Capítulo Uno: El Final de Nuestro Viaje

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Era de noche, y el reloj marcaba las once y media; ya era bastante tarde. Columpiandose entre los edificios una figura delgada, aunque fornida, aparentemente se trataba de un hombre que vestía un traje hecho de Spandex, la parte de la cintura para abajo era azul oscuro, el torso era negro, que en pecho tenía una "V" amarilla, y dentro de esa letra se notaba un diseño de telarañas en rojo y amarillo. Aquél hombre demostraba gran habilidad para columpiarse y pasar desapercibido entre las calles y los edificios; llegó hasta un rascacielos, y al soltar la telaraña con la que se estaba impulsando, dio un último salto para quedarse pegado en el costado, corrió hacia arriba por ese lado del edificio, y antes de llegar hasta el Penthouse saltó lo más alto que pudo y al mismo tiempo dio una vuelta hacia atrás con los brazos extendidos, para terminar cayendo de pie con gran profesionalismo.
En ese momento interrumpió su azaña unos fuertes y enérgicos aplausos, acompañados de una voz que lo estaba vitoreando con emoción; esa voz, era de una chica, a quien el joven conocía a la perfección.

—¡Eso fue increíble! —exclamó la chica alzando en gran medida su voz, pero se detuvo abruptamente y cambió su alegre expresión por una cara de engreída superioridad—; pero eso no cambia el hecho de que llegaste tarde, ¡Jajaja!

—Había mucho tráfico —se excusó el chico al ergirse completamente y caminar hacia la chica.

—Pre-tex-tos —se burló la chica al levantarse de la silla donde se encontraba—. Sólo tienes que decirme que se te olvidó y ya. Te prometo que no me enojo.

El chico quedó frente a frente junto a la joven, le dedicó una cálida sonrisa y la tomó de ambas manos. Un gesto que a ella le encantaba.

—Nunca podría olvidarme de un día tan especial.

—¿Ah, sí? —inquirió la chica al mismo tiempo que levantaba una ceja—. ¿Y qué se celebra hoy?

—Eso es más que obvio... —la chica se acercó lentamente hacia el joven frente a ella, muriéndose por escuchar lo que este estaba por decirle—, ¡Que hoy ganaron el campeonato los Toros de Chicago!

—¡¡JAJAJAJA!! —la chica rompió a carcajadas mientras empujaba a su compañero hacia en frente—. Eres un tonto.

—¿Qué no era eso? —se cuestionó el chico fingiendo incredulidad.

La chica negó lentamente con la cabeza mientras sonreía, con su mano derecha le disparó una telaraña a su compañero, la cual terminó en su cintura, y lo jaló hacia ella, para terminar abrazándolo con ternura mientras se ponía sobre las puntillas de sus pies para darle un cariñoso beso a su compañero en los labios.

—No, no es eso.

—¿Entonces qué es?

—Es nuestro aniversario, cabeza de red —respondió la chica en tono coqueto.

—Oh, es verdad —dijo el chico aún fingiendo incredulidad—. Si ese fuera el caso, entonces alguien debería haber llegado con un regalo, ¿No te parece?

—Sí, es verdad —confirmó la chica—. Ojalá que esa persona trajera un regalo, o sino dormirá con el perro esta noche.

—Eso es cruel, pero justo —aceptó el joven, levantó la mirada y señaló hacia arriba de golpe con una cara de asombro—. ¡¿Qué es eso?!

A Prueba de CánonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora