Extra:"Me gustan las cosas bonitas pero me casaría contigo con anillos de papel"

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Jason podía presumir con seguridad que era un hombre con metas claras, era del tipo que si quería salgo haría lo que fuera, o estuviera al alcance de su mano, para obtenerlo.

Eso aplicaba con varias cosas en su día a día, una vez que se le meta algo en la cabeza era casi imposible, por no decir inutil, que abandonara su objetivo.

Eso era justo lo que pasaba, a Jason se le había metido en la cabeza la idea del matrimonio, pasaba por las calles y veía a esas parejas felices con alianzas en sus dedos que demostraban a cuanto llegaba su amor que él también quería eso, quería tener algo consigo que le dijese al mundo "Soy de Leon Scott Kennedy" e iba a lograr su cometido.

Por eso había planeado meticulosamente cada paso de la noche, iba a seguir al pie de la letra todo y al final de la noche con suerte Leon le diría que sí.

—Ponte más bonito que de costumbre.—hablo Jason besando fugazmente el cuello del chico, este le dirigió una mirada perpleja.

—¿Para qué?—

—No hagas preguntas, Scott.—dijo divertido el pelinegro mientras le guiñaba el ojo con una enorme y feliz sonrisa pegada en sus labios.

Este suspiro pero asintio, por dentro estaba muy emocionado, ninguno de los dos era de salir mucho preferían mantener todo bajo el seguro techo de su hogar pero al parecer hoy era especial y su chico estaba entusiasmado así que al parecer era una bonita sorpresa.

—Ok, ¿a donde me estas llevando exactamente?—pregunto el rubio caminando a ciegas debido a la venda negra que le tapaba los ojos, su mano agarraba con fuerza la mano de Jason, confiando en que este no lo dejaría caer.

—Es una sorpresa.

—Vamoooos.—se quejo Leon cual nene chiquito—Al menos dame una pista.

—No, es una sorpresa.—repitió Jason con diversión y Leon hasta podía escuchar la sonrisa que tenía—Va a dejar de ser una sorpresa si te digo cualquier cosa. Ten cuidado con el escalón.

—¿Escaleras?

—Relajate, ya vamos a llegar, impaciente.

Leon sintió que se detenían y el sonido de una puerta siendo abierta se escucho.

—Llegamos.—susurro Jason nervioso coloco su mano en la espalda baja del rubio y lo guio con cuidado dentro del lugar, cerro la puerta y volteo donde el contrario. Dejando el nerviosismo de lado subió sus manos hacia la venda y desató el nudo quitando la tela.

Apenas Leon sintió la venda abandonarlo abrió los ojos y dejo que estos se acostumbraran a la iluminación. Soltó un jadeo por la sospresa, sus ojos volando de un lado otro queriendo guardar en su memoria cada detalle.
Una mesa redonda estaba en el centro con un mantel blanco que lo cubría y encima del mantel yacía un camino de mesa de color vino, los pétalos de distintos colores estaban esparcidos por el piso, había rosas de color rojo, rosa, naranja y morado. Del techo colgaban estrellas por medio de hilos, y Leon podía notar que formaban distintas constelaciones(sabía eso porque a Jason le gustaba sentarse en el techo de su casa y señalarle cada una mientras decía su nombre y que tan lejos estaba de la tierra), en las esquinas había masetas, los platos junto a las copas estaban colocados en la mesa junto a una olla, luces de colores pegados en los marcos de las ventanas y fotos de ellos formaban un corazón en el centro de la pared.
Leon con los ojos empapados por las  lagrimas de emoción volteo a ver a Jason, él sabía que el hombre había puesto todo su esfuerzo en esto, para que quede lindo.

—Es perfecto.—susurro enredando sus brazos al rededor del cuello del ojiazul, los brazos de Jason por pura memoria se colocaron cómodamente al rededor de la cintura del rubio, ambos mirándose con todo el amor que tenían.

—¿Enserio?

Leon asintió besando con cariño los labios ajenos, ambos labios se movieron con cuidado y suavidad, tomándose todo el tiempo del mundo, este día era de ellos y no lo iban a desperdiciar. Se separaron con grandes sonrisas y el rubio tiro de la mano de Jason hacia la mesa, como un absoluto caballero Jason saco la silla para Jason y una vez sentado la acomodo bien para el hombre.

