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Había hecho algo malo, Jungkook lo sabía, y aquello no lo dejaba caminar con total normalidad.
Tomó su bata del suelo para colocársela de nuevo y optó por salir de la habitación sin decir ninguna palabra más, solamente limitándose a escuchar los sollozos que Taehyung desprendía en un rincón.

El pequeño trance que le bloqueó la mente le taladró en la cabeza de tal manera que su mirada estaba impregnada en el suelo, pensándose si es que hizo algo malo; y es que lo hizo. No debió guiarse por sus instintos al querer saber qué había detrás de esa venda, encontrándose con unos ojos lo demasiado hermosos cómo para estar cubiertos de tristeza.

Si tan sólo hubiera ido más despacio. Pero, ¿luego qué? ¿Irse? ¿Qué se suponía que debía de hacer una vez acabado todo? No quería irse, sinceramente, no quería. Sus planes estaban en por lo menos hablar cara a cara con Taehyung y decir un tan siquiera: "estuvo bien, hasta la próxima", sí, pero, el quitarle esa venda, le dejó un mal sabor de boca a Jungkook. Y no sabía cómo remediarlo.

Al volver a su cabina con sus pertenencias, simplemente fue directo a ponerse su ropa con tal rapidez que tambaleaba al no estar en sus cinco sentidos. La tristeza y el odio a sí mismo le nublaban la vista y mente que le acumulaban las razones para ya no estar ni un minuto más en Eros. Le importaba poco el tener que ducharse, pues lo haría llegando a casa de Namjoon. Solamente no quería estar más en ese lugar.

Su pecho dolía, cómo si el aire que traspasaba sus fosas nasales no sea suficiente y tener que abrir sus labios para recibir una cantidad de oxígeno para mantenerse en pie. Su frente dolía al tener ese ceño fruncido, sacudiendo la cabeza para que esa niebla se fuera, logrando solamente un dolor punzante en sus sienes.
Gruñó por lo bajo, Jungkook realmente necesitaba salir de ese lugar, necesitaba aire fresco y un espacio amplio para que sus ideas se esparcieran.

Salió de la cabina y, con su maleta en mano, se dirigió a la salida del lugar; sin embargo, aquel chico peli-menta le detuvo al llamarlo desde detrás del mostrador.
—Aquí tienes tu dinero. —le dijo con neutralidad, extendiéndole un fajo de billetes para después regresar a la computadora el cual tachaba la fotografía de Jungkook en el sistema, marcándolo cómo "empleado desocupado".

Ese dinero era de Taehyung, ¿de quién más podría ser? Ese rollo de billetes estaba a su merced esperando a que Jungkook lo tome entre sus manos para guardarlo en su maleta e irse con el dinero suficiente como para aplazar el cobro de su apartamento. Sus ojos no miraban nada más que a esos billetes, sintiendo como los segundos pasan y el peli-menta note su debate con si tomarlos o no.

—Oye, ¿los vas a tomar o-?

—No —dijo claro, elevando su mirada hacia aquellos ojos rasgados quien lo miró sorprendido—. No los quiero —ningún titubeo salió de sus labios, pero éstos temblaban—. Regréselos, por favor. —y entonces se encaminó a la salida, dejando ese fajo de billetes libres a tomarlos en cima del mostrador, queriendo que éstos regresen a Taehyung.

Porque sí, no quería un dinero que lo puede considerar como un robo; porque el dinero que se consiga en Eros es meramente porque un cliente ha quedado satisfecho ante los servicios de un empleado, pero no, Jungkook había hecho llorar a ese sujeto, hizo que se apartara de él y se rompiera a llorar en el piso, queriendo intentar hablarle para al menos tranquilizarlo, pero nada de eso. Jungkook no merecía ese dinero.

Por otro lado, el peli-menta vio salir al azabache del local cómo si tuviera prisa, notando el tambaleo y el sudor en su frente. Su mirada lo siguió, pasmado, pensándose que cabe la posibilidad de que su cliente no resultó satisfecho, o quién sabe, no es algo que a Yoongi le importase.

¡Min Yoongi! —el peli-menta volteó hacia aquella voz masculina que gritaba su nombre con el tono de querer regañarlo o estrangularlo porque, al ver a Taemin lo demasiado enojado ante sus ojos, Yoongi frunció el ceño al no tener la menor idea de su actitud—. ¿Qué ocurrió con ese empleado? —preguntó entre dientes, postrando sus manos en el mostrador.

Filofobia | KookV ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora