ANCLA | Millones de veces me repetí que estaría sola, condenada a cuidar a mi padre y a mis hermanos
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Nadie dijo que una ojos verdes y mi conexión, me darian la libertad para poder decidir
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El miedo es temporal. El arrepentimiento es para siempre.
—Anónimo
Estaba de rodillas sobre el suelo. Sentí mucho frío a mi alrededor y por un momento pensé que había dejado la ventana abierta de mi habitación. Pero cuando alcé la mirada todo estaba en oscuridad. Había vuelto a ese punto muerto, ese lugar que ya había visitado anteriormente hace cuatro años. Este lugar al que jamás quise volver.
Me levanté. Está vez evité gritar con todas mis fuerzas, no pronuncié ninguna palabra porque ya sabía lo que vendría después. Simplemente caminé con mis pies descalzos. Aun portaba el uniforme de batalla de la academia. Era un vestido totalmente blanco, para que resaltara con mi cabello. Y una capucha que ocultaba mi rostro de alguna manera. Me sentí expuesta ante el frío.
El ambiente cambiaba conforme me acercaba a la nada que había enfrente de mí. Las luces poco a poco comenzaron a encenderse. Estaba en la calle, sabía que era ese día porque lo había visto con mis propios ojos. Me detuve al final de la banqueta, sentí mis ojos cristalizarse por la escena que iba a presencia, por recordar como había sido su muerte a pesar de no haber estado presente.
» Nuestra conexión, mis poderes me permitieron un último adiós.
Ethan se había detenido en un puesto de flores. Compró unos lindos girasoles. Él sabía que no íbamos a vernos dentro de algún tiempo, que no íbamos a estar en contacto, pero aun así las compró y dio camino hacia la academia. Las calles poco a poco se fueron vaciando. Yo lo seguía, unos cuantos pasos atrás. Veía su espalda, sus manos danzar conforme al movimiento de la música que traía en sus audífonos. Entonces la calle se quedó sola, la luz de la luna le daba en la cara. Se detuvo al igual que yo, volteó a ver hacia atrás sintiendo aquel desgarrador instinto que le dijo a él y me dijo a mi que algo mal estaba pasando.
Un auto llegó de prisa. Se estacionó enseguida de él y antes de que pudiera dar un paso, el cañón fue tirado. Las flores en el suelo, el sonido de las llantas contra el pavimento, el grito de la señora que salía de su tienda. Me quedé ahí, viendo como se desangraba mientras el pecho comenzaba a dolerme, mientras mi cabello cambiaba de color y daba fin a la conexión que tenía con él, con mi Ethan. Con ese chico de ojos verdes.