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Días después...

Tal como había dicho la hija del pescador, después de pasar por lo peor, Jace empezó a mejorar poco a poco.

Aunque aún era necesario que de vez en cuando la chica fuese a verlo para llevar más medicamentos, el joven parecía tener más fuerza en cada visita.

-¿Te sigue doliendo?- preguntó la chica a Jace mientras ponía un ungüento en las heridas que comenzaban a cicatrizar.

-Si, pero es un dolor tolerable- dijo él con una sonrisa en el rostro.

Helaena observaba desde la puerta, y aunque ante los ojos de Jace solo le parecía que está tenía curiosidad de ver, lo cierto era que la platinada se sentía incómoda al ver a la chica tocando tanto a Jace, quien se mantenía con el pecho al descubierto.

La chica, quien apenas acababa de cumplir quince años, se daba cuenta de lo que sucedía.

-Majestad, ¿Le gustaría ayudarme?-preguntó tomandolos por sorpresa a ambos.

-No quiero estorbarte, no tengo tus conocimientos... Podría hacer algo mal y Jace podría ponerse mal por mi culpa. Mejor los dejaré a solas- la platinada salió de la habitación dejando confundido a Jace.

-Como me gustaría que dejará de hacer eso. Ella no estorba-.

-Tal vez se sintió celosa, déjala que respiré hondo un momento- la chica continúo haciendo su trabajo.

-¿Celosa de qué?-.

-Parece que no eres muy observador, príncipe-dijo la chica en tono burlesco- Ella se siente atraída por tí, debe causarle molestia verme tocandote tanto-.

-¿De qué hablas? Helaena hace eso todo el tiempo, dudo que sea porque siente atracción a mí-.

-Es bastante obvio a decir verdad, y por tu tono podría apostar que ella te atrae a tí también.

-No... ¿Y qué sabes tú? Si tienes como doce años- la chica puso los ojos en blanco y terminó de aplicar el ungüento.

-Quince, enrealidad- aclaró ella.

-Lo siento, Laisa -se disculpó el castaño- Es que luces muy joven... debe ser tu corte de cabello-.

-Si, eso y tal vez porque soy baja y seguramente también porque peso menos que una cabra- dijo entre risas y luego su rostro se endureció-Mi padre no me deja llevar el cabello largo, dice que es más seguro que lo use corto y así llamo menos la atención en las calles del pueblo- la chica guardó silencio unos segundos- Espera, vuelvo en un momento- la chica limpió sus manos en la falda de su vestido con nada de delicadeza y salió de la habitación.

Un par de minutos después la chica regresó trayendo consigo a Helaena.

-Mi padre no querrá que siga viniendo a verlos, así que Helaena deberá hacer mi trabajo-.

Jace miró a Helaena.

‐¿Estás de acuerdo con esto?- preguntó a la platinada- Hace un rato parecías incómoda con hacerlo, no deseo que hagas algo que no quieres-.

-Está bien- Helaena sonrió tímida- Laisa dice que no es tan difícil hacerlo, y no correrás peligro-.

La chica asintió y dejó que Helaena tomará su lugar para terminar de aplicar el ungüento en la herida del abdomen de Jace.

A diferencia de los primeros días que cuando Helaena limpiaba sus heridas y cambiaba las vendas, Jace sentía un pequeño cosquilleo en el cuerpo y nervios cuando los suaves dedos de Helaena tocaban su piel, esta vez se sintió diferente, quizá debido a que ahora estaba más consciente y no había tanto dolor que impidiera que sintiera otro tipo de sensaciones.

Entre fuego y sangre: El amor surge en lugares inesperados (Jacaerys/ Healena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora