y que ahora le pertenecía.
La discusión fue aumentando de intensidad, y Nettles se sintió obligada a intervenir para calmar las aguas. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Baela la empujó, provocando su enojo y el de Aemond. La situación se salió de control cuando Aemond respondió con una agresión física hacia la muchacha.
Nettles se levantó del piso justo a tiempo de que el mayor de los hermanos Velaryon se lanzará justo sobre Aemond.
De repente la escena se volvió caótica, con gritos y golpes intercambiados entre los presentes. Aemond parecía tener la ventaja en la disputa, mostrando su fuerza y determinación. Sin embargo, la situación dio un giro inesperado cuando Lucerys sacó una navaja y se abalanzó sobre Aemond.
La navaja encontró su objetivo y Aemond resultó herido en el ojo, causando un grito de dolor que resonó en la cueva. El caos se detuvo por un momento, con todos quedando atónitos ante la gravedad de la situación. Nettles, llena de preocupación, corrió hacia Aemond para auxiliarlo, mientras que los demás observaban la escena en shock.
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Loyalty | 𝐀𝐞𝐦𝐨𝐧𝐝 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧
FanficEs un acierto que las historias no se cuentan adecuadamente, que pierden la fidelidad según su orador y el pasar de los siglos. Sin duda la historia de Nettles ha sido una de ellas. Aquella muchacha de ojos café y rizos oscuros, no fue una amante ni...