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AITANA
Pasaron los días y con Sebas no sabíamos como ni cuando contarle a sus padres.
Sorprendentemente mis padres se habían tomado muy bien la noticia, a pesar que luego nos regañaron ya que siempre nos dijeron que los condones y tal, pero estaban felices y eso me hacia feliz a mi.
Pero en el caso de los padres de el, el tiempo nos jugaba en contra.
El hecho de que sean dos y no un bebe el que este dentro de mi, hacia que estuviésemos con el tiempo en contra ya que mi panza comenzaría a notarse, que ya se nota un poco la verdad pero pareciese que me estoy aguantando gases y estoy solo hinchada.
Por eso mismo hemos decidido que hoy lo contaríamos.
El padre de Sebas venia hoy ya que ha estado de viaje estas semanas y ademas las cosas con Maria no han estado bien entonces el casi ya ni vive aquí.
Preparamos una cena con Sebas, le pedimos a los de la cocina de su casa que preparasen algo que a mi no me diese nauseas. Puré de papas con salmón.
Estábamos todos sentados en el comedor de su casa. Comiendo y bebiendo en completo silencio hasta que yo le di un leve golpe en la mano por debajo de la mesa a Sebas dando a entender que ya era hora.
— Emm.... Tenemos que contaros algo. — dijo el nervioso.
— ¿Que pasa? — pregunto su madre preocupada.
Por otro lado Danna me estaba mirando con una sonrisa, es que esta no tiene ni un pelo de tonta y era obvio que ya sabia.
— Aitana esta embarazada..... y obviamente yo soy el padre. — dijo Sebas y sus padres quedaron completos en silencio mientras que Danna por otro lado comenzó a chillar y se levanto a abrazarme.
— Danna ve a tu cuarto por favor. — dijo el padre de Sebas en un tono de enfado.
Fue cosa de que el dijese eso que Sebas tomo mi mano y la oprimió un poco dando a entender que me preparase.
— De cuant..... — dijo la madre de Sebas pero Ruben le freno.
— Lo vas a abortar. — dijo sin tapujos.
— ¿¡Que!? — dijo Sebas sin entender.
— No voy a dejar que esta te amarre con un crío, voy a llamar a mi doctor de confianza y organizaremos un aborto.
— ¡De eso nada! Lo vamos a tener quieras o no. — dijo Sebas enfadado.
— ¿A si? Y ¿Con cual dinero? Porque yo no pienso darte ni un duro.
