Antes que nada quiero dejar en claro que el español no es mi primer idioma así que tengan paciencia conmigo porfiss 🤍
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Dicen que cuando deseas algo con todas tus fuerzas, tienes que decretar al universo que lo haga realidad, pero ¿y si lo que el universo tiene preparado para tu vida es totalmente diferente de lo que ha sido tu vida en los últimos años? ¿Es posible prepararse para experimentar un amor tan intenso que te descoloque de tu centro y te haga revivir momentos únicos de tu vida? Los últimos días habían sido agitados para Lucero, estaba viviendo un torbellino de emociones que jamás hubiera pensado vivir después de tantos años y ella estaba tratando de disfrutar cada minuto de esta locura que rondaba a su alrededor.
En cuanto al amor, su vida ya era diferente desde hacía algunos meses, su relación ya no tenía el brillo y el amor de años atrás, lo que hizo aflorar dudas que durante mucho tiempo prefirió ignorar. La pandemia golpeó al mundo y frenó su carrera, en los primeros meses fue difícil mantenerse alejada de los escenarios, ya que amaba su profesión, pero aprovechó el privilegio acumulado durante varios años para bajar su ritmo de trabajo. Este periodo también se encargó de acercar a las personas que amaba, pues en cuanto cesaron las clases, Jos y Lucerito regresaron a México, lo que en consecuencia aumentó el flujo de información entre Lucero y Mijares. Mientras tanto, debido a la distancia y a las órdenes de la organización mundial de la salud, el contacto con su madre, hermano y novio se hizo solo a través de su teléfono móvil.
Al divorciarse, Mijares y Lucero acordaron mantenerse cerca el uno del otro por los niños, lo cual no fue un problema ya que además de amor, había mucha amistad y complicidad entre ellos, pero esto no quiere decir que fuera fácil. De regreso al condominio que albergaba la casa de sus padres, Jos y Lucerito se movían con cuidado entre las casas para que no hubiera riesgo de contaminación mientras Manuel y Lucero se mantenían en contacto casi a diario a través de videollamadas para saber cómo estaban. De vez en cuando, como forma de distracción, los cuatro se reunían para pasar un rato juntos y mitigar el anhelo que sentían de vivir con la normalidad de antes. Las cenas entre los cuatro se sucedían algún día cualquiera de la semana, con momentos musicales, y incluso contaban a sus hijos historias que habían vivido juntos y ellos no conocían. Era evidente la buena relación que existía entre ellos y la prueba era la complicidad de los dos que, incluso después de tantos años, seguían entendiéndose a través de las miradas.
Era casi noche cuando Lucero entró en el piso de Mijares aquel viernes, habían acordado cenar juntos a petición de sus hijos para celebrar el fin de la prepa de Jos. Nada más abrirse la puerta del ascensor, se encontró con un ambiente cálido, debido al calor que había dominado toda aquella semana, y extrañamente tranquilo, ya que siempre que Manuel estaba con los niños era posible escuchar, incluso desde la distancia, sus risas o la letra de alguna canción que cantaban a pleno pulmón. El ambiente abierto permitía mirar en otras habitaciones de la casa en busca de los tres cuando él los llamaba por sus nombres. Nada. Mientras pensaba qué hacer, la voz de su hijo la devolvió a la realidad.
- Papá, creo que sería mejor que cantaras medio tono más bajo en esta parte - dijo el chico con calma. Por supuesto, ¡estaban en su lugar favorito de la casa! Curiosa, Lucero se dirigió al pasillo que conducía al pequeño pero superequipado estudio de Manuel.
La puerta abierta al final del pasillo reveló la escena que Lucero y Mijares habían soñado casi veinte años atrás, José Manuel controlaba la mesa llena de equipos encargados de grabar y hacer los ajustes necesarios a la música y las voces, mientras dentro de la cabina Lucerito y Manuel cantaban el coro de "Mi Universo". De pie en la puerta, una serie de recuerdos recorrieron su mente, recordándole todas las noches que había pasado soñando con Manuel sobre formar una familia y lo increíble que sería que heredaran su pasión por la música. Un sueño que, de alguna manera, se había convertido en una hermosa realidad.