✧; capítulo veintiuno

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—Entonces, ¿entrenas desde los diez años?

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—Entonces, ¿entrenas desde los diez años?

—Sí, es una clase de herencia familiar...

—¿Y de pequeño no te daban miedo las alturas?

—Realmente no —Harry se reacomodó en el sillón—. Siempre quise dedicarme a esto.

—Es impresionante —Farid, el libanés, masculló—. Yo comencé mis entrenamientos a los quince.

Valentina masticó un trozo de galleta antes de comentar: —Yo a los trece.

—A los once —farfulló Aline.

—Les gano, a los ocho —Abel se llevó una papa frita a la boca.

—A mi me dejaron integrarme hasta los diecisiete —Por último, Kelly habló.

Cada uno tenía diferentes historias por contar, y el rizado estaba encantado con la plática que se desarrollaba en su camerino.

Cuando la práctica finalizó, Aline lo integró al círculo social que, como compañeros de trabajo y amigos, se había formado entre los trapecistas a lo largo de los años.

Se dio cuenta de que la brasileña se llevaba bien con todos, eran personas completamente opuestas entre sí, personalidades distintas, unos más parlanchines que otros, pero tenían un brillo en particular que deslumbraba.

Harry pensó que si Louis estuviera ahí notaría una vibra fenomenal, porque hasta él, que no se consideraba de mente tan elevada, la sentía.

Parecía que los conocía de toda la vida, la confianza que le dieron para abrirse a conversar, era igual a la que Niall le brindaba.

Una valiosa comodidad.

—¿Y qué tan difícil es hacer actos en solitario?

—No mucho, si es mayor responsabilidad, pero creo que es más fácil porque no te tienes que acoplar a nadie —Estiró la mano y tomó el recipiente que contenía fresas—. ¿Ustedes no lo intentaron jamás?

—No, y la verdad es que yo estoy bien así —El portugués rechazó con un ademán—. Me daría pánico escénico.

—A mi también —concordó Valentina—, aprendí a trabajar en compañía, eso de volar yo sola no creo que sea lo mío.

—Pues yo si me atrevería —Aline canturreó, recostándose en el sofá.

Puso la cabeza sobre los muslos de Harry, utilizándolos como almohada y él le sonrió.

—Es una lástima que Orion no permita los shows individuales —murmuró, al morder la pequeña fruta.

—Es que los espectáculos son vistosos cuando participamos varios, la gente lo ama por la sincronización que ve en el aire.

—Eso me asusta un poco —Tuvo que confesar—, en el entrenamiento vi como son sujetados por los demás al hacer el cambio de trapecio, ¿eso no les causa nervios?

It's all an act 🎪 || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora