Prólogo

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Ivette Fairchild era conocida como una de las mejores shadowhunters de la historia. A pesar de tener tan solo dieciocho años, había demostrado grandes cualidades como luchadora y protectora de los suyos.

A pesar de que tenía una madre, Jocelyn Fairchild, había sido básicamente criada por Robert y Maryse Lightwood. Ambos le habían cogido un profundo cariño a la chica cuando la conocieron, y aprovechando que pasaba tanto tiempo en el Instituto, decidieron tratarla como si fuera hija suya.

De todas formas, Ivette pasaba algunas veces por casa de su madre, (cuando ella no estaba, porque no le permitía acercarse a ella o a su hermana) para ver cómo iba creciendo su hermana melliza, Clarissa.

Ese día, se había quedado en el Instituto mientras sus tres compañeros iban a sacar información a un demonio en la Discoteca Pandemonium. Cuando horas más tarde, la puerta de la entrada se abrió y vio a Jace entrar con una persona que le resultaba familiar en sus brazos inconsciente, supo que la misión no había salido tan bien como esperaban. Además del rubio que ahora corría hacia la sala de entrenamientos preocupado, el pelinegro Lightwood caminaba molesto de camino al despacho de los superiores, supuso que a contarles el fracaso.

Ivette se encaminó a la sala de entrenamientos, donde ya había una camilla, y pudo observar atónita a la chica desmayada.

—Clary. —Murmuró.

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