Capítulo 4: Bye-Bye, Simon

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—Ivette Fairchild, mi shadowhunter favorita

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—Ivette Fairchild, mi shadowhunter favorita. —La saludó una voz masculina cuando entró al lugar.

—Raphael Santiago, mi vampiro favorito. — Dijo con una sonrisa, caminando para abrazar al chico.

—¿Qué haces aquí? Pensé que nos veríamos mañana. —preguntó confundido mientras se sentaban en uno de los sofás.

—Sí, pero mi hermana ha venido al instituto, y por mucho que la quiera, algo me dice que va a traer muchos problemas. —Suspiró.

—¿Clarissa? —Ella asintió. —¿Cómo sabe de los shadowhunters?

—Secuestraron a nuestra madre ayer. Jace salvó a Clary de un demonio y ahora, ella y su amigo Simon están en el instituto.

—¿Dos mundanos? Alec debe estar que se sube por las paredes. —Rió el vampiro.

—Ni te lo imaginas. Aunque lo entiendo, ya hemos roto como cinco reglas de la Clave. Y la mayoría del peso, recaerá sobre nosotros.

—¿Hay algo que pueda hacer?

No era ningún secreto que Raphael y ella tenían una gran amistad desde hacía muchos años. Se conocieron en una de las primeras misiones de Ivette. Ella todavía no controlaba del todo el campo de la pelea cuerpo a cuerpo, y aún así, la mandaron a una misión al muelle, para encontrar a un hombre lobo que estaba trayendo problemas. El hombre lobo casi la mata, pero Raphael la salvó. Desde entonces, se volvieron casi inseparables.

La pelirroja miró el móvil nerviosa, le había llegado un mensaje de Alec.

—¿Podríamos aplazar la quedada a más tarde? Clary se acaba de meter en un problema de los grandes. —Suspiró cansada.

—Claro, sin problema. Cuídate. —Murmuró cuando ella salía.

⚜️

—¡Chicos! —La pelirroja llegó corriendo hasta la puerta de los hermanos silenciosos, donde todos se encontraban.

—¿Qué haces aquí? —Clary preguntó.

—No puedes entrar, Clary. Los hermanos silenciosos no son lo que se diga "agradables". Podría matarte.

—¿Tienes alguna otra idea?

—Cualquier idea es mejor que esta.

—Venga, Ive. No pasará nada, iré yo con ella.

—No sé si eso me da más miedo o me deja más tranquila.

El rubio la miró mal antes de entrar con la pelirroja menor.

—Hemos intentado disuadirlos. —Izzy explicó.

—Lo sé. Mi hermana es tan cabezota como Jace, sino más.

—Clary no es tonta, sabe lo que hace. —Simon trata de defender a su amiga.

—Yo no estoy diciendo que Clary sea tonta. Simplemente es muy imprudente.

—No lo es.

—Vamos a dejar esta conversación aquí. ¿No querías enseñarme una de tus canciones? —Izzy interrumpe. —Ahora volvemos.

—¿Estás bien?

—¿Y tú? Debes estar molesto.

—Lo estoy. La clave está muy cabreada con nosotros.

—¿Qué crees que hará para arreglar esto?

—No lo sé. Pero me espero lo peor. —Alec suspiró.

Ambos se encontraban sentados en una piedra cuando Clary y Jace salieron. Jace miró con una sonrisa a Ivette, que se encontraba apoyada en el hombre de Alec casi dormida y con la chaqueta de Alec puesta sobre sus hombros. Un gesto que la pelirroja mayor había agradecido mucho, pues hacía bastante frío. Cuando los vió a ambos salir, se levantó de un salto hacia ellos, con Alec siguiéndola.

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras?

—¿Qué? ¿Y-y Jocelyn?

—No lo sabemos. Pero también hemos descubierto que Valentine no es tu padre. —Jace dijo mirándola con pena.

—¿Qué? —La pelirroja no podía salir de su asombro todavía. Lo de Valentine, lo de Jocelyn, todo daba vueltas en su cabeza.

—No eres mi hermana. —Clary aclaró.

—¡Chicos! ¡Simon no está! —Izzy llegó corriendo preocupada.

—¿¡Qué!? ¿¡Habéis perdido a Simon!?

—¿Ese es el nombre del mundano? —Una voz conocida para la pelirroja llamó la atención de todos.

—No me lo puedo creer. —Murmuró al verle con Camille a su lado. —¡Deja al mundano, Raphael!

—No puedo hacer eso, Ive. Queremos la copa a cambio.

—No... no puedo hacer eso. —Clary murmuró.

—Una pena. —Dijo la vampiresa con sarcasmo. —Despídete de tu amigo.

—Mierda. —Maldició la pelirroja mayor cuando vió que Raphael y Camille ya habían desaparecido.

—¡Simon!

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