CONTINUACIÓN DEL 4

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- ¿Te ha gustado la cena? - preguntó Martín con ilusión.

- Me ha encantado - respondió Lucía con sinceridad - Ha sido una cena deliciosa y una conversación maravillosa.

- Me alegro mucho - dijo Martín con satisfacción - A mí también me ha gustado mucho.

Lucía y Martín se miraron con ternura y emoción. Se sentían felices y nerviosos por haber pasado una noche tan bonita y especial. Se sentían ansiosos y curiosos por saber qué iba a pasar después.

- ¿Y ahora qué quieres hacer? - preguntó Lucía con ilusión.

- Pues... ¿qué te parece si vamos a dar un paseo? - propuso Martín con decisión.

- ¿Un paseo? - repitió Lucía con sorpresa.

- Sí, un paseo - confirmó Martín con seguridad - Así podemos seguir hablando y disfrutando de la noche.

- Bueno, pues... me parece bien - aceptó Lucía con entusiasmo - Así podemos seguir hablando y disfrutando de la noche.

- Perfecto - dijo Martín con satisfacción - Entonces, ¿a dónde quieres ir?

- Pues... ¿qué te parece si vamos al parque? - sugirió Lucía con timidez.

- Al parque está bien - dijo Martín con simpatía - Entonces, ¿cuál es el parque más cercano?

- Pues... el Parque San Martín - dijo Lucía con nerviosismo.

- Al Parque San Martín está bien - dijo Martín con amabilidad - Entonces, vamos para allá.

Martín condujo hasta el Parque San Martín, que estaba a pocos minutos del restaurante. Aparcó el coche en un lugar cercano y bajó a ayudar a Lucía a salir. Luego, cogió su mano y la llevó hasta la entrada del parque.

El Parque San Martín era un lugar precioso y tranquilo, lleno de árboles, flores, fuentes y bancos. Había poca gente a esa hora, solo algunas parejas y algunos paseantes. La luna llena iluminaba el cielo y las estrellas brillaban con fuerza.

Lucía y Martín caminaron por el parque, cogidos de la mano y charlando de todo y de nada. Se contaron sus anécdotas, sus secretos, sus miedos y sus sueños. Se rieron, se emocionaron, se confesaron y se consolaron. Se sintieron cómodos y a gusto con el otro, y se hicieron muchas caricias y halagos.

Llegaron a un lago artificial, donde había un pequeño puente de madera que lo cruzaba. Lucía y Martín se subieron al puente y se apoyaron en la barandilla. Miraron el reflejo de la luna en el agua, que creaba un efecto mágico y romántico.

- ¿Sabes qué? - dijo Lucía con una voz dulce - Me lo estoy pasando muy bien contigo.

- ¿En serio? - respondió Martín con una voz grave - Yo también me lo estoy pasando muy bien contigo.

Lucía se quedó mirando a Martín con una mirada profunda. No podía creer que un chico tan guapo y tan diferente a ella le estuviera haciendo sentir tantas cosas. Se preguntó si él sentiría lo mismo por ella, o si solo era una forma de ser amable.

Martín se quedó mirando a Lucía con una mirada intensa. No podía creer que una chica tan bonita y tan diferente a él le estuviera haciendo sentir tantas cosas. Se preguntó si ella sentiría lo mismo por él, o si solo era una forma de ser educada.

Ambos se quedaron en silencio, sin saber qué decir ni qué hacer. Solo se miraban a los ojos, intentando descifrar lo que el otro pensaba y sentía. Se creó una atmósfera de pasión y deseo entre ellos, que ninguno de los dos quiso romper.

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