—Quise que esto sea especial.—dijo el menor de ambos estirando su mano para destapar la olla revelando unos ricos ñoquis, agarro el cucharón y sirvió la comida.

—Se ve delicioso.

—Espero que sepa igual.

—¿Lo hiciste vos o pediste ayuda?—levanto una ceja Leon con curiosidad.

—Uhm, todo esto lo hice yo, en lo único que obtuve ayuda fue con la decoración.

Leon lo miraba con ternura y sorpresa en partes iguales, cuando quería su chico era la persona más detallista del mundo.

—Buen provecho.—dijeron al mismo tiempo, Leon probo primero un poco y mierda, la verdad es que al parecer Jason era un chef increible.

—¿Estas seguro que no querés cocinar siempre en casa?

Jason se empezó a reír alegremente, su corazón sintiéndose menos pesado al saber que la comida estaba bien.

—Le daría un beso al chef.—siguió dando halagos el rubio.

Jason se sonrojo por la pena pero aun así una sonrisa satisfecha bailo sobre sus labios. —Al chef le gustaría que lo beses.

—Lo voy a besar después de terminar con esta delicia.

El tiempo paso bien, las risas parecían nunca dejar de salir y sus sonrisas nunca abandonar sus rostros, pero, se acercaba el final de la velada y Jason no podía quitar la bola de ansiedad que le fue formando en pecho a lo largo de la cena.

<<Esto es fácil y soy fuerte, yo puedo hacer esto>> repetía constantemente en su mente dandose ánimos.

—¿Estas bien, Gem?—Gem, Gem, Gem, el apodo que unicamente Leon tenía derecho a usar, a Jason le gustaba porque el rubio le había dicho que lo llamaba así porque "Gem" sonaba a "Gema" y que para él Jason era su Gema.

Jason respiro hondo tratando de reunir cada pizca de valor para proponer, de lo nervioso que estaba su propia mente decidió traicionarlo  no permitiéndole recordar lo que practico con anterioridad frente al espejo del baño durante horas y horas.

—Tenía un discurso ya ensayado.—empezó a decir mientras se ponía de pie, camino donde Leon y lo ayudo a levantarse tomando sus manos con suavidad, dejo un beso en sus nudillos y siguió a la par que apreciaba los ojos del contrario—No soy bueno con las palabras, aunque haya leído muchos libros, solo...Te amo, te amo tanto que mi mente te piensa sin parar día y noche, sos lo primero que piensa mi mente al despertar y lo último que pienso al ir a dormir, llegaste un día como una tormenta sorpresiva que arrasa todo a su paso y ya no pude, ni quería, dejarte ir.—hablo tomando entre sus manos el rostro de Leon y con sus pulgares acaricio sus pómulos con dulzura—Llegaste y el corazón que tan celosamente ocultaba se me escapo de las manos y cayó directamente sobre las tuyas, lo cuidaste, lo amaste y de repente ya ni siquiera era mío, ahora te pertenecía, te pertenece.—el primer sollozo escapo de los bonitos labios del rubio—Quiero despertarme cada mañana y lo primero que vean mis ojos sea tu figura descansando junto a la mia, quiero que los años pasen y sigas siendo mio.—Jason soltó el rostro del hombre y se arrodilló ante él sacando la cajita, lo abrió y Leon lloro aún más, una alianza lo saludaba desde dentro—Hace años me dijiste que te gustaban las cosas brillantes pero que te casarias conmigo hasta con anillos de papel, una semana después te pedí matrimonio con anillos hechos de papel, dijiste que sí, pero, ahora tengo un anillo lindo y brillante, así que Scott...¿Te querés casar conmigo?

Leon se quedo quieto con las lagrimas saliendo sin querer parar, su mente procesando todas y cada una de las palabras que le dijo el amor de su vida.

—Sí.—murmuró antes de hablar más fuerte tirándose encima de Jason—¡Sí!¡sí!¡sí!—dejo varios besos cada parte del rostro de Jason, su frente, sus cachetes, su nariz, en cada párpado y al fin sobre los labios, los dos agentes llorando en brazos del otro.

Después de años de luchas, ambos hombres se sentían en casa, porque su casa, su hogar, estaba entre los brazos de su prometido.

My safe place||Leon S. Kennedy||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora