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La amistad entre Jace y Healena no tardó mucho en tomar fuerza.

Sus personalidades parecían combinar bien entre sí. Mientras que Jace siempre era el que hablaba, Healena y Jaehaera se dedicaban más a escucharlo con atención, y en cuestión de un par de días habíamos logrado darle cierta calidez al ambiente a pesar de lo poco agraciada que era la cabaña donde se escondían.

La mayoría de heridas de Jace habían dejado de doler tanto, a excepción de la más grande, la de su pierna, la cual estaba comenzando a preocupar a Healena.

Como cada noche, Jaehaera visitaba a Jace para pedirle que le contara historias.

Aunque la pierna le estaba provocando más que molestia que otros días, Jace no quiso despreciar a la niña e ignoró el dolor.

—Me gustan tus historias, son más divertidas que las del tío Aemond, pero no se lo digas, por favor— dijo la niña dejando de cepillar el cabello de su muñeca un momento para mirar a Jace.

—Será un secreto entre tú y yo ¿Te parece bien?— la peliblanca sonrió y asintió.

—Jaehaerys y yo teníamos secretos entre él y yo ¿Tú los tenías con tu hermana cuando tenían nuestra edad?—.

—No solo cuando teníamos tu edad, aún guardamos secretos del otro de vez en cuando—.

—Creo que Jaehaerys y yo hubiésemos sido iguales, aunque no hacíamos tantas travesuras como tu y ella. Él era callado como yo y a Maelor le gustaba estar solo siempre en silencio también, pero aún así los extraño ¿Tú extrañas a tu hermana?— Jace se dio cuenta de la nostalgia y tristes en em tono con el que Jaehaera hablaba cuando recordaba a sus fallecidos hermanos, y quiso cambiar el tema.

—Por supuesto. Nuestros hermanos son nuestros primeros amigos, y los llevamos siempre en el corazón aunque no estén físicamente cerca de nosotros ¿No crees?— La niña asintió y Jace quiso desviar un poco el tema para evitar que la pequeña fuese a llorar —Un momento, yo la conozco ¿Me la prestas? — preguntó el castaño mirando la muñeca con la que Jaehaera solía jugar siempre —Mi abuelo le obsequió esa muñeca a Aemma cuando era muy pequeña, creo que nunca la vi jugar con ella, pero la tenía en su habitación por haber sido un regalo del abuelo—.

—¿En serio? Mi tío Aemond me la dio hace tiempo, que suerte que la tenía en mi cama. Tenía muchos juguetes, pero no pude traer más de uno— Jace devolvió la muñeca a la niña y sacó sus propias conclusiones de como había llegado a manos de Aemond—¿Aemma no jugaba con muñecas?— preguntó inocentemente cambiando el tema.

—No, tenía muchas, pero nunca le interesó jugar con ellas—.

—Debería regalarme algunas entonces ¿No crees? ¿Crees que podrían darme aunque sea una?—.

—Yo te daría mas de las que pudieras contar, eres una princesa Targaryen, nieta del Rey Viserys,  mereces tener los mejores juguetes ¿No crees?— la niña sonrió y en ese momento Healena entró a la habitación.

—Es hora de dormir, pequeña. Deja que Jace descanse—.

—¡No! Me la paso bien con Jace, ¿Podría dormir aquí con él?— Healena negó de inmediato.

—Jace sigue recuperándose, debe estar cómodo— la niña hizo puchero y se bajó de la cama de mala gana.

—Estoy bien, me recupero rápidamente— mintió Jace.

—No mientas, no te ves tan sano como tu crees—.

La platinada se apresuró a destapar la pierna herida, la cual seguía igual de mal que al inicio.

Entre fuego y sangre: El amor surge en lugares inesperados (Jacaerys/ Healena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